Tarana Burke, activista afroamericana por los derechos civiles, fue la primera en utilizar la frase "Me Too" para visibilizar y denunciar casos de abuso y agresión sexual. Sin embargo, el término alcanzó reconocimiento global en 2017, cuando un grupo de mujeres acusó al influyente cineasta Harvey Weinstein de abuso sexual. A partir de entonces, el hashtag #MeToo impulsó un movimiento mundial en favor de las víctimas y en contra de la impunidad.
En 2019, el movimiento #MeToo llegó a México con características particulares. Mientras que en otros países se enfocó principalmente en el abuso y la agresión sexual, en México adquirió una perspectiva más amplia, denunciando diversas formas de violencia de género, como la violencia vicaria, el incumplimiento de obligaciones alimentarias y el hostigamiento. Ese mismo año, el movimiento feminista cobró mayor fuerza: miles de mujeres salieron a las calles para exigir un alto a la violencia y el reconocimiento pleno de sus derechos. Las ciudades se tiñeron de morado y verde, símbolos de lucha, resistencia y esperanza. "Un violador en tu camino", del colectivo chileno Las Tesis, y "Sin miedo", de la mexicana Vivir Quintana, se convirtieron en himnos del feminismo en México y América Latina. Las pancartas y pintas reflejaron el contexto de violencia e inseguridad que enfrentan las mujeres.
En 2020, la pandemia no detuvo la movilización feminista; por el contrario, evidenció y agravó las múltiples violencias de género. El confinamiento intensificó la violencia doméstica y los feminicidios, precarizó aún más el empleo femenino y sobrecargó a las mujeres con dobles y triples jornadas de trabajo no remunerado. Además, la falta de respuestas efectivas por parte del Estado profundizó la violencia institucional, dejando a muchas mujeres en una situación aún más vulnerable. Sin embargo, el movimiento encontró nuevas formas de resistencia, adaptándose al espacio digital para seguir denunciando estas problemáticas y exigiendo justicia.
Este 8M, miles de mujeres volverán a tomar las calles para manifestarse y alzar la voz. En el marco de esta conmemoración, invité a mis estudiantes universitarios a reflexionar a través de diversas acciones simbólicas. Su creatividad quedó plasmada en una mariposa, símbolo de la igualdad con raíces en nuestro pasado prehispánico; un tendedero, para exponer y resignificar las prácticas machistas en un llamado a la equidad; una balanza, que evidencia la desigualdad estructural; y mantas con frases que expresan la lucha feminista en distintos frentes: la violencia de género, la desigualdad en la academia, la falta de representación de las mujeres en la historia, la urgencia de transformar normas sociales y la necesidad de construir espacios seguros y equitativos. Algunas de las frases escritas por las y los estudiantes reflejan estas realidades:
- “Mi compañera se dio de baja porque esta comunidad ignoró el hecho de que un compañero compartiera sus fotografías íntimas. Su autoestima se vio afectada y, ante la falta de apoyo, no encontró la fuerza para denunciar.”
- “Mi profesor invade constantemente mi espacio en el aula. Su mirada lasciva sobre mi cuerpo me incomoda. Ser investigador no lo exime de su violencia.”
- “He estudiado en el aula de Karl Marx y en los auditorios Ignacio Ramírez Calzada y ‘El Nigromante’. Pero, ¿dónde están las aulas que nos hablan de Hannah Arendt, Francisca de Aculodi, María Kiesler, Sara Rietti?”
- “La indiferencia también es una forma de violencia.”
- “Si te choca, te checa.”
Este 2025, la lucha feminista no sólo enfrenta los desafíos históricos de la desigualdad y la violencia, sino que también convive con el auge de contramovimientos que han encontrado en redes sociales como TikTok, Instagram y YouTube un espacio de difusión y popularización. Entre ellos destacan tendencias como las "tradwives" y las "pick-me", que proponen modelos de feminidad en aparente oposición al feminismo contemporáneo.
Las tradwives, o "esposas tradicionales", promueven una visión idealizada de la mujer como ama de casa y cuidadora, exaltando la sumisión al esposo y rechazando la independencia económica o profesional. Las pick-me, por otro lado, representan a mujeres que buscan diferenciarse del feminismo para ganar aceptación en espacios masculinos. Ambos discursos minimizan las violencias de género, refuerzan estereotipos sexistas y generan debates sobre autonomía, libertad de elección y el impacto de las redes sociales en la construcción de la identidad femenina.
¿Y tú, desde qué lugar te posicionas?
¿Con quienes están en pie de lucha o con quienes refuerzan los estereotipos de género?