En la semana anterior analizamos el Campeonato Mundial de Fútbol de México 1970, el cual fue espectacular en términos deportivos, ya que vio consagrarse a grandes figuras históricas del balompié internacional y presenció el surgimiento de nuevos prospectos y estrellas deportivas. Sin embargo, el campeonato mundial de 1970 fue rodeado por varios eventos extradeportivos, los cuales, muchos de ellos, trascendieron políticamente. 16 años después nuestro país volvió a ser sede de esta justa mundialista, esta vez con 24 equipos participantes en vez de 16.
La FIFA estableció en su congreso de Tokio de 1964 un sistema de rotación para designar la sede de la Copa Mundial, alternando la sede entre Europa y América, los dos continentes con mayor tradición y técnica futbolística. De acuerdo con esta decisión, el Mundial tendría que celebrarse en uno de estos continentes de manera alterna. Gracias a este sistema, en 1974 Colombia fue designada como sede para el Campeonato Mundial de Fútbol de 1986, pretensión que fue apoyada por el entonces presidente Misael Pastrana.
Con el paso del tiempo, Colombia presentó pocos avances en la construcción de estadios e infraestructura deportiva y administrativa. Además, a principios de la década de 1980 el país sudamericano vivía un ascenso en las olas de violencia e inseguridad debido al crimen organizado, por lo que se vio en la necesidad de declinar su candidatura. De esta manera, Colombia renunció en noviembre de 1982. Ante esto, el presidente Belisario Betancur declaró que “la regla de oro consistente en que el Mundial debía servir a Colombia y no Colombia a la multinacional del Mundial. Aquí tenemos muchas otras cosas que hacer y no hay ni siquiera tiempo para atender las extravagancias de FIFA y sus socios”.
No sabemos a ciencia cierta a qué se refería Betancur con el término “extravagancias de la FIFA”, lo cierto es que la federación más poderosa e importante del balompié se apresuró a designar un candidato suplente, ya que había muchos millones de dólares en juego comprometidos ante los patrocinadores. Inmediatamente cuatro países se postularon para sustituir a Colombia como sede: Estados Unidos, Canadá, México y Brasil.
La candidatura de Estados Unidos muy pronto fue popular debido a que leyendas como Pelé y Franz Beckenbauer la apoyaron, esto debido a que ambos habían terminado sus carreras allá. Sin embargo, muy pronto fue descartada por la poca popularidad del fútbol en Estados Unidos, misma situación que presentó Canadá. Brasil muy pronto declinó su participación, por lo que la única opción viable era México, esto debido a que tenía más experiencia en la organización de eventos deportivos y podía cumplir en un plazo récord las exigencias de la FIFA. Sin embargo, había una razón mucho más profunda que las argumentadas por la FIFA.
Lo cierto es que Guillermo Cañedo, empresario y dirigente deportivo mexicano, y João Havelange, presidente de la FIFA, fueron colaboradores muy cercanos. Gracias a esta dupla la FIFA pudo expandir sus negocios e invitar a multinacionales a que participaran en el Mundial y promocionaran sus productos. Un Mundial en México presentaba una nueva forma de hacer de un evento deportivo una mina de oro y sacar el máximo provecho de las transmisiones de los partidos. Cabe señalar que la candidatura de México fue apoyada por el presidente Miguel de la Madrid.
Durante el gobierno de Miguel de la Madrid, el país presentaba una crisis política y económica sin precedentes. La inflación era insostenible, la devaluación crecía, el crimen organizado se expandía y las medidas de “salvación” del presidente recaían en recortes presupuestales y reducción del gasto público, mismas que tuvieron un impacto negativo en la calidad de vida de la población. Asimismo, México se vio afectado por dos desdichas que evidenciaron la ineptitud de las autoridades federales: la tragedia de San Juanico en 1984 y el terremoto de 1985.
En los eventos anteriores se perdieron demasiadas vidas humanas y cabe destacar que el gobierno actuó de manera torpe ante tales situaciones. En el terremoto del 19 de septiembre, la reacción de las autoridades fue lenta y torpe, y la magnitud de los daños también evidenció la corrupción que había en las concesiones inmobiliarias que otorgaban los gobiernos. Lo anterior puso en duda la seguridad y la estabilidad para organizar un evento de tal magnitud en México. Empero, nada detuvo los esfuerzos del comité organizador y el presidente de México por realizar el evento.
En plena inauguración, un 31 de mayo de 1986, ante más de 110,000 personas reunidas en el Estadio Azteca, se escuchó una rechifla impresionante al presidente de México, quien en tan solo unos segundos fue presa de los insultos, silbidos y mentadas de madre que salían de las bocas de la afición mexicana, que rechazaba de manera categórica la administración del presidente de la Madrid. Fue de tal magnitud el abucheo que Televisa tuvo que silenciar el sonido de la ambientación en el Estadio Azteca. No obstante, el insulto multitudinario al presidente de México no fue la única polémica de este certamen.
Ya en los partidos de la primera fase, muchos jugadores se quejaron de las condiciones del césped, la altura de algunas ciudades y los horarios de los encuentros, siempre al mediodía o a las dos de la tarde, en horarios donde el calor era más sofocante. Los horarios estaban diseñados de esta forma debido a la diferencia horaria que había con Europa, esto para que los partidos fueran transmitidos en horarios estelares en el viejo continente y, de esta forma, obtener más beneficios económicos producto de la publicidad y patrocinios, una jugada maestra de Grupo Televisa y Havelange.
En términos deportivos, cabe destacar que el Mundial de 1986 fue exitoso y espectacular. De acuerdo con analistas y prensa internacional, México 86 fue “uno de los mundiales más espectaculares de la era moderna futbolísticamente hablando”. El campeonato vio consagrarse a Diego Maradona como principal estrella del fútbol internacional, vio figuras trascendentales desarrollarse en las canchas mexicanas, como Gary Lineker, campeón de goleo con seis anotaciones; Emilio Butragueño, estrella española y compañero de Hugo Sánchez en el Real Madrid; Lothar Matthäus, estrella alemana en ascenso; y una selección mexicana que avanzó a los cuartos de final y fue eliminada por Alemania en un encuentro decidido en tanda de penales.
Pese a la espectacularidad desplegada en la cancha, México 86 es recordado como un Mundial ante la adversidad, un campeonato que se desarrolló en medio de un país devastado por la pobreza, la deuda externa y la crisis económica, un paliativo para un pueblo mexicano carente de alegrías en un sexenio lúgubre ensombrecido por sus autoridades incompetentes. México 86 nos recuerda que el fútbol y la realidad política y social nunca están desvinculados, y que existen personas sin escrúpulos que prostituyen el deporte y lo usan para sus nefastos negocios.
A exactamente un año del campeonato del 2026, el Estadio Azteca se convertirá en el único estadio en albergar tres partidos inaugurales del Campeonato Mundial. El certamen, celebrado en los tres países norteamericanos, será el primero en el que competirán 48 escuadras representantes de cinco continentes. Aun con la sombra de escándalos de corrupción, la FIFA ha declarado que el campeonato será todo un espectáculo; sin embargo, es evidente el hecho de que en esta competición y en las que siguen, la FIFA busca que sus campeonatos sean un éxito económico más que deportivo. En este aspecto, quien sale perdiendo siempre es la afición, que espera un magnífico espectáculo futbolístico. Solamente la historia decidirá si el Mundial del 2026 será un éxito o un rotundo fracaso.
Por Juan Manuel Pedraza, historiador por la UNAM.