Cada clase dirigente busca seguir propiciando y manteniendo una estabilidad política. Muchos de los problemas actuales, que enfrentan los gobiernos, tienen la misma naturaleza: la pobreza en comparación con la riqueza; y se orientan hacia un mismo resultado: mejorar el nivel de vida de sus ciudadanos. En México, la política tomó un cauce muy particular una vez concluido el movimiento armado de 1910.
El nuevo estado mexicano se apropió de muchas de las ideas de las bases más conocedoras de la realidad actuante y éstas fueron puestas al servicio del Estado, con la finalidad de solucionar muchos de esos males. Tal forma de hacer política, entendida como la decisión de las mayorías, fue y ha sido mal interpretada por los mandatarios: son las personas mandadas, no las que mandan. Hasta en estos pequeños detalles del lenguaje, se sufre la transformación por influencia de la clase dirigente.
Pero ¿cuáles pueden ser algunas de las alternativas para lograr recuperar la legitimidad gubernativa, tan erosionada por acciones fallidas? Quizá tengamos que aprender de otras ciencias que buscan la solución; en propuestas que por ahora son poco coherentes para la ciencia política. Una de ellas sería recurrir a la “imaginación creadora individual del político”. Esta imaginación buscaría que su poseedor pudiera comprender mejor el escenario histórico más amplio en cuanto a su significado para la vida interior y para la trayectoria exterior de la diversidad individual. Es decir, sentirse parte del problema y no sólo observador de éste. Pasar de la acción conocedora por simple vista, a la acción participativa de entender cómo siente esa gente.
Con esto se lograría que el individuo, pudiera comprenderse en su propia experiencia y evaluar su propio destino, localizándose a sí mismo en su época; ser un individuo capaz de conocer sus propias posibilidades en la vida, si entiende la de todos los individuos que se hallan en esas circunstancias. El político con esta capacidad, sería capaz de captar la historia social y la individual como una biografía, comprendiendo la relación existente entre ambas, dentro de la sociedad.
Tener la capacidad de pasar de las transformaciones más impersonales y remotas, a las características más íntimas del yo humano y de ver las relaciones entre ambas cosas. Por ello, detrás de su uso, siempre estará la necesidad de saber el significado social e histórico del individuo en la sociedad y el periodo en que tiene su cualidad y su ser. Conocimiento concreto de la realidad mexicana, basada en la experiencia individual. ¿Tendremos la capacidad de entenderlo?