El Solsticio de verano llegó. El día más largo también. Preocupados más que ocupados, miles de estrategas políticos de esta nación están creando -como pueden- alguna conciencia con los ciudadanos que tienen cerca, para llenarlos de valores y de esperanzas. Y todos harían lo que fuera, vamos, hasta ir a la luna, para poder ganar las elecciones que se avecinan de campeonato. Poco menos que una semana para poder gritar quién es el ganador. Por ahora, Andrés va a la delantera con la palabra Esperanza.
Pero nadie deberá, si vivió del sistema político mexicano, hablar mal de un partido que además de durar años, mantuvo la estabilidad política-económica-social, de la nación mexicana. El PRI seguirá siendo un extraordinario partido, con sus estatutos y normas impecables. No se vale deshacer a una institución que le ha dado tanto a esta nación mexicana.
Los seres humanos que nunca han trabajado de puerta en puerta, en un municipio, en un pueblo, en un barrio; que no han hablado con los líderes, delegados, (que no entienden más que de neoliberalismo), jamás sabrán qué significa ser de las bases. Nunca lo han sido, ni lo serán.
El PRI es una mega institución a la que habremos de respetar toda la vida política de este país. Y yo entender que se desgastó un partido, y que quienes allí trabajaron ahora tienen puesta la vista en otras instituciones políticas que les convienen más. Pero jamás estará por demás, abrir la conciencia para quienes de verdad han sido grandes estrategas políticos de ese instituto. Y yo los respetaré toda la vida. El PRI ha sido mi partido, desde que tengo memoria.
Recuerdo que hace muchísimos años, acompañé de muy chica a mi padre a que votara. Allí estaba doña Lili, su esposa. Ella le preguntó muy cándida: ¿Y por cuál partido voto, amor? El le contestó. Pues por el PRI. Para mí, es el mejor. Desde entonces, lo recuerdo.
Lo recuerdo cuando de muy joven, y como directora del programa de la mujer joven del CREA, fui a ver muchas veces a la líder de las mujeres en el país, Yolanda Sentíes. Ella es a la única mujer a la que le hablo de usted. A ella y a Ignacio Pichardo. Pues bien, eso fue hace más de cuarenta años. Y yo ya andaba en el PRI.
Elecciones fueron y vinieron y yo seguí abonando para el PRI. En la campaña de Zedillo, dificilísima, fui editora allí mismo. Mi hijo trabajó allí diez años. Nunca podré decir que no lo conozco y que no me importa. Se agotó un grande sistema de control político. Se agotó un sistema político al que le quisieron incrustar un neo liberalismo. Se acabó una etapa de ochenta años de liderazgos impecables que mantuvieron la paz. No tengo idea de lo que vendrá después. Me queda solo la esperanza de que quienes han estado manejando al priísmo, desde cualquier trinchera, ya se volvieron a otro partido y desde allí consideran que lo harán mejor. Que se les dará una nueva oportunidad.
Pero desde allí deshacer a quien les ha dado de comer por años… es una infamia. Yo digo.
