Jean Paul Sartre es pionero en señalar que la mala fe debe ser considerada como un concepto filosófico que establece que el hombre tiende a negar su libertad absoluta, y en cambio no tiene inconveniente en auto engañarse. La crítica sería que el ser humano siempre tiene libertad para dirigir su vida hacia el objetivo que se ha establecido, la libertad no es algo que se pueda rechazar. En algunas ocasiones, nuestras circunstancias nos limitan, no nos abruman; sin embargo, en la mayoría de las ocasiones somos libres, a tal grado que, aún en una situación de riesgo, elegimos entregar nuestro auto a cambio de no poner en peligro nuestra vida, o bien, ante el miedo, la tristeza o la propia alegría, libremente escogemos aún sabiendo de la consecuencia. Pero y ¿qué consideró Sartre como mala fe? pues por un lado, establece que es el engaño hacia los demás, aunque esto es algo relativo, ya que lo disfrazamos como mentira piadosa pues nos es útil. También establece la mentira inminente y el autoengaño que es considerado por el docto como mala fe.
De esta manera dejamos de ser libres. Así pues, vale establecer que la consecuencia no es otra cosa que el resultado de nuestra decisión. Cuando decidimos y actuamos de mala fe, nuestro rango de valor disminuye al de una cosa cuya característica es que no es un sujeto, esto es: son lo que son por voluntad de otro, ejemplo: el alfarero que decidió hacer una vasija en lugar de jarrón. La mala fe se integra de dos momentos: una es la valoración de lo que somos y la otra es la valoración de lo que elegimos.
Sartre propone una filosofía de acción y nos puntualiza que nos cansamos de lo que hacemos y tenemos como resultado que las cosas no salen como esperamos; así pues, responsabilizamos a otros de lo que nos pasa e incluso decimos que tenía que pasar, que era inevitable o bien pues que así somos y es lo que nos tocó. El mismo Sartre nos menciona que cuando valoramos nuestra existencia subrayamos que nuestras circunstancias o la sociedad son responsables de lo que somos. Así buscamos excusas para hacer mas llevadero nuestro presente y justificar nuestra mala fe.
En la mala fe también va implícito nuestra no elección de elegir; esto es, cuando renunciamos a tomar una decisión o bien ponemos excusas. Así pues, el filósofo francés nos pone el siguiente ejemplo:
Dos jóvenes están sentados en un café; ella sabe que el hombre intenta seducirla, la charla avanza y él toma la mano de la joven. Pero la mujer no responde, deja estar las cosas, ni retira la mano ni confirma la intención del hombre, evita tomar una decisión (aceptar o rechazar la insinuación) dejando su mano en la de él como si realmente no fuese consciente de la situación: se trata a sí misma como un objeto, como algo pasivo, como si no fuese protagonista, como si le ocurriesen las cosas y no fuese propiamente libre.
*Jean-Paul Sastre, filósofo, escritor y dramaturgo francés, es el máximo exponente del existencialismo y del marxismo humanista. Fue pareja de la también filósofa Simone de Beauvoir.
¡Los abrazo de corazón!