Edoméx, rehén de transportistas
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Publicado en Opinión

Edoméx, rehén de transportistas

Lunes, 27 Octubre 2025 00:10 Escrito por 
Sin Titubeos Sin Titubeos Diana Mancilla Álvarez

Se paga más por el pasaje, pero todo sigue igual. Los choferes invaden carriles, van a exceso de velocidad y se estacionan donde se les da la gana. No les importa exponer a las y los pasajeros. No hay autoridad que los frene y, mientras tanto, todos sufrimos las consecuencias.

Quince días después… y nada cambia

Han pasado casi quince días desde que aumentó la tarifa del transporte público y, como era de esperarse, nada cambió. Quisiera hablar de otra cosa, pero todos los días lo que sucede me obliga a levantar la voz una y otra vez.

Los compromisos que hicieron, las promesas de mejorar el servicio, la capacitación de los choferes y las supuestas sanciones a los infractores quedaron otra vez en el aire. El alza al pasaje fue inmediata, pero la mejora en calidad, seguridad y respeto al usuario y al conducir sigue en espera.

El tema es que no hay ley que cumplan

Pero en tanto no haya una autoridad con mano dura, que haga cumplir la ley, no habrá cambio posible. Las palabras, convenios y comunicados no sirven si no se acompañan de acciones contundentes. El transporte público es un sector sin ley, donde los operadores hacen lo que quieren, cuando quieren y como quieren, sin que nadie los detenga. Aun frente a los pocos policías de tránsito que se ven.

Caos diario ante permisividad

Es el mismo espectáculo cada día: combis y autobuses estacionados en triple fila. Bloquean avenidas enteras, sin importarles el caos que provocan (dos ejemplos: Tollocan esquina con Pilares y Díaz Mirón con Tollocan). Corren entre ellos para ganarle el pasaje al compañero, como si la calle fuera su pista de carreras y los pasajeros sus trofeos. Se quedan atravesados en los cruceros, sin respetar los semáforos, sin pensar en el peatón, ni en el automovilista, ni en nadie más. Bajan gente a media calle. Se arrancan antes de que termine de bajar la gente.

Además, circulan por los carriles centrales —donde no deberían ir— y lo hacen a exceso de velocidad, poniendo en riesgo a todos los que comparten la vía. Acelerones, frenazos, maniobras peligrosas y vueltas prohibidas son parte de su rutina. Para ellos, no hay límites ni reglas.

Accidentes, muchos, pero sin responsables

Y cuando hay un accidente —porque los hay todos los días—, la historia es la misma: nadie es responsable. Las aseguradoras tardan, los dueños se deslindan, los choferes desaparecen y las víctimas a resignarse, porque no hay quien pueda contra ese poderoso monstruo. No hay castigos ejemplares, no hay seguimiento de casos. Todo se pierde en la burocracia y la indiferencia.

¿Y la autoridad? De brazos cruzados

Pero parece que las autoridades de Movilidad han cedido el control. Los transportistas saben que pueden desafiar la ley porque nadie se atreve a aplicarles una sanción real. Los operativos duran un par de días, se toman las fotos para medios —bueno, ahora casi sólo para las redes sociales— y luego todo vuelve a la normalidad: el caos.

Ciudadanos, rehenes

La ciudadanía, cansada, pero parece que acostumbrada. Los usuarios pagan más por un servicio que no es mejor, como se prometió. Los automovilistas soportamos el desorden cotidiano. Los peatones arriesgan la vida al cruzar una esquina tomada por autobuses, combis y taxis. Todos somos rehenes de un sistema de transporte desbordado y de una autoridad ausente.

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