Para muchos, sobre todo para quienes aún guardaban la esperanza de que el pleno del Poder Judicial lograra detener la reforma que estuvo en boca de todos, la decepción se apoderó de ellos. El ministro Alberto Pérez Dayán representó el voto que sepultó el último intento que buscaba la sobrevivencia de la división de poderes.
Pero no puede tacharse únicamente al ministro Pérez Dayán de traidor porque, a decir verdad, solo es uno de una interminable lista que habría qué elaborarse para agruparlos, tampoco fue precisamente la decisión que de último minuto tomó éste, guardándose la razón por la que tuvo que aparecer como el verdugo de sus compañeros que permanecían en paro y a los que les provocó decepción, desconsuelo y lágrimas.
Nadie puede imponer en una sola persona la culpa por la entrega del poder judicial y lo que se conocía como división de poderes. El fracaso de lo que pudiera presumirse la configuración de un frente en contra de las decisiones tomadas desde el sexenio que recién terminó, cuenta con un promotor y muchos cómplices. Sí, el verdadero verdugo tiene nombre y apellido.
Pero no es el caso de fijar el comentario en quién tomó las riendas de la nación para violentar la Constitución y preceptos legales que juró, en su toma de protesta, guardar y hacer guardar. Todo, incluyendo la promesa que siguió en su discurso inicial de no meterse en absoluto en las decisiones de los juzgadores, precisamente se une a un largo, muy largo, listado de mentiras que rebasaron al final de su mandato, lo impensable.
Pero no se debe confundir lo antes señalado con el propósito de desmarcar al ministro aludido. Por supuesto que Pérez Dayán se encuentra en ese grupo al que se le señala como traidor, no solo a sus principios y valores, o a sus compañeros del poder judicial, sino a México. Las consecuencias serán devastadoras, no hay rumbo, y lo que se alcanza ver en el horizonte, no es nada prometedor.
Al final, la mediocridad terminará pagando un alto costo a los mexicanos, no se pueden lograr grandes hazañas si las máximas responsabilidades se dejan a un puñado de inexpertos, o aprendices, o que cuenten ridículamente con un diez por ciento de conocimiento sobre lo que deberían ser maestros.
Ejemplos de lo señalado sobran; los desatinos del gobierno se han venido repitiendo ya como costumbre en los últimos años, en diferentes frentes, lo que ha ofrecido una riqueza inagotable para las redes sociales; tal vez el último reducto de libertad de expresión real para ridiculizarlos, pues en ellas no hay piedad para hacerlo, presentando una absurda analogía entre los acontecimientos y la verdad fabricada por la 4t.
Al pueblo se le ha venido vendiendo un montón de cristales como si de gemas preciosas se tratara, lo que termina por no servir y no poder utilizar para proyectar algo mejor a la ya de por sí sufrida vida de los habitantes del país, a los que el orgullo por pertenecer a estas tierras, en muchos de ellos, poco a poco ha venido a menos y amenaza con extinguir su llama.
El ministro Pérez Dayán no puede aparecer solo para reprocharle el justo reclamo, existe una muy larga lista que le hace compañía: desde Carlos Salinas de Gortari, pasando por el jefe Diego Fernández de Cevallos, el expresidente Ernesto Zedillo Ponce de León, así como el exministro Arturo Zaldivar; Yunes o, a los que callaron con fuego amigo al intentar pensar por sí mismos, como Ricardo Monreal, o Marcelo Ebrard Casaubón, quienes muy pronto dejaron de lado sus exigencias y ambiciones.
Pero no se deben olvidar otros; como Rosario Piedra, Presidente de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) o, Guadalupe Taddei, Presidente del INE; también la ex candidata valiente del Estado de México, Alejandra del Moral; su promotor Alfredo del Mazo, entre otros. Todos contribuyeron, en su momento, para canalizar el rumbo sin retorno que ha tomado la nación, ya fuera por miedo, por compromiso, por tener una cola bastante larga qué les pisen, o por cobardía; para el caso, el resultado es el mismo y no por eso su responsabilidad menor.
Tal vez se podrá preguntar por qué la mención de Fernández de Cevallos, si siempre se ha manifestado en contra de López Obrador y su movimiento, además de sostener un conflicto personal y de ideologías con el tabasqueño, con quien es el verdadero líder y artífice de todo.
La respuesta es de lo más sencillo: Fernández de Cevallos aceptó tener un debate con el tabasqueño, cuando éste luchaba por hacerse notar. El enfrentamiento que se realizó en el año 2000, no era indispensable, ni iba a resolver algún conflicto importante más que la lucha de egos para conocer quien gritaba más; al final, López gritó más y Fernández no pudo imponer sus argumentos. Para muchos, ese momento fue parte importante del posicionamiento de oriundo de Macuspana para, posteriormente, lanzarse a la conquista de su sueño dorado.
México enfrenta un presente que dista mucho de estar resuelto, los morenistas se han salido con la suya, pero nadie garantiza que el rumbo que está adoptando el país sea el correcto. En ninguna parte del mundo el socialismo o, el comunismo, o lo que verdaderamente buscan los morenos: el totalitarismo, o la dictadura, ha mostrado su benevolencia para sacar a los marginados de la pobreza. La experiencia, maestra en predecir el futuro, así lo determina.
Con el poder en garras de quien ha venido destruyendo todo y sin el menor límite, impondrá una factura de alcances de pronóstico reservado, con el paso de los años se irá descubriendo y el amanecer de la lujuria de satisfacción por haber vencido e inutilizado a sus adversarios, dará la verdadera y horripilante cara de lo que será México y su vida social y política. Todo, gracias a los traidores.