Porque la vida es una tómbola, tom-tom tómbola, la vida es una tómbola, tom-tom tómbola… De luz y de color, de luz y de color… Así suena la música en ese pequeño y vetusto café del centro de la ciudad. Ahí, mientras degusta de su café americano sin azúcar, el periodista del quinto patio ve, con cierta cortedad, el tránsito a la democracia mexicana, al "gobierno del pueblo". Visto así parecería ideal, pero, cuando “el pueblo” solo es un observador de la política, las condiciones democráticas no son tan efectivas.
Pero vamos a explicarnos (si no nos pareceríamos a Fernández Noroña, regocijándose en tik-tok de su regordete cuerpo cubierto con una toalla). Primero habría que decir que el sorteo en democracia, también denominado “lotocracia”, no es nuevo. Se ha utilizado en distintas épocas en el mundo para garantizar que todas las partes interesadas en ocupar algún cargo político, tengan las mismas posibilidades y oportunidades que los demás postulados. Hasta ahí vamos bien, aunque nunca se utilizó para elegir jueces y magistrados.
Se lo buscaron
El salario de jueces y magistrados de circuito o locales, llega a superar los 44 mil pesos mensuales, en tanto que un magistrado o magistrada presidente de nivel 1, gana 120 mil y alguno o alguna de nivel 2 al 4, alrededor de los 119 mil. Con los incrementos salariales, ya le están pegando a los 163 mil pesos. Así ni de qué preocuparse de la inflación y del aumento del camote ni la calabaza. Pero esto sólo tiene que ver con salarios, aparte está la inversión presupuestal en edificios majestuosos para alojar personal administrativo, familiares, amigos y hasta quereres clandestinos. Un ejemplo de tal es el edificio administrativo del Poder Judicial Mexiquense, imponente el derroche de recursos para la banalidad.
Y aún con el poder de la toga y el birrete, la mercadería de la impunidad y la injustica se convirtió en moneda de cambio, y las resoluciones, dictámenes, sentencias y procesos ya tenían costo, más aún si eran absolutorias o de libertad para el acusado. Aquellos que no cubrían el arancel de la tiranía judicial, se arriesgaban a la sentencia condenatoria o a procesos de años. Hoy el lamento por perder el lujo, su dizque prestigio y el poder, es su preludio del Día de los Muertos, su propia Leyenda de la Nahuala.
Acto humillante
El pasado 10 de octubre, el Senado aprobó con 81 votos a favor y 40 en contra, las leyes secundarias de la reforma judicial. Era de esperarse. (Hoy cualquier cosa que requiera la aprobación gubernamental, la obtendrá abrumadoramente por Morena, sus aliados y esquiroles de la oposición).
La iniciativa señala que el PJF se renovará en dos elecciones: la mitad el primer domingo de junio de 2025; y la otra mitad, el primer domingo de junio de 2027. “Será muy sencillo” –dijo jubiloso y en tono casi burlón el señor Noroña: Si sacas un número par, los pares irán a 2025, los nones a 2027″.
Mientras paga la cuenta de su café y abandona la pequeña cafetería, el periodista sotanero entiende que este proceso es humillante. Los jueces y magistrados lamentan esta página de la historia. Tienen razón, pero, sus quejas y su dolor, solo alimentan el ego del legislador que ríe, se divierte y burla mientras saca de la tómbola el futuro de una persona, de la estabilidad de su familia y el riesgo de su patrimonio. En el fondo se sigue escuchando: Y el ritmo de la tómbola, tom-tom tómbola, Me llena de tu amoooor.
Mi X @raulmandujano