Mujeres protagonistas de nuestra historia: Josefa Ortiz de Domínguez, mucho más que una simple heroína.

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Mujeres protagonistas de nuestra historia: Josefa Ortiz de Domínguez, mucho más que una simple heroína.

Viernes, 28 Febrero 2025 00:01 Escrito por 
Juan Manuel Pedraza Velásquez Juan Manuel Pedraza Velásquez Ecos del pasado

Marzo es el mes donde en todo el mundo se conmemora el Dia Internacional de la Mujer, una fecha que es para reflexionar, criticar y repasar la importancia que ha tenido la mujer en toda nuestra historia nacional, así como exigir los cambios hacia una verdadera igualdad. Un día que va mucho más allá de regalar una simple rosa y felicitar a la “creación más bella de Dios, merece un análisis mucho más profundo, ya que a lo largo del tiempo se han presentado diversas desigualdades sociales, económicas y culturales hacia las mujeres, cuando su importancia en nuestra historia ha sido significativa.

Una figura femenina de importancia trascendental para nuestro pasado fue doña Josefa Ortiz de Domínguez. A punto de iniciar el mes de marzo, conviene destacar su papel en nuestra Historia, no sólo como heroína de la independencia, también su relevancia como mujer en un mundo dominado y controlado por hombres. A lo largo de nuestra historia, el papel de doña Josefa se ha reducido en los libros de historia patria de las escuelas primarias, a ser un simple agente quien dio aviso a los insurgentes sobre el descubrimiento de la Conspiración de Querétaro.

“El día 15 la corregidora le dio aviso a Allende, quien, esa misma noche, previno a Hidalgo, y éste, vistos los acontecimientos, decidió iniciar la rebelión, en la madrugada del día 16, aunque con ello, adelantaba la fecha convenida”

María Josefa Cresencia Ortiz Téllez Girón nació en la ciudad de México un 19 de abril de 1773 esto de acuerdo con el libro de bautizos de la parroquia de San Miguel en la ciudad de México; perteneciente al grupo criollo, su vida no estuvo exenta de carencias económicas y desigualdades sociales. Gracias a la ascendencia vasca de su padre, doña Josefa pudo estudiar en el Colegio de Vizcaínas mediante una pensión de gracia, fue a los 16 años mientras cursaba sus estudios en el colegio, donde conoció a quien fuera su esposo, don Miguel Domínguez.

Fue madre de 14 hijos, y pese a que se dedicó a la maternidad con mucho esfuerzo y orgullo, se sabe por fuentes cercanas a la época que doña Josefa fue una mujer única, rebelde y alejada de todo aquel convencionalismo social propio para una mujer de la época. Desde joven mostró inconformidad ante los valores de su tiempo, leyó libros de literatura prohibida por las autoridades españolas y constantemente estaba cultivando su mente en temas de política y religión, algo que le causó más de una discusión y problemas con su esposo Miguel Domínguez.

En 1808, con la invasión de Napoleón Bonaparte a España, Miguel Domínguez y Josefa Ortiz protestaron ante esta afrenta, promovieron el respeto hacia la autonomía y manifestaron su inconformidad con los abusos cometidos por el gobierno de peninsulares. En 1809, el capitán Ignacio Allende promovió nuevas juntas patrióticas en aras de acabar con los abusos y lograr una independencia de las autoridades españolas, dichas juntas se efectúan con mayor frecuencia en la ciudad de Querétaro, en las cuales Josefa participó activamente junto con Miguel Domínguez, Ignacio Allende, Juan Aldama y Miguel Hidalgo.

Más allá de ser una simple participante, se sabe que “la corregidora” aportó ideas al plan de acción y difundió los postulados independentistas, arriesgando su propia vida y el patrimonio de ella y de sus hijos. Asimismo, para participar el ideario político insurgente, Josefa leyó diversos textos políticos, incluso en otros idiomas, lo cual, sin exagerar, la convirtió en una de las mujeres más ilustradas de su tiempo. Tales textos, tertulias literarias y discusiones fueron alimentando su sed de justicia social y su necesidad de lograr un cambio en la Nueva España.

El 15 de septiembre de 1810, la historia más contada nos dice que Josefa avisó a los insurgentes gracias al alcaide Pérez de Querétaro, quien por una increíble casualidad se encontraba en los aposentos de la planta baja de la vivienda donde moraban Josefa y el corregidor. Dicho acto hizo posible que Miguel Hidalgo adelantara el movimiento armado la misma mañana del 16 de septiembre. Sin parecer exagerados, podríamos decir que doña Josefa hizo posible el movimiento armado ya que sin su alerta éste no hubiera existido.

Sin embargo, la actividad insurgente de Josefa Ortiz no terminó aquel 15 de septiembre de 1810. Posterior a esa fecha, la corregidora siguió defendiendo la causa de la independencia, tratando de convencer a más de uno, difundiendo propaganda y criticando abiertamente a las autoridades virreinales. Lo anterior le atrajo varios problemas, no sólo con su esposo, también con las autoridades novohispanas, en un documento de 1811 el virrey Vengas advierte al corregidor Domínguez que “hiciese que su mujer se condujera con prudencia, o sería encarcelada por no corregir su conducta”.

Las amenazas no mermaron la audacia y indocilidad de doña Josefa, al contrario, siguió protestando y difundiendo la independencia como una auténtica protagonista de la insurgencia. Las autoridades no iban a pasar esto por alto. El canónigo Mariano Beristaín, quien estaba al pendiente de las actividades subversivas de Josefa Ortiz, la denunció de nueva cuenta al virrey en una carta donde podemos leer el resentimiento, la virulencia y hasta el odio hacia una mujer que se metía en política y criticaba abiertamente a las autoridades, en su misiva contra Josefa Ortiz, Beristaín se dirigió a ella como un…

“…agente más efectivo descarado, audaz e incorregible que no pierde ocasión ni un momento de inspirar odio al Rey, a la España, a la causa, y determinaciones y providencias justas del gobierno legítimo de este Reino. Y tal es Señor Excelentísimo, la mujer del Corregidor de esta ciudad. Esta es una verdadera Ana Bolena que ha tenido valor para intentar seducirme a mí mismo, aunque ingeniosa y cautelosamente”.

Sus actividades subversivas hicieron que Josefa fuera recluida en la Ciudad de México en los conventos de Santa Teresa y Santa Catalina de Siena, siempre custodiada por novicias, quienes dieron parte del comportamiento de su comportamiento a las autoridades. Josefa Ortiz fue recluida de 1814 a 1817, mientras estuvo presa ocurrió el fusilamiento de José María Morelos y el decaimiento de la insurgencia. Con la familia Domínguez en decadencia social y económica, Josefa solicitó el indulto al virrey Apodaca, mismo que se le otorgó el 17 de junio de 1817.

Josefa regresó con su familia a vivir en la ciudad de Querétaro, alejada momentáneamente de la grilla política, pero sin abandonar sus ideales, mismos que manifestó en 1821 al negarse a ser dama de compañía de la esposa de Agustín de Iturbide, primer emperador de México, por considerar que el movimiento de independencia se había alejado de sus ideales principales. Posterior a la Independencia, Josefa y su esposo se trasladaron a la ciudad de México, su temple y su carácter quedó de manifiesto incluso meses antes de su muerte cuando no le permitió la entrada a su vivienda al presidente Guadalupe Victoria debido a su inoperancia e ineptitud en el saqueo al mercado del Parián.

La Corregidora falleció un 2 de marzo de 1829, a 196 años de su muerte conviene hacerle justicia, no como una simple heroína, sino como una mujer que desafío los cánones, convencionalismos, valores de la época y que dio su vida por una causa justa, arriesgando en el procesos su patrimonio y el porvenir de sus hijos. La historia a veces no le hace justicia a doña Josefa, al recordarla siempre como “La Corregidora”, epíteto que la supedita a las funciones políticas de su esposo, pero hoy 28 de febrero que Josefa Ortiz es una piedra angular de nuestra historia.

Por Juan Manuel Pedraza, historiador por la UNAM.

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