Hoy hablaremos de una familia de grandes empresarios, arraigados desde hace muchos años en nuestra Toluca, su padre oriundo de Contepec, Michoacán; familia Velasco Sánchez.
También platicaremos del sabor que le da a Toluca la referente y conocida panadería Pan de Millán.
Don Salvador Velasco, nacido en Contepec, Michoacán, en el año de 1904, trabajó como leñador y aguador, trayendo en un burro agua de los arroyos de Tepetongo y de Tenerías para poder venderla en su pueblo natal Contepec. En 1915 se establece en El Oro (pleno auge de las minas), ahí trabaja como empleado de una tienda de abarrotes y tiempo después entra a colaborar en la mina Dos Estrellas cargando canastas de alimentos para dar de comer a la cuadrilla. Tres años más tarde, trabajó de aprendiz de zapatero, es donde encuentra realmente su vocación y pasión, pues con la disciplina, y con el paso de los años, dejó de ser zapatero remendón y por invitación de los dueños del taller de zapatería, comienza a trabajar en la ciudad de Toluca. Después de especializarse en Pachuca, León y Guadalajara regresa a nuestra ciudad y continúa trabajando con los hermanos Márquez. Aquí conoce a la señorita Dolores Sánchez Bernal, dama de excelsas virtudes, trabajadora incansable, la naturalidad del trato y excelsitud de alma ganaban la voluntad de quienes la conocían, madre ejemplarmente cristiana y amorosa. Nunca le dio crédito a la maledicencia y siempre tuvo una disculpa piadosa para las faltas ajenas.
A base de esfuerzo y carácter, con el trabajo y estímulo de su esposa don Salvador se convierte en maestro general de la fábrica y tiempo después y tras formar a jóvenes zapateros decide establecer su propio taller en el año de 1936 bajo el nombre de Productora de Calzado S.V.H. S.A. fabricando zapatos para mujer, niños y minero, los cuales vendía su madre Carmen Núñez en Toluca, Tenango, Metepec e Ixtlahuaca. La fábrica logró en la órbita de los negocios una posición destacada y poco a poco creció y, por invitación del alemán de apellido Von Son, dueño de una compañía industrial y comercial, viaja a Alemania para asistir a la feria del calzado en Pirmanses. Conoció varias fábricas en Turner y la Moenus, donde se dio cuenta del gran avance tecnológico, decidiendo adquirir varias máquinas. Don Salvador emprendedor y visionario decide vivir con su familia en la ciudad de México; donde en este lugar logra su hijo Ernesto titularse como ingeniero químico en la Universidad Autónoma de México (UNAM), su otro hijo Salvador se titula de médico: Sergio y María Eugenia, de administradores de empresas.
Ernesto se incorpora en 1958 como administrador de la nueva fábrica de calzado Crucero S.A. dándole un nuevo impulso. En julio de 1964 Salvador fundó la empresa de calzado Vulcanizadora S.A. que tiempo después cambió a varias denominaciones. También crea otras empresas, que posteriormente con la fábrica de calzado Crucero, forman parte del grupo Industrial Toluca que llegó a producir dos mil pares diarios de calzado con la mano de obra de 325 trabajadores. Estas empresas fabricaban los zapatos borceguí, las medias botas y las botas altas que eran un excelente calzado de seguridad con casco y plantilla de acero, que eran vendidos en todo el sureste del país desde Tabasco hasta Yucatán para las industrias petroleras y chicleras, también en Naucalpan, Tlalnepantla, Distrito Federal (hoy CDMX) y en el norte de la república.
Sabor a Toluca, una de las panaderías de mayor tradición:
A finales del siglo XIX, 1890, se vio nacer, la antesala de uno de los negocios de mayor tradición en nuestra bella ciudad como lo es el pan de Millán, donde se combina el sabor de las recetas francesas y las creadas por esta famosa y tradicional familia. El negocio hoy es conservado por uno de los herederos, don Arturo Millán oriundo de capital y orgulloso de ser toluqueño; podemos comentar que hoy en día también el panadero de años de esta exclusiva llamado don José, puso su propio negocio ubicado en la Colonia Sánchez, teniendo un gran auge en este ramo. Don Pascual Millán y doña Pascualita Alva (por cierto, abuelos de mis primas hermanas las Millán Ozuna) precursores de esta tradición que en ese entonces se llamaba La Vaquita ofreciendo pan clásico mexicano a la aún pequeña población toluqueña, y es cuando a su abuelo don Miguel Millán Alva decide irse por unos años a la Ciudad de México donde estuvo trabajando como bizcochero francés, por lo que aprende el arte de elaborar piezas de dicho país (Francia); no obstante, siente la imperiosa necesidad de promover la gastronomía mexicana.
Es así como al fusionar lo aprendido entre lo francés y los procesos tradicionales de sus padres, don Miguel regresa a Toluca para crear lo que conocemos como Pan de Millán, con recetas que, por más de un siglo, le han otorgado un lugar en la historia gastronómica de esta capital. Al fallecer don Miguel en 1964, su hija Teresa toma las riendas de la pequeña empresa hasta finales de los 90´s, cuando por la misma causa, deja su lugar a Víctor Millán. Don Víctor si bien es cierto que por la edad ya no es tan fácil su aparición en el negocio frente a los clientes, su inagotable vitalidad le permite seguir elaborando piezas como verdaderas artesanías con métodos ancestrales que hoy en día inculca a su hijo Arturo Millán. Ser el referente de la quinta generación y partícipe del negocio desde los cinco años, hacen sentir a Arturo orgulloso de mantener esta usanza en casa, de ser parte de la evolución de Toluca y del negocio mismo, al recordar que los primeros fueron en el Portal Constitución (hoy pasaje), para después ubicarse en Galeana esquina con Morelos.
Su niñez la recuerda totalmente entre la escuela primaria Justo Sierra y el amasijo ubicado en Nigromante, a donde acudía después de la una de la tarde al salir del colegio. Los lugares de diversión eran la Alameda (Parque Cuauhtémoc), así como ya los desaparecidos cines Florida, Rex y Andrómeda, este último ubicado enfrente del Panteón General de Toluca La Soledad, o en el también derribado cine Coliseo (otro era Teatro Municipal) en el centro de la ciudad, cuya entrada costaba cinco pesos y donde se podía gozar de la matiné y disfrutar de las famosas palomitas. Desde su perspectiva y con nostalgia, Arturo Millán recuerda a una pequeña ciudad que fue la Ciudad Universitaria, la Colonia Morelos, Ciprés, Sánchez, Residencial Colón, Universidad, Francisco Murguía, Pensiones, Lomas Altas, entre otras; todo lo demás eran milpas.
Hoy en día sus hijos y un sobrino se encuentran laborando en la empresa familiar, por lo que espera que la tradición y el gusto por el Pan de Millán no se pierdan entre los habitantes de Toluca que tanto quieren y que perdure por los años por venir, seguir saboreando esos envinados, orejas, condes, estrellas, hojaldras de muertos, rosca de reyes, etc.