La reforma electoral va porque va
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La reforma electoral va porque va

Miércoles, 13 Agosto 2025 00:10 Escrito por 
Lo bueno, lo malo y lo serio Lo bueno, lo malo y lo serio Alfredo Albíter González

Es lamentable escuchar de nuevo que quien ostenta el poder diga que, respecto de la reforma electoral, se abrirá al diálogo y se escuchará a todos los sectores involucrados. Lo es, porque ha sido una práctica común de quien dirige el destino de México hacer como que escuchan, hacer como que se toman en consideración las recomendaciones y propuestas para terminar haciendo lo que ya tenían pensado.

Parece terquedad, pero la mandataria Claudia Sheinbaum, desde campaña, señalaba que la oposición podría estar ahí haciendo su labor aparente y proponiendo, nada más. Para la entonces candidata y hoy titular del Ejecutivo federal, los oponentes tienen la posibilidad de alegar, proponer, discutir, pero a final de cuentas, nada podrá cambiar lo sustantivo.

Así se ha hecho, así fue con el expresidente Andrés López Obrador y así seguirá siendo con lo que se ha ufanado en presumir su sucesora: nombrar su administración como el segundo piso de ese mamotreto de transformación, que no es otra cosa que el retroceso histórico a la época del caudillismo, del autoritarismo. ¿Quién necesita más pruebas de las que ya se ofrecieron desde 2018? ¿Por qué habría de ser distinto cuando se habla de continuar con una política hegemónica?

Para los aún creyentes habrá espacio para hacer sus propuestas, tal vez les permitan desgarrarse las vestiduras y ya. El plan está trazado desde que lo presentó López Obrador, y solamente los soñadores estarían esperando que tal reforma venga a mejorar las condiciones democráticas de la nación.

No será así, hay que escuchar las declaraciones que al respecto presenta Sheinbaum, analizarlas y desmenuzarlas una por una para confirmar que no tiene ningún interés en realizar cambios a la propuesta y que la ruta del control total del organismo que se transformó por exigencia social hace muy poco regresará a cumplir la voluntad de los poderosos.

Antes fue el Partido Revolucionario Institucional (PRI), hoy es Morena, ¿cuál es la diferencia? Los mismos priistas, perredistas y panistas que en su momento declaraban a pecho abierto estar en contra de las medidas que hoy apoyan, están vestidos de guinda, incluyendo al propio padre de ese instituto.

No ve quien no quiere ver. Morena, como antes lo hizo el PRI en su época dorada, está cocinando las cosas para tener el control total y no permitirse el menor riesgo por perder nada de lo que ya se apoderaron. La lucha, la verdadera lucha social, que antes arrebató a los priistas el manejo de las elecciones para que fueran los propios ciudadanos quienes se involucraran en su democracia, fue determinada por parte de ellos mismos, y ha sido arrebatada de nueva cuenta por el gobierno.

A pesar de que existe una parte de la sociedad que guarda la esperanza de que en las próximas elecciones la oposición pueda recuperar posiciones, la verdad es que el partido que se dice de izquierda solo cederá algunas de ellas, para simular que aún persiste la democracia, pero, mientras sea el gobierno quien dicte las reglas, resguarde los resultados, decida sobre la distribución de los recursos a los institutos políticos y, sobre todo, el crimen organizado tenga posibilidades de intervenir, las cosas no cambiarán y se repetirá la forma como se presentaron en las últimas elecciones.

Una muestra de ello es el resultado que arrojó precisamente ese engaño llamado elección del Poder Judicial. De verdad, ¿alguien puede aceptar que esos comicios fueron libres y democráticos? La presencia de los acordeones no solo dejó en ridículo ante el mundo la “democracia mexicana”, además de ser un verdadero insulto a la inteligencia de los muchos mexicanos que no se dejaron llevar por una multitud aún creyente; la colocación de improvisados e impreparados juristas en puestos clave llevará a una crisis de alcances desconocidos en materia de justicia.

¿A quién se le ocurrió la pésima idea de destruir un sistema que, si bien no puede calificarse de perfecto, sí agotaba los estándares internacionales aceptables en términos judiciales que podrían haberse mejorado? Solamente a un terco y ambicioso. A una persona que no acepta negativas, ni retórica, ni nada que esté en contra de lo que cree.

El daño está hecho y los milagros a modo no existen; tampoco vendrá un gobierno, personaje o ejército extranjero para devolverle a los mexicanos lo que tenían y que se había ganado por medio de las exigencias sociales. Los que hoy gobiernan no dejarán el poder por las buenas.

El tránsito de la famosa simulación de la reforma electoral solo ofrecerá una vitrina de dolor para quienes, a través del cristal, se les verá hacer lo que puedan para presentar propuestas y argumentos, mismas que estarán muertas mucho antes de ser presentadas; solo asistirán a su funeral.

Una vez terminado el teatro de ufanarse por ser los más demócratas que han existido en la historia de México, vendrá la imposición de esa nueva reforma, así, tal y cual la quiere el líder moral de los morenistas. Imponiendo su manoseada mayoría tan falsa como su espíritu democrático, tan aberrante como la torpeza de su miopía.

La reforma electoral sepultará a la oposición y la posibilidad de presenciar por muchos años alternancia en el poder, y por desgracia, ya vimos lo que son capaces de hacer los hoy ungidos. Que nadie se equivoque, no habrá posibilidad alguna de rescatar aquello que México llegó a tener.

 

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Alfredo Albíter González

Lo bueno, lo malo y lo serio