UN VIAJE HACIA EL ALMA
¿Sabías que, para Carl Jung, la psicología era mucho más que estudiar la mente? Él la veía como un viaje profundo al alma, un camino para descubrir lo que somos en esencia. Su interés en cosas como la alquimia, el misticismo y el Tarot no era solo una curiosidad; las consideraba herramientas que nos ayudan a vernos más a fondo, a conectar con ese lado espiritual que llevamos dentro, pero muchas veces no escuchamos.
ALQUIMIA: LA MAGIA DE TRANSFORMAR NUESTRO INTERIOR
Cuando escuchamos “alquimia”, quizás pensemos en esos antiguos alquimistas tratando de convertir metales en oro, ¿no? Bueno, para Jung eso era solo la superficie. Él creía que la alquimia era una metáfora increíble para el proceso de transformación interna. Imagina cada etapa alquímica como un momento clave en la vida: la "nigredo" o “oscuridad”, por ejemplo, representa esas crisis que atravesamos y que, aunque duras, nos empujan a crecer. Según Jung, todos tenemos un “alquimista interno” que transforma nuestras sombras en aprendizajes y nos va acercando a nuestra versión más auténtica.
MISTICISMO: UN ATAJO AL INCONSCIENTE COLECTIVO
Jung veía el misticismo como una especie de conexión directa con el inconsciente colectivo, esa gran “nube” compartida de símbolos y emociones que todos llevamos en lo profundo. No lo veía como algo extraño o fuera de lo común, sino como una forma de mirar hacia dentro, de reconectar con lo divino que habita en nosotros. Para él, esas experiencias místicas son un camino para entendernos y descubrir partes de nuestra psique que quizás ni sabíamos que estaban allí.
EL TAROT: UN MAPA DE NUESTRO VIAJE INTERIOR
Para Jung, el Tarot era mucho más que “adivinación”. Él veía cada carta como un símbolo de los arquetipos que viven en todos nosotros: figuras como “El Loco”, “El Mago” o “La Muerte” representan situaciones y roles que, de alguna forma, todos experimentamos. Es como si el Tarot nos mostrara un espejo de nuestro propio viaje personal, ayudándonos a entender en qué etapa estamos y cómo seguir adelante. Jung lo usaba para ver más allá de lo obvio y conectar con lo profundo de nuestra mente.
DIOS SEGÚN JUNG: EL MISTERIO QUE HABITA EN NOSOTROS
Aquí es donde Jung se pone especialmente interesante. No veía a Dios como un ser “allá arriba” o como una figura religiosa típica. Para él, Dios era una especie de símbolo del misterio y lo divino dentro de cada uno de nosotros. No se trataba de probar su existencia, sino de ver cómo la idea de Dios afecta nuestro inconsciente y moldea nuestra psique. En el fondo, buscar a Dios era, para Jung, una manera de buscar nuestro verdadero “Sí-mismo”, esa esencia que nos conecta con lo más profundo de nosotros.
LOS EXTRATERRESTRES: UN REFLEJO DE NUESTRA PSIQUE
Sí, ¡Jung también pensaba en los ovnis! Pero no como te imaginas. Para él, los extraterrestres no eran necesariamente seres de otros planetas, sino una especie de símbolo de lo que estaba pasando en la mente colectiva de la humanidad. En momentos de incertidumbre o crisis, los ovnis, según Jung, reflejan nuestros miedos y deseos inconscientes, proyectando lo desconocido que llevamos dentro. Así que, cuando vemos una “invasión extraterrestre” en películas, quizás estemos viendo nuestras propias ansiedades proyectadas en pantalla.
FANTASMAS Y EXPERIENCIAS PARANORMALES: ¿MENSAJES DE NUESTRO INCONSCIENTE?
Jung también se interesaba en los fenómenos paranormales: experiencias con “fantasmas”, espíritus, o cualquier cosa que pareciera fuera de lo normal. No es que él creyera literalmente en fantasmas como entidades “del más allá”, pero tampoco los descartaba por completo. Para Jung, estos fenómenos eran como mensajes cifrados de nuestro inconsciente, símbolos de algo que estaba sucediendo en nuestra psique.
Imaginemos que alguien ve la figura de un ancestro o tiene una experiencia inexplicable. Para Jung, esa aparición podría ser una proyección de algo que necesitamos confrontar o entender, como un conflicto interno o una emoción reprimida. No se trataba tanto de “comprobar” si los fantasmas existen, sino de explorar qué significaban esas experiencias para la persona que las vivía. En el fondo, Jung veía estos eventos paranormales como reflejos de nuestro propio mundo interior, de cosas que quizás no queremos ver pero que encuentran la forma de manifestarse.
EL “SELF” O “SÍ-MISMO”: NUESTRO SER MÁS VERDADERO
Jung creía que dentro de cada uno de nosotros hay un “Self” o “Sí-mismo”, una esencia auténtica y profunda que va mucho más allá de lo que mostramos al mundo. Es como si cada uno de nosotros fuera un rompecabezas, y conectar con nuestro “Self” fuera juntar todas esas piezas sueltas. Para Jung, este encuentro con nuestro ser verdadero es una experiencia espiritual, un proceso de autodescubrimiento y aceptación.
CONCLUSIÓN: EL PODER DE LO SIMBÓLICO
Al final, Jung nos invita a ver todas estas prácticas –alquimia, Tarot, misticismo, y hasta experiencias paranormales– no como “magia” o “superstición”, sino como maneras de conocernos mejor. Son espejos que reflejan quiénes somos y qué buscamos en la vida. Nos ayudan a darle sentido a lo que vivimos y a descubrir esa conexión con algo más grande, con un sentido más profundo.
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Terapeuta Holística/Investigadora/Escritora/Psicología/Inteligencia Emocional/Neuroplasticidad/Terapia emocional y de pareja/Esencias florales de Bach, Elixires Chamánicos y otras/Tarot terapéutico/Gemas y cristales