Aunque parezca increíble, los pocos municipios mexiquenses que ganó el PRI, con una ligera ventaja, están abandonados a su suerte, tanto por el Comité Directivo Estatal de este instituto político como por el gobernador Alfredo Del Mazo.
De acuerdo a versiones de los mismos abanderados, pese a llevar ventaja sobre su más cercano adversario, batalla que seguramente se librará en los tribunales electorales, hasta el momento de su partido han recibido el apoyo jurídico, para defender los votos que pueden hacer la diferencia entre el triunfo y la derrota.
Es el caso de Lerma, San Mateo Atenco, por mencionar dos de los más representativos, por lo que están echando mano de consultoras especializadas en derecho electoral, para poder hacer frente a los embates de sus opositores.
El reclamo directo es para Ernesto Némer Álvarez, presidente estatal del partido, quien parece ignorar el combate que se libra para defender los sufragios del tricolor, mientras que las otras fuerzas están echando mano de todos los recursos, incluso mediáticos, para imponer su triunfo, pese a que la pelea recae en actas mal computadas por ilegibles o por sumatorias de votos que no coinciden entre lo que marcan las sábanas y lo que indican las actas.
Causa extrañeza la falta de respaldo, puesto que a la lectura superficial, el gobernador debería defender a capa y espada la permanencia de su partido en aquellos municipios que puede rescatar y en los que puede soportar su trabajo, en los próximos tres años, por lo menos.
Lo anterior, luego de que el Ejecutivo estatal perdió el control del Congreso local, algo no visto por décadas en el estado, puesto que de los 45 escaños que se disputaron en las urnas, apenas obtuvo victoria en dos curules.
En pocas horas habrá un desenlace a estos litigios poselectorales y le sigue la clara renuncia forzada de algunos actores que, pese al efecto AMLO, no supieron operar previo a la elección, ni defender los resultados, ante lo que parece ser un claro conformismo frente a la derrota.
