Ha sido costumbre en este sexenio que los temas que deberían ser torales son hechos a un lado para dar paso a una interminable lista de otros de menor importancia que los sustituyen, a los que son conocidos con la tristemente célebre denominación de “cortinas de humo”, utilizadas más que nunca todos los días en las apariciones mañaneras del presidente Andrés López Obrador.
Para el éxito de colocar en las reacciones diarias lo que le interesa al titular del ejecutivo, son utilizados personajes a los que se les hace llamar “reporteros”, que no son otra cosa que incondicionales manejados por el vocero de presidencia, Jesús Ramírez, para hacer preguntas fáciles y de lucimiento que desde luego no desaprovecha el dueño de la palestra.
Pero hay ocasiones en las que la realidad termina por rebasar ese incómodo teatro para los verdaderos comunicadores que, aun estando presentes en el Salón Tesorería, son pocas las veces en las que pueden colar preguntas que resultan incómodas, por ser comprometedoras y por demandar una posición del mandatario.
El problema que representa la inseguridad en México es uno de los que menos se quiere abordar, y cuando se hace, se preparan cifras a modo para que pueda lucirse el tabasqueño con el objetivo de presumir algún avance en la conquista de la seguridad y paz que tanto anhela el pueblo de México.
Pero por increíble que pueda parecer, asuntos como los ocurridos en Lagos de Moreno y Veracruz, no son abordados por quien se hace el “sordo”, al decir que no escuchó y peor, se pone a contar un pésimo chiste, por cierto muy “machista”; mal visto para quien dice respetar a las mujeres.
El presidente presume que todos los días se reúne desde muy temprano con el gabinete de seguridad, ¿qué es lo que hacen en esas reuniones? ¿se actualizan en los últimos chistes acaso? Es imposible que no se le haya pasado el parte de novedades al presidente y que, dentro de ese informe, no se hayan tocado los mencionados casos ocurridos en Lagos de Moreno y Veracruz.
Por supuesto que le informaron al jefe del ejecutivo y Comandante Supremo de las fuerzas armadas lo que ocurre al interior del país, o ¿acaso no era relevante informarle estos acontecimientos? De no habérselos informado a su comandante, el Ejército, la secretaria de seguridad y la Marina estarían en serios problemas, ¿cómo no informarle a su jefe de algo que ha herido a las comunidades de dos entidades que sufren por la inseguridad todos los días?
La violencia se vive a lo largo y ancho de la república mexicana; son más de 162 mil personas que han sido privadas de la vida con violencia en lo que va del sexenio, tema que se resiste el titular del ejecutivo cambiar estrategia, menos para atender cuestionamientos serios. Pero el mandatario que todo lo sabe, de no haber sido enterado ya se estarían buscando sustitutos.
Y entonces: ¿por qué no abordar el tema? ¿por qué esperar hasta después de que se encendieron las redes sociales como reacción a su mal chiste? Lo que es inexcusable, es el hecho de hacerse el gracioso, porque no es la primera vez que lo hace, pues son varias en las que pide una canción en video, cuenta una anécdota o chiste, para evitar los incómodos temas.
Desde luego que el presidente escuchó las preguntas, que a gritos, motivo de la frustración porque no les prestaron el micrófono, le hicieron los reporteros, con claridad se pudo a escuchar “lo de los jóvenes de Lagos de Moreno”, y ahí están como evidencia los audios, además de que era la nota, de total urgencia para recoger las impresiones por parte del titular del ejecutivo federal. No era cosa menor, las familias de cinco jóvenes de entre 19 y 22 años suplicaban por respuestas.
Mientras tanto, las crueles imágenes que circulaban por todas partes en foto y video, podían presumir que los jóvenes fueron víctimas del crimen organizado, que habrían sido objeto de un reclutamiento forzoso y como prueba obligada, a demostrar sangre fría matándose unos a otros, de acuerdo a una investigación del Universal.
Esta vez, colocar un chiste, culpando los gritos de los reporteros, parecía que había sido ir demasiado lejos; por desgracia, no lo fue, faltaba la reacción del iracundo tabasqueño, cuando al día siguiente, evidentemente molesto, se lanzó de nueva cuenta contra la prensa; sólo que esta vez se dirigió directo a los dueños de los medios, a los que, con una mirada amenazante, les dijo: “acuso recibo”.
Todo apunta a que los empresarios de los medios de comunicación pagarán caro por permitirle a sus colaboradores ejercer el sagrado derecho de la “libertad de expresión y prensa”, la intolerancia del mandatario es tan clara como la que en su momento manifestaron otros presidentes, a los que dice no parecerse porque: “no son iguales”.
Y si bien tiene razón el primer mandatario, no escuchó a los reporteros que le cuestionaron sobre los jóvenes desaparecidos de Lagos de Moreno, Jalisco, tampoco escuchó a los familiares de los muertos de Tlahuelilpan, a los de la línea 12 del metro, a la familia LeBaron, a las madres buscadoras, a las feministas y de muchos, muchos otros, en síntesis, a todos aquellos que pretenden exigirle resultados.
Sí, el presidente obviamente no escucha, únicamente presta oído a un personaje que en exageradas muestras de servilismo le dice que sus zapatos no podrá llenarlos nadie, y que se encuentra a la altura de Juárez, el gran sueño tabasqueño, a ese, y a otros como él, si escucha.
Mientras todo esto sucede, el país cada día cae más profundo en un abismo de incertidumbre e inseguridad sin fondo, la cual parece no tener fin, son infinidad los casos de jóvenes que desaparecen y después son hallados sin vida, condición que se extiende a lo largo y ancho del territorio nacional.