México se encuentra sumido en una guerra sin cuartel por los grupos delictivos, mismos que han tomado de rehén a todo el pueblo. De entre las que más preocupan, es la que ha sido observada por el mundo entero, y principalmente, por el vecino del norte, pues han pasado meses de la violencia desatada por las fracciones que han dividido al cártel de Sinaloa entre los “chapitos” y los “mayos” y que ha cobrado más de setecientos muertos.
Por desgracia para los mexicanos, no es el único foco de preocupación, ya que la mayor parte del territorio nacional se encuentra sumido en zona de guerra por distintos grupos criminales, interesados en ocupar la mayor cantidad de localidades para obtener más ganancias.
Recientemente, se dio a conocer la noticia del duro golpe a la delincuencia organizada que asestó la Marina, por incautar un importante cargamento de fentanilo; una tonelada, que representa millones de dólares en el mercado de estupefacientes. También se han anunciado, aunque escasas, pero importantes al fin, el desmantelamiento de laboratorios dedicados a su fabricación.
El reclamo que se va haciendo añejo por falta de resultados o, porque estos son muy escasos, es el que tiene que ver con la persecución de quienes se dedican a la fabricación, traslado y distribución de las drogas hacia Estados Unidos, principalmente, del fentanilo; el cual ha contaminando a un, cada vez mayor, grupo de adictos a esta droga, que reporta ganancias multimillonarias para los delincuentes, lo que ha provocado molestia por parte del socio del norte, por la lentitud con la que ha actuado el gobierno mexicano para localizar y desmantelar esos laboratorios.
El gobierno de Joe Biden en repetidas ocasiones pidió a nuestro país atender el problema que afecta a ambas naciones, pero la respuesta ha sido muy limitada y mediocre, pues esa distribución no se ha podido contener; el negocio rebasa la sub operación del gobierno mexicano, se dejó crecer y ahora, parece casi imposible detenerlo.
Al no lograr detenerla, la administración que se dice de izquierda, ha optado por la peor forma de enfrentar el problema; negándolo. Como lo ha hecho desde el gobierno de López Obrador, con éste, así como con los demás males que agobian a los ciudadanos. Aunque con los mismos resultados, porque, una cosa es mantener sumergido en el engaño al pueblo bueno y sabio, aprovechando la tribuna más alta, y otra, muy diferente, lo que se le pueda decir al socio.
Por esa razón, el prestigiado medio de información estadounidense, The New York Times, se ha puesto en el centro de los ataques de los mandatarios mexicanos al desvelar la verdad; primero de López Obrador y ahora de Claudia Sheinbaum, creyendo que negando lo evidente, ya no tienen por qué hacerse responsables.
El presidente electo de los Estados Unidos, viejo conocido por el país Azteca, Donald Trump, desde su campaña, ha prometido varias cosas, entre ellas; nombrar a los cárteles mexicanos como terroristas, lo que ha encendido los focos de alarma en este lado de la frontera por lo que eso significa.
Trump, como López Obrador, se regocijan con ser el centro de atención, no importa si es por decir mentiras; las declaraciones escandalosas llaman la atención como lo ha venido haciendo el primero; aunque no son pocos los analistas que aseguran que varias de las promesas que ha anunciado, las hará, pues no tendrá empacho en cumplirlas.
No obstante, tras la advertencia de ver a un Donald Trump recargado, la presidente Sheinbaum insiste en minimizar sus declaraciones, y se atreve a explicar que no habría un desencuentro con el nuevo gobierno porque el titular del ejecutivo estadounidense que está por arrancar, sostenía buenas relaciones con López.
Pero Sheinbaum se aventura aún más allá en su señalamiento, al decir que cree que el presidente recientemente electo para su segundo periodo, ha sido mal informado, como si se estuviera refiriendo a un líder que habita en alguna isla y desconoce los problemas que, de hecho, ya enfrentó en su momento, o, peor aún, que es fácil de engañar y manipular.
“Yo creo que ayer el presidente Trump le mal informaron, con todo respeto, al presidente Trump porque yo creo que le informaron que en México todavía gobernaba Felipe Calderón y García Luna, pero no, en México gobierna el pueblo”, señaló CSP. ¿Ironía, chiste o quiso imitar a su padre político? La respuesta no importa, lo que llama la atención es la postura de la presidente.
Falta muy poco para saber hasta dónde puede causarle gracia la respuesta que dio la mandataria mexicana al estadounidense, o si de verdad, Trump cambiará al momento de asumir el cargo y después, todo se dará en una relación tersa como se atreve a asegurar Sheinbaum.
El caso es que es difícil aceptar que en México eso de que no se fabrica la droga en este lado de la frontera sea creíble, la población sufre la exacerbada violencia en todas sus formas, con el asedio constante de grupos delictivos que, por mucho que se insista en negar su impacto; no dejan de operar.
Y mientras se soluciona la lucha que ha surgido entre la razón y el deseo, por cuanto a puntos de vista divergentes, la frontera seguirá dando muchos problemas, ya sea por el tráfico continuo y permanente de droga o, por el ingreso de indocumentados hacía Estados Unidos, a los que se teme engruese un gran número de mexicanos, a pesar de las amenazas que ha soltado la administración que está por iniciar.
