Lou Andreas–Salomé

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Publicado en Opinión

Lou Andreas–Salomé

Miércoles, 27 Septiembre 2023 00:15 Escrito por 
Ivett Tinoco Ivett Tinoco Matices

Querida Salomé:

Recientemente, me encontré absorta en la atmósfera de un café cuando los ecos de consignas femeninas irrumpieron en mi percepción. Aquel coro de mujeres, en su mayoría jóvenes, marchaba por las calles en conmemoración del Día Internacional de la Mujer. Su voz colectiva, una interpelación directa al statu quo, resonaba tanto en mi ciudad como en lugares tan distantes como Barcelona, Nueva York, Buenos Aires, Bogotá o París.

Estas mujeres, que se alzan en protesta, desafían la moral imperante y exigen a coro igualdad, libertad y justicia. Son jóvenes que rinden tributo a las luchas individuales de figuras como usted, querida Salomé, quienes sembraron la semilla de la conciencia y el cambio social a principios del siglo XX. A pesar de ello, tengo la convicción de que la Revolución Femenina no le ha hecho justicia a su legado. Pocas son conscientes de sus notables contribuciones a la filosofía, la literatura y el psicoanálisis, de su personalidad fascinante y de su carácter singular y enigmático, que atrajo la admiración de figuras como Nietzsche, Freud, Rilke y Paul Rée. Siempre le ha gustado la compañía de espíritus ilustres.

Recuerdo vívidamente la primera vez que me topé con su nombre. Fue a través de las palabras de Irvin D. Yalom, plasmadas en su obra "El día en que Nietzsche lloró". Me cautivó su actitud independiente, su desafío a las normas sociales convencionales y su penetrante claridad en cuanto a los riesgos inherentes al amor romántico. Siento que es crucial emprender una revisión exhaustiva de su prolífica obra, explorar su incansable lucha por la igualdad de género y la emancipación de las mujeres, y adentrarse en la complejidad de las relaciones humanas a través de sus obras literarias.

Le ruego, si es tan amable, que comparta conmigo sus discusiones filosóficas con Nietzsche. He oído hablar sobre cómo sus diálogos abordaban temas tan profundos como la moralidad, la religión, el poder y la esencia misma de la creatividad. Sé que usted ha desafiado sus ideas, y que él, a su vez, ha incorporado muchas de sus reflexiones en su obra "Así habló Zaratustra".

Imagino que para Nietzsche, el rechazo de su propuesta de matrimonio no debió resultarle sencillo. Confieso que numerosas mujeres, al igual que yo, sentimos una profunda admiración por su compromiso innegociable con su propia independencia y su firme deseo de establecer relaciones fundamentadas en la igualdad intelectual y el respeto mutuo.

En ocasiones, me sumerjo en la reflexión y me pregunto qué mensaje transmitiría usted, estimada Lou Salomé, a las jóvenes que lideran con fervor el movimiento feminista contemporáneo. Sería un fascinante diálogo en el que podrían explorar las cuestiones fundamentales que rodean la naturaleza de la acción humana, la esencia de la solidaridad y el potencial transformador del cambio social. Juntas podrían profundizar en la reflexión acerca de cómo las acciones individuales, como pequeñas partículas en el vasto tejido social, pueden contribuir de manera significativa al bienestar de la sociedad en su conjunto.

Creo que ayudaría mucho si usted les sumergiera en un discurso sobre la figura de Malwida von Meysenbug, explorando el anhelo compartido que usted y ella albergaron por la libertad de pensamiento y acción. Sería enriquecedor escuchar acerca de los debates y diálogos que ambas mantuvieron, indagando en la esencia del pensamiento humano, la filosofía de la libertad y los fundamentos de la emancipación de la mujer. Me encantaría que abordara la realidad del mundo actual, con sus persistentes limitaciones a estas nobles aspiraciones, y cómo estas limitaciones continúan desafiando nuestra lucha por la realización plena de la libertad y la igualdad.

Permítame despedirme de Usted, parafraseando un fragmento de su propio poema "Oración por la Vida", y expresar el anhelo que alberga mi pensamiento: "Oh, quién pudiera contar con siglos para existir y para contemplar su sabiduría".

¡Le ruego me permita conocerla un poco más!

Sinceramente 

Julia

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Ivett Tinoco García

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