Se ha desatado una carrera por la conquista de la simpatía de los millones de ciudadanos con credencial para votar, para el próximo domingo primero de julio, con la intención de ganar su voluntad al momento de emitir el voto, a favor del candidato o candidatos que representan. Esta labor se realiza con lo que se le denomina como la estructura, que son ciudadanos con arraigo en un distrito, calle o colonia, quienes a final de cuentas, son los que hacen el trabajo pesado, para convencer a sus vecinos que el que representan es la mejor opción, o, en muchas ocasiones, es el que le manda la despensa, dinero o cualquier otro “apoyo” que le mandan.
En reciprocidad, los vecinos o conocidos contactados deben agradecer, además de elegir en la boleta al que le manda el apoyo, asistir a los eventos que sean convocados, que pueden ser, desde hacer acto de presencia en algún evento público, manifestaciones o marchas, hasta el compromiso de convencer a sus familiares para que también entren al juego, entre otras cosas, que por el agradecimiento, no podrán negarse, porque además les pasarán lista, y quien no vaya, pues simple, ya no será tomado en cuenta.
Esto, lo hacen todos los partidos, no es un secreto, sólo que hay quienes hipócritamente salen a desgarrarse las vestiduras, para señalar con el dedo a su contrincante, acusándolo de que está comprando votos, cuando la viga que lleva en el ojo no quiere que nadie la vea. Lo peor de todo esto, es que muchas de las veces, quienes pagan las consecuencias de la ira del que acusa, son los que más expuestos están, porque los que ordenan nunca llegan a tener un problema ante la justicia, es como cuando llega la autoridad a detener a los albañiles de una construcción por haber violado los sellos de clausura, se los llevan detenidos, ¿y el que los contrató? Bien gracias.
Pero, no es únicamente por parte del que está preocupado por reclutar a la mayor cantidad de gente para su causa, que además, busca ganarse el merecimiento de ser considerado para algún cargo, en el momento que sea oportuno claro, sino que los mismos vecinos, pues ya le encontraron el modo a la época de campaña, porque venden caro su amor, y como marchantes, esperan que les ofrezcan para elegir la mejor opción, o, quien le ofrezca más y mejores “apoyos”. Y así, nuestra democracia se convierte penosamente en una negociación de “tianguis”.
¿Quién es responsable? Aquí nadie puede acusar al otro, todos tienen que ver en el tema, y eso, se puede saber incluso sin preguntar, los mismos vecinos hablan de los ofrecimientos que les hacen, pero, ¿cómo saber si al que prometió tachar en la boleta al partido o coalición, lo hace?, pues hay muchas formas de saberlo, una de ellas, de las más conocidas, es emitir el voto y tomarle una fotografía para enviarla por mensaje como muestra de que ha cumplido.
Todo se traduce en una condición puramente clientelar, el resultado además se puede apreciar en la cantidad de personas que asisten a las reuniones, marchas o mitines que son convocados y en donde reporteros sin escrúpulos llevan sus cámaras de video para “entrevistar” a los manifestantes con la consabida respuesta de no saber a qué van, o no conocer siquiera al candidato que van a apoyar, lo peor y de mayor vergüenza, son los señalamientos que en redes sociales les hacen a estas personas, y que a final de cuentas ni se enteran, porque muchos no conocen siquiera el internet, diciéndoles “borregos” entre lo menos.
Tal vez con los insultos que con cobardía hacen al cobijo de la secrecía que da la red se sienten seres superiores, o más importantes, pero sólo reflejan la bajeza del poco respeto que deberían haber recibido en casa y que tienen para con los demás. Pero paradójicamente son los que más se sienten ofendidos e incluso se atreven a comentar como si fueran expertos en el tema, pero, no es darle mayor importancia a quien no la merece.
El resultado de todo lo anterior y más, convierte a muchos de los supuestos necesitados en unos verdaderos “Damnificados Profesionales”, sin que con lo anterior se ponga en el mismo concepto a las familias que si necesitan, hay los que mañosamente se colocan en posición de damnificados, pero, lo son para todo y en cada época del año, porque muchos de ellos bien podrían hacer algo más o mucho más si no estuvieran tan sólo en espera de los programas que saben les llegarán, evitando con ello el forzado crecimiento para la manutención de su familia con un trabajo digno y honrado.
Por ello, los damnificados profesionales son un sector aparte, no tienen que ver con los que sufren pobreza extrema, o pobreza, pero se colocan mañosamente en el supuesto para ser considerados todo el tiempo, por el gobierno o por los partidos políticos, incluso, por las asociaciones civiles.