Los tiempos están cambiando, cantaba Bob Dylan en los sesenta y hoy es más cierto que nunca. Si viviera el Umberto Eco que escribió Apocalípticos e Integrados, añadiría una apostilla como la que hizo a su famosa obra El Nombre de la Rosa, para advertir que Dylan con el anuncio de que está promoviendo su propia marca de whisky (Heaven´s Door, como una famosa canción de él) está no sólo completamente integrado al sistema comercial que tanto criticaba en su juventud sino además coronado por el sistema cultural-comercial con un Premio Nobel y un milloncito de dólares.
Y si le pidieran a Eco que aplicara su tesis a México, notaría que los Partidos se están desintegrando, tornándose apocalípticos al parejo de estos tiempos terminales. Su ideología está siendo reemplazada por la del fútbol, que mueve y promueve más eficientemente las masas que asisten voluntariamente a los partidos y hasta pagan por demostrar la solidaridad con su equipo o la Selección Nacional que une a todos (La Gran Coalición), que los gratuitos programas sociales del Partido en el Poder a votar por sus seleccionados candidatos, sea como sea que hayan sido nominados (para los fanáticos intelectuales o viceversa, como nuestro buen amigo Jorge Eduardo Alcalá, que le va al Atlas, malgré tout, en buen mexicano, aunque pierda...recomendamos como ilustración y diversión: El fútbol como ideología, de Vinnai y el libro del profesor de la Universidad de Toronto, Peter Pericles Trifonas -no es pseudónimo- sobre Umberto Eco y el fútbol).
Unidos en la devoción futbolística o electoral, los mexicanos sabemos unirnos también tras la derrota...unos contra otros, equipos contra equipos, partidos contra partidos. Y de la primera división, los equipos y partidos pasan a la segunda y viceversa si se recuperan. Hay más congruencia en el fútbol, donde no se admiten coaliciones, que en lo electoral, donde han surgido a veces extrañas amalgamas. ¿Se imagina el lector una alianza entre el América y las Chivas o de éstos con los Pumas?
Pero en la política mexicana ya se vale, desde que cambiaron las reglas del juego electoral para permitir las coaliciones y hasta (algunos supuestos) independientes. Por eso estamos siendo testigos o partícipes de este mundo al revés, donde los partidos (políticos) ya no son partidos, es decir una parte del sistema político, sino entes divididos que intentan amalgamarse para sobrevivir unidos, con otras asociaciones igualmente fragmentadas.
Que siga el partido, con cambios o no de jugadores, y que gane la mejor coalición aunque con esta tendencia a la desintegración lo más probable sea que en el segundo tiempo, a la hora de definir quién será el partido en el poder, nuevamente se dividan. Ya veremos, por lo pronto, hay que esperar lo inesperado y recordar que no hay sorpresas, sólo sorprendidos. Los tiempos están cambiando...
(Mayo-2018)