El avance de la Inteligencia Artificial ha puesto sobre la mesa la necesidad de analizar el impacto en la empleabilidad. De acuerdo con el informe “El futuro del trabajo” elaborado por el Foro Económico Mundial, casi uno de cada cuatro empleos en el mundo será “radicalmente transformado” y, por ello, es necesario -desde ahora- iniciar la formación de habilidades que se requerirán en quienes colaboren en el ámbito productivo.
Se han identificado tres “competencias críticas” que -independientemente del avance tecnológico- serán necesarias: Resolución de problemas, Colaboración y Adaptabilidad, las cuales permitirán que las personas podamos seguir desempeñándonos en el campo profesional, además de las que ya se solicitan en la actualidad, como la resiliencia y agilidad para moverse en nuevos entornos.
La resolución de problemas implica generar la actitud adecuada para aceptar a los problemas como retos, de manera que se tenga la capacidad para estudiar la situación que se presenta, plantear las preguntas necesarias para identificar las causas y generar las posibles soluciones -ya sea de manera individual o en equipo.
Esa competencia -entendida como el conocimiento, las habilidades y las actitudes necesarias- implican el desarrollo de la creatividad, el análisis de datos, la perseverancia y el pensamiento crítico, así como el pensamiento creativo, de manera que no se analizan los hechos de forma lineal, sino en una perspectiva holística, en la que se consideren todos los elementos involucrados en un problema.
La segunda “competencia crítica” es la colaboración, que consiste en saber “trabajar bien” con las demás personas, ya sea como líder del equipo o como parte de él, de manera que exista la voluntad para aportar ideas, propuestas y soluciones a los desafíos que puedan enfrentarse en el campo profesional.
Se ha identificado -y por ello es una competencia solicitada en el ámbito productivo- que quienes saben colaborar tienen la capacidad para emplear correctamente los datos, además de que saben persuadir de forma eficaz a las personas con quienes trabajan, independientemente de la jerarquía o la responsabilidad que ocupen en el entorno laboral.
Quienes han desarrollado esa competencia pueden establecer relaciones con todo tipo de personalidades, estilos de trabajo, procedencias y tienen la habilidad para reducir la tensión, de manera que son capaces de contribuir activamente en la resolución de conflictos, a partir de una comunicación respetuosa con quienes les rodean. Esta segunda competencia crítica implica tener la habilidad y actitud necesaria para una asertiva y proactiva comunicación interpersonal, la resolución de conflictos y la gestión eficaz de tareas.
El tercer punto identificado como una competencia esencial es la adaptabilidad, que consiste en generar las actitudes para “sentir comodidad en la incertidumbre, los cambios repentinos y las circunstancias desconocidas”, a fin de tomar decisiones rápidas y eficaces, además de desarrollar soluciones innovadoras bajo presión. Consiste en la facilidad para liderar un equipo o para seguir a otro líder, haciendo de lado el ego, que en muchas ocasiones impide la adaptación.
Esta competencia implica la actitud para “agradecer” la oportunidad de aprender nuevos temas, dominar nuevas habilidades y ponerse a prueba a sí mismos, sin que en ello esté de por medio el logro de los objetivos en un equipo o área de trabajo. Naturalmente, esta competencia requiere desarrollar la resiliencia, una actitud positiva y la capacidad de autoregulación.
Por ello, ante la proximidad de un nuevo ciclo escolar o como en el caso de la Universidad Autónoma del Estado de México que ya inició su periodo 2023 B, vale la pena preguntarnos -como docentes y familiares de estudiantes- ¿estamos formando esas competencias críticas en las nuevas generaciones? Y habría que añadir que esas competencias se forman desde los primeros niveles educativos y no solamente hasta alcanzar la educación superior.
Si aspiramos a crear mejores condiciones de desarrollo para el país, es necesario que se revisen los modelos educativos en todos los niveles escolares -desde preescolar hasta superior-, a fin de que podamos generar esas competencias o de otra manera estaremos condenando a la marginación a las próximas generaciones.
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La asistencia del presidente, Andrés Manuel López Obrador, a la toma de protesta de la próxima gobernadora, Delfina Gómez Álvarez, envía un claro y poderoso mensaje a la clase política mexiquense y nacional: el Estado de México ha sido y será prioridad para el presidente. En la sucesión presidencial de 2024 el territorio mexiquense será estratégico y la primera gobernadora tendrá todo el respaldo -y vigilancia- de López Obrador.