En días recientes, el presidente de grupo TELEVISA Emilio Azcárraga Jean, abandonó su cargo como directivo, esto debido a investigaciones recientes que implican a la empresa TELEVISA en casos de sobornos y corrupción en torno a los derechos de transmisión de los mundiales de 2018, 2022 y el próximo de 2026. La investigación forma parte del llamado “FIFA GATE”, escándalo de corrupción que cimbró los muros de la organización deportiva más poderosa del mundo. Azcárraga Jean fue señalado por el empresario argentino Alejandro Burzaco, quien testificó que TELEVISA, Globo TV y una televisora más pagaron millonarias cantidades en sobornos a dirigentes del fútbol mundial.
Y es que la relación del fútbol y televisión no es nada nuevo para nuestro país. Desde la profesionalización de este deporte, el fútbol en México ha crecido a pasos agigantados y no ha estado exento de polémicas, escándalos, sobornos y decisiones que han colocado al fútbol mexicano como uno de los más corruptos a nivel mundial. Debido a la complejidad del tema, el presente artículo consta de tres partes con una entrega semanal donde se analizarán y expondrán una historia del fútbol mexicano y la alianza que ha hecho con las empresas y las televisoras.
Con el inicio de la profesionalización del fútbol en México en 1943, pocos eran los clubes que tenían el poder adquisitivo para contratar a los mejores deportistas y hacer de sus equipos una gran empresa, siendo los clubes Real España y Asturias, los que dominaron esta primera década del balompié en México. Con el paso del tiempo, surgieron ídolos de masas, de estratos humildes que muy pronto dieron cátedra de lo que era jugar el fútbol, y con ellos vino el encanto de las masas hacia este deporte. Ejemplo de estos ídolos fueron Luis de la Fuente, Agustín “Coruco” Díaz y Salvador Reyes, gracias a estas figuras y a la masificación del fútbol, muy pronto este deporte comenzó a desplazar al béisbol y a las corridas de toros como el entretenimiento preferido del pueblo mexicano.
Muchos empresarios comenzaron a invertir sus fortunas en equipos de fútbol, pero fue uno en específico quien logró cambiar todo: Emilio Azcárraga Vidaurreta. Azcárraga, dueño y presidente de la cadena “Telesistema Mexicano” (actual TELEVISA,) comenzó a transmitir las competencias futbolísticas de los juegos panamericanos de 1955 y el campeonato panamericano de 1956, teniendo un gran éxito en sus emisiones; fue en ese momento cuando los Azcárraga, de la mano de otros empresarios prominentes como la familia O’Farril, decidieron dar un salto hacia adelante y usar al balompié como un trampolín para propagar su negocio y generar nuevos mercados.
Para finales de la década de 1950, el Club Deportivo Guadalajara, mejor conocido como “Las Chivas”, comenzó a generar un estilo de juego que encantó a la mayoría de los aficionados mexicanos. Muchos de los jugadores de “Las Chivas” eran considerados unos auténticos héroes deportivos, eso y el origen humilde del club, aunado a los inicios populares de muchos de sus jugadores, hicieron que el Guadalajara fuera visto como el “equipo del pueblo”. Muy pronto cada partido del Guadalajara se convertía en un imán para atraer a nuevos aficionados y por ende generar más dinero a las arcas del club, sin embargo, otros empresarios querían imitar el éxito del club Guadalajara.
En el año de 1959, y ya con un proyecto económico y empresarial que estaba comenzando a gestarse, Emilio Azcárraga Vidaurreta compró el Club América al empresario Isaac Bessudo, propietario de la embotelladora refresquera Jarritos, por la irrisoria cantidad de 425 mil pesos mexicanos. Algunos periodistas y autores afirman que Azcárraga quería imitar el éxito que estaban teniendo las Chivas en el deporte; empero, el comprar al América era parte de una estrategia que iba más allá de tener a un club que fuese campeón de la liga mexicana, la compra del Club América significaba el inicio de una relación casi eterna entre el balompié y las empresas, principalmente las televisoras. Asimismo, era la oportunidad única de posicionar al deporte como algo redituable y hacer de él un nuevo nicho de negocios.
Para completar su obra, Azcárraga contrató al jalisciense Guillermo Cañedo de la Bárcena como presidente del Club América a inicios de la década de 1960. Cañedo había sido dueño de una llantera en la ciudad de Cuernavaca, y su experiencia deportiva consistía en haber hecho dos veces campeón de la liga mexicana al modesto club morelense Zacatepec. Estos logros fueron suficientes para que Azcárraga viera en Cañedo a un hombre quien podía posicionar a su equipo como unos de los más ganadores de México, y también como un socio en los negocios deportivos.
Paulatinamente y con el dinero a manos llenas de la televisora, el Club América comenzó a situarse como un serio competidor a los campeonatos, de esta manera se creó una dicotomía deportiva entre el Club Guadalajara, el equipo del pueblo que consiguió todo a base de esfuerzo, y el Club América, propiedad de los “ricachones” de la televisión. Sin embargo, en ese momento la FIFA comenzó también a expandirse, y los Azcárraga y Cañedo vieron una oportunidad para llegar al plano internacional. La mancuerna deportiva-televisiva, comenzó una larga travesía que les traería millones de dólares, pero también mucha polémica, todo lo anterior cobijado por la poderosa Federación Internacional de Futbol Asociación (FIFA).
Continuará…
Por Juan Manuel Pedraza, historiador por la UNAM.