Nuevamente nuestro país se ve ensombrecido por una nube de incertidumbre y temor social. Un grupo de ciudadanos, dedicados a una actividad específica, se ven atacados y vulnerados por la acción de la delincuencia; también, por la falta de control social de gobiernos, de todos colores, que no atinan el cómo prevenir la comisión de delitos y mucho menos como perseguir a sus autores.
Las ejecuciones de candidatos, de diferentes partidos políticos, enrarecen el ambiente electoral en México, un ambiente que debería ser de fiesta se convierte en enojo porque la delincuencia organizada quiere incidir en la desición de los Mexicanos deshaciéndose de quienes legítimamente quieren representar a sus conciudadanos, y no hablo de los grupos del narcotrafico solamente, recordemos que cuando dos o más individuos se reúnen con el fin de cometer delitos se convierten en delincuencia organizada.
He seguido con atención las narrativas de los medios de comunicación, que hablan sobre las ejecuciones de candidatos y algunas detenciones de sus autores materiales; sin embargo, hasta el momento no se sabe cuáles han sido los motivos de estas ejecuciones ni quiénes son los autores intelectuales. Sería de mucho valor el saber si estos crímenes están verdaderamente relacionados con la política o son por motivos diferentes a ésta.
Lo que no podemos dejar de pensar es que nuestra sociedad sigue herida y enferma, que ya ninguna actividad lícita se salva de la intromisión de la delincuencia: homicidios, secuestros, extorsiones y hasta destrucción de negocios.
No puedo dejar de señalar que como sociedad estamos tocando fondo y que sólo un cambio de paradigmas podrán salvarnos; retomar nuevamente los valores para nuestros jóvenes, educarlos mejor desde la familia, mayores oportunidades económicas y, sobre todo, afianzar esa función forjadora que la educación debe tener en las escuelas a todos los niveles.
¿Y qué decir del estado en el tema de seguridad pública?, no se puede permitir que la delincuencia se infiltre en todas las actividades sociales; el ataque debe ser frontal y con mano dura, respetando la ley y los derechos fundamentales con policías entregados a su actividad y con la camisa bien puesta, sobre todo, con métodos de investigación que hagan de la persecución de los delitos una materia de éxito y no un fracaso constante como sucede continuamente. Tal ves es un tema muy trillado, pero si no queremos llegar a la necesidad de que cada actor social contrate a quien lo cuide o recurrir a protegerse personalmente con el uso de armas de fuego, debemos apoyar un estado fuerte con leyes rigurosas, pero sobre todo con policías, ministerios públicos y jueces honestos y entregados.
Qué triste sería esperar para ver qué grupo social será el elegido por la delincuencia para ser atacado.
Por cierto, el cambio constante de rutas y observar con atención nuestro entorno, son medidas sencillas pero eficaces para evitar un secuestro.
