No debería ser extraño que el presidente Andrés López Obrador continuamente dirija ataques en contra del poder judicial, por cierto, un poder distinto al que encabeza y del que ofreció, al inicio de su gestión, respetar; pero como ha ocurrido con la mayoría de las promesas, se aventaron al cajón del olvido en cuanto asumió el cargo.
El presidente no es de las personas que se preocupen mucho por ocultar cuáles son sus intenciones; los constantes embates, entre otros, en contra del poder judicial lo evidencian. El problema para el mandatario es que aún la Corte le representa un gran obstáculo; en primer lugar, porque dejó de ser presidente el ministro Arturo Zaldivar, quien se distinguió por mostrarse demasiado obsequioso con el tabasqueño, y en segundo, porque las cosas cambiaron con la elección de la nueva presidente, la ministra Norma Piña, quien se ha caracterizado por anteponer la división constitucional de poderes.
No se puede dejar de lado el hecho de que el ministro Zaldivar coqueteó con la idea de protagonizar una ilegal ampliación de su mandato, condición que muchos adjudican a uno de los intentos disfrazados del presidente para su eventual continuidad en el poder, tampoco se puede ocultar que el ministro se echó a los brazos del oriundo de Macuspana, así lo demostró en repetidas ocasiones; cuando alguna votación no favorecía a aquel, de inmediato se llamaba a un receso y “casualmente” ésta se presentaba en otro sentido, eso le favoreció a quien está acostumbrado a que todos sus deseos se cumplan.
El originario de Macuspana, sin respeto alguno de la división de poderes, ha intentado continuamente inmiscuirse en las determinaciones del tribunal, sin poder lograrlo del todo. La ministra presidente, quien hizo enojar al tabasqueño por no levantarse de su silla a su llegada en un evento, ha dejado en claro que no cederá a sus exigencias, eso lo tiene muy molesto.
Fiel a su estilo, las cosas no podían quedar de ese tamaño, siendo el único propietario del micrófono más potente de México, López se lanzó en contra de la ministra Norma Piña desde el inicio de su gestión, y continuó reprobando las determinaciones judiciales, las que no le favorecen desde luego, y lo ha hecho sin descanso, ya que (seamos claros), el presidente quiere elegir a quién se debe encerrar y a quién se debe dejar en libertad, sin importarle tres pesos lo que determine la ley.
En el terco intento de reprobar las determinaciones de la Corte deja ver que desconoce por completo de la materia, cosa que tampoco le preocupa mucho, y por lo visto, menos le puede importar lo que sus consejeros puedan decirle al respecto; para el tabasqueño, lo importante es golpear a ese otro poder para ensombrecer las decisiones que no le gustan.
López Obrador, se refirió a la libertad provisional que obtuvo el abogado Juan Ramón Collado, de la que afirmó: “fue por influyentísimo”, sin preocuparse por presentar una sola prueba de lo que asegura. No lo hace porque tal vez no cuenta con ninguna o porque es una de las mil cosas que no le quitan el sueño, y por desgracia, eso ya se ha vuelto normal.
Aunque, señaló: “No conozco cuál fue el razonamiento para dejar en libertad al señor Collado. Posiblemente es lo mismo, es que el abogado Collado era muy incluyente, era el abogado más cercano a Carlos Salinas de Gortari y a Diego Fernández de Cevallos”. Con ello, el mandatario acepta que desconoce el argumento judicial, pero eso es lo de menos, lo utiliza como pretexto para empañar la actuación del juez encargado de estudiar el caso; el profundo desconocimiento en la materia, puede explicar el porqué de la situación que vive el país.
Insistió al señalar: “estamos hablando de un abogado muy influyente en aquellos tiempos, no podría decir si sigue siendo igual de influyente, ahora es distinto solo lo protege el Poder Judicial”, con lo cual, intencionalmente ajusta la versión, “su versión” a como mejor le conviene, que, además, aplica lo que tanto le gusta repetir, “cuando la calumnia no mancha, tizna”.
López Obrador también se refirió al caso del fiscal de Morelos, Uriel Carmona, quién recientemente recibió una cuarta suspensión provisional para enfrentar su proceso en libertad, “es muy lamentable lo de la protección al procurador de Morelos, todo el Poder Judicial”, dijo.
A pesar de que persiste en presentar las cosas como las quiere ver, el proceso en contra del fiscal está lleno de muchas dudas respecto a su legalidad, y si del fondo del estudio se resuelve en una forma distinta a su pensar, debería entonces enviar a sus abogados a interponer la herramienta legal que consideren apropiada, pero no lo hará, porque sin pruebas ya lo juzgó, tanto al involucrado, como a todo el poder judicial.
Lo peor de todo, es que los mexicanos no se dan cuenta el peligro que esto representa; la división de los poderes funciona como una garantía para los ciudadanos, uno de ellos no puede estar por encima del otro, pero el hambre de control del titular del ejecutivo federal pone a todos en riesgo.
Rosario Robles estuvo en prisión tres años, por el aparente desvío millonario del caso conocido como “La Estafa Maestra”, sin embargo, nadie más ha corrido con la misma suerte; la prisión preventiva que se determinó en su contra fue con base en la supuesta presentación de una licencia de conducir con un domicilio supuestamente distinto al suyo, sin importarle al juez que fue ella la que voluntariamente se presentó. Por eso la pregunta: ¿En ese caso el juez tenía razón o no? entonces ¿por qué quedó en libertad?
La determinación selectiva de la prisión preventiva oficiosa o justificada no tiene por qué pasar por el visto bueno del titular del ejecutivo federal, debe ser el resultado de un estudio a conciencia, apoyado en los datos de prueba objetivos que justifiquen tal determinación, de no ser así, existen mecanismos legales para alegar lo contrario.
No está en juego aceptar la decisión judicial en un sentido o en otro, el propósito es, y siempre ha sido, controlar a ese otro poder que se ha vuelto un dolor de cabeza para López Obrador, para poder intervenir de lleno en la jornada electoral del próximo año, su único fin.