La prensa y las elecciones de 2024

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Publicado en Opinión

La prensa y las elecciones de 2024

Miércoles, 10 Enero 2024 00:25 Escrito por 
Alfredo Albiter González Alfredo Albiter González Lo bueno, lo malo y lo serio

Las balas, afortunadamente para Ciro Gómez Leyva, no dieron en el blanco, por lo que el afamado periodista aún sigue con su actividad a la que le ha dedicado toda su vida. Entre otros connotados informadores, es Ciro quien puede hablar de un antes y un después de un atentado en su contra.

El resultado de las investigaciones no asoman una contundente respuesta sobre los cuestionamientos que lanza muy seguido a las autoridades encargadas de ofrecer respuestas sólidas y creíbles, todo se maneja a la costumbre de los tiempos y formas de los encargados de la procuración de justicia.

Como consecuencia, el temor, inevitablemente se apodera del medio periodístico, se sabe, y pocos se atreven a señalarlo con todas sus letras, del riesgo que representa ejercer el derecho de la libertad de expresión y de prensa, que impone temor, porque se vive en un país en el que se han contabilizado más periodistas asesinados como no se tiene memoria; los números cambian dependiendo de quién maneje la cifra y si es oficial o no; el hecho es que no se hace mayor cosa que escuchar promesas nada novedosas, como las de llegar a las últimas consecuencias.

Desgraciadamente, las últimas consecuencias las están padeciendo quienes se dedican al noble trabajo de informar, sin reparar en el hecho de que cuando un comunicador es callado con violencia, se lastima uno de los derechos fundamentales de los individuos, el derecho a ser informado.

Cualquiera, con un pensamiento medianamente crítico, comprende que no puede depender exclusivamente de la información que quiere dar a conocer el gobierno, del nivel que sea, porque ésta, inevitablemente, siempre va a estar editada al beneficio de quien la ofrece.

La crítica, es eso, y halagar, es la cobarde muestra de las relaciones públicas para darle palmadas en la espalda al poderoso, que de suyo, no las necesita; no obstante, no debe confundirse la obligación objetiva de informar cuando algo bueno realiza el aparato gubernamental, es parte del oficio, pero también lo es: poner atención sobre los hechos que se consideran equivocados, respecto de lo que se ha dejado de hacer, o, se ha hecho mal. Nadie, en su sano juicio, hablaría mal de sus actividades, entonces ¿por qué aceptar que sea la autoridad, la única fuente de información?

La democracia funciona cuando los medios de comunicación dan cuenta con profesionalismo y sin ideologías de por medio sobre los acontecimientos, contando la historia desde su perspectiva, abriendo la posibilidad al lector o escucha de aceptar, o confrontar una noticia; o, tal vez, una opinión con otra y formarse una propia.

Existe una gran particularidad, difícilmente puede descubrirse a un comunicador de prestigio, hablar o referirse a un hecho sin contar con pruebas, o evidencias que soporten lo que está informando o comentando, porque de ser el caso, saben bien que tendrían que enfrentarse con las consecuencias de un acto que puede calificarse como irresponsable.

Los periodistas cuentan con su prestigio, el que cuidan celosamente, conscientes que de no hacerlo, pierden credibilidad; que es la base de su trabajo, peor aún, pierden audiencia y lectores, que son; digámoslo de esta forma, el tesoro más preciado con el que cuentan.

Desde el inicio de este gobierno los medios de comunicación, periodistas, comentaristas y columnistas que ejercen su derecho, todos los días son perseguidos, insultados sobajados hasta el hartazgo, no importa la cantidad de comunicadores muertos, la violencia se ejerce impunemente desde el más alto nivel, todos los días y con todo el poder del Estado.

Ciro Gómez Leyva no encuentra respuestas, tampoco otras víctimas, que ya no pudieron contar lo que vivieron. El periodista estelar de Radio Fórmula ha dicho que terminando el sexenio valorará seguir o no en el desempeño de su trabajo. Decepcionado, cansado y sin aliento, hoy enfrenta el mal trato que, independientemente del atentado que sufrió, no cesa en su contra.

Nunca había sido tan manchada la palabra de quienes hacen de la noticia su modo de vivir, aún más allá, recibir un sueldo por ese ejercicio, pues es mal visto por quien no puede explicarse porqué ganan lo que ganan, aunque tampoco puede explicar cómo se puede sostener un movimiento político por tantos años, o a qué se dedicaban sus parientes antes de obtener el poder.

No debería ser cuestionado lo que un profesional, de la rama que sea, o un empresario, por lo que gana, si éste cumple con su obligación fiscal; al contrario, en un país supuestamente democrático deberían garantizarse puestos de trabajo bien pagados, de acuerdo a su estudio, conocimiento y preparación; sin embargo, son satanizados; el recurso que se utiliza para ello, no deja de ser simplista, “porque son conservadores, y si se trata de una universidad del extranjero, porque aprenden a robar”.

La ofensa llega a todos los niveles y se reparte de acuerdo a las menciones que se hacen por las mañanas todos los días, en las que también se ha hablado de la clase meda, nombrándola aspiracionista, sin escrúpulos, clase a la que pertenecen los empeñados en conquistar un trabajo mejor pagado a costa de lo que sea.

La prensa, más que nunca, se encuentra en riesgo, y nadie, de quienes pueden cambiar esa triste realidad, hace nada. 2024 es un año de mucho peligro para los informadores, porque es año electoral, y lo que está en juego no es poco; por lo que será mejor empezar a rezar, porque incluso, gran parte de la sociedad, se ha vuelto insensible.

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Alfredo Albíter González

Lo bueno, lo malo y lo serio