Dos noticias me impactan al abrir las redes, la primera es la de un adolescente que apuñaló a su novia a la salida de la escuela. Con tan solo trece años, decidió que una mujer no puede decir que no.
Alondra, la niña agredida, sufrió una golpiza salvaje y quince puñaladas. La madre indignada subió el caso a las redes, porque como sabemos, por ser menor de edad, el culpable solo recibirá una orden de restricción, pero no un castigo por el intento de feminicidio.
Por otro lado, está la noticia del asesino de la Alcaldía Iztacalco, en la CDMX, quien violó y mató a una menor de diecisiete años. Después, al ser sorprendido por la madre la atacó con un cuchillo.
¿Qué pasa?
Ojalá la historia de este país fuera distinta, ojalá las mujeres de cualquier edad no tuvieran que tener cuidado de todo a su alrededor. Somos presas indefensas, ante un millar de depredadores, los cuales pueden ser nuestros vecinos, nuestros hermanos y primos, nuestros esposos, nuestros amigos, el señor de la tienda, el de la pizzería, el de la papelería. Ojos por doquier. No hay seguridad que pueda prevenir las intenciones de los más cercanos.
Ese es el problema. Los años han avanzado, pero los hábitos y la idiosincrasia machista siguen en el mismo estado que hace más de cien años.
Algunos hombres aún consideran que la mujer se debe someter a sus deseos sin preguntarse si eso les conviene, si eso desean o si su único sueño es casarse o tener una relación amorosa.
En México, ayer murieron diez mujeres. Las estadísticas llevan un conteo mortal y diez es el número que a nadie asusta, solo hasta que se acumula. De acuerdo, al periódico en línea Animal Político, la impunidad por delitos generales es de 91.8%.
Ahora resulta que es más fácil que nuestro horóscopo adivine nuestro destino a que la policía encuentre a los asesinos y violadores de tantas mujeres que quedan en baldíos, zanjas, hoyos, cisternas, etc.
Lo del asesino de Iztacalco me asusta mucho. Un químico, con una vida, al parecer tranquila, amante de los animales y de viajar. Esa persona, vigilando de cerca a sus amiga, colegas, parejas, conocidas y esperando... Desde el 2012 ha matando mujeres sin que nadie pueda detenerlo o ni siquiera sospecharlo.
Muchas veces nadie se cuestiona si fue un conocido, porque ante tanta impunidad y violencia, lo primero que se piensa es una banda delictiva, y en algunos casos sabemos que es así, pues la trata de personas, es un negocio muy lucrativo. Sin embargo, se ha vuelto un distractor, para esconder a los feminicidas que son cercanos a las víctimas, pues ya no se sospecha de ellos.
Es terrible saber que este país es un paraíso para los asesinos, los narcos, los pedófilos y para todo aquel que quiera hacer con la justicia una bolita de papel y tirarla al excusado.
¿Cómo cuidarnos de todos, hasta de los más amados?