La visita de Luisa María Alcalde y Andrés Manuel López Beltrán este fin de semana a Toluca evidenció lo que ya se sabía e hizo pública una realidad inquietante para el partido en el poder: la fractura interna en Morena, preocupante para el morenismo porque es una entidad clave.
Los abucheos en el Club Toluca al senador Higinio Martínez, así como la defensa férrea de Nazario Gutiérrez, alcalde electo de Texcoco, muestran el clima de tensión y que esa unidad del partido que sugiere Luisa María no existe.
El partido, que se presentó como la alternativa a los viejos vicios del sistema político mexicano, ahora enfrenta divisiones que recuerda las luchas internas del entonces poderoso PRI.
La acusación del senador Higinio Martínez contra el presidente municipal electo de Cuautitlán Izcalli, Daniel Serrano Palacios, fue directa y causó incluso sorpresa a Luisa María y Andy López. No lo creían. Pero fue una pequeña muestra del ambiente que hay en el morenismo mexiquense, pese a que quieran decir lo contrario, y que puede complicar aún más la cohesión del partido.
En el propio Congreso del Estado de México existen dos bloques muy marcados, uno, que le es fue a Higinio Martínez y que generó algunos conflictos antes del nombramiento del coordinador de la bancada.
No hay respuestas claras porque no hay un liderazgo claro. Es evidente el caos estructural y la evidente urgencia de que alguien tome ya de una vez por todas las riendas del partido Morena. La dirigente, Martha Guerrero, era comprensible, estaba dedicada a la senaduría y después a su elección en La Paz.
Ahora, la declaración de Luisa María Alcalde sobre los programas sociales en el Estado de México es un intento de proyectar una imagen de control y continuidad. Sin embargo, cuando aparecen abucheos que todo lo opacan, la efectividad de esas iniciativas se pone en duda. No fue solo la percepción de una división del morenismo mexiquense, sino de que la dirigencia nacional carece de una estrategia para manejar estas rupturas.
Morena, si realmente desea consolidarse y mantener su relevancia en el panorama político nacional, debe tomar medidas para abordar estas fracturas internas. De lo contrario, el partido podría enfrentar un desmoronamiento que no solo perjudicaría a sus líderes, sino a todo su partido.
sino también a los ciudadanos que han depositado su confianza en sus promesas de cambio y transformación. La cohesión interna debe ser una prioridad, ya que la división solo servirá para debilitar su posición.
Quien diga que no está dividido, miente. Es claro que no pueden contenerse los ánimos cuando se encuentran los grupos. Alguien debe asumir el liderazgo y calmarlos, porque el daño que se hacen es mucho. Hay que ver solamente lo que ha pasado con el PRD.