Un oscuro y truculento personaje del mundo del derecho; abogado y de bien ganada fama como abusivo, mitómano, prepotente y maestro del engaño y la amenaza, casi casi estafador profesional, se atrevió en días recientes a estelarizar un capítulo más negro que su nebuloso pasado, confrontando nada más y nada menos que al secretario del Trabajo y Previsión Social, a quien de manera pública y en documentos entregados a la Procuraduría General de la República, acusó penalmente de diversos delitos graves que obran en poder de todos los medios de comunicación.
Este sujeto, como él se expresa despectivamente de los demás, entregó documentos que acreditaban presuntos delitos cometidos por Alfonso Navarrete Prida en su contra. Su nombre es Carlos Mauricio Salazar Douglas. De esto, hasta subió a las redes sociales y a los Twitter de cuentas que creó ex profeso, un video en el que lleno de ira y de rabia, señala al recién elevado a doctor en derecho como el peor de los hombres e incluso insinúa desvíos en la conducta varonil de Alfonso Navarrete Prida. No conforme con eso, días después, hizo otro video en el que aparece él, su esposa y sus dos hijas, que también subió al mundo digital, en el que acusa -de pasarles algo a él y a su familia- al secretario mexiquense, de ser en su caso el responsable directo.
El tema, con sus matices, fue comentado ayer por el periodista y columnista político de El Heraldo, Ramón Zurita Sahagún, en el espacio que firma los domingos en dicho diario, porque curiosamente, luego de señalar, amagar, amenazar y exigir hasta su renuncia (la de Alfonso Navarrete Prida), inexplicablemente Carlos Salazar Douglas ofreció vía Twitter una disculpa pública al secretario, externando que sus primeros videos y declaraciones ante diversos medios y la propia Procuraduría General de la República, en esa guerra intestina que inició en contra de él, “fueron infundados y mal interpretados, lo que provocaron una equivocada percepción y que por carecer de fundamentos para hacerlos, le ofrezco una sincera disculpa por la molestia que le he generado, y me comprometo a no hacer a partir de hoy, ningún comentario alguno sobre el tema sobre su persona”.
Este abogado, quien desde hoy confirma que tiene una pésima reputación, pues carece de dignidad, de hombría, de sensibilidad, sencillez, humildad tacto y talento, terminó de rodillas ante el poderoso, luego de haberse creído y sentido como un león en plena lucha, para acabar como una oveja que regresa al corral o, como dicen en el norte, se fue en reversa y con la cajuela abierta para ofrecer la más cínica y falsa de las disculpas, ante un talentoso y experimentado secretario de Estado.
Salazar Douglas obró mal, utilizó a quienes le habían demostrado amistad y que lo habían apoyado por creer que el tema era un asunto de justicia, pero acabó por no ser leal ni congruente consigo mismo y atentó primero contra Alfonso Navarrete Prida, de quien había comido de su mano y contra quienes le tendieron otra.
Comunicadores de prestigio y de amplias relaciones confiaron en él y terminó por repartir puñaladas a diestra y siniestra. Fui uno de los abusados y engañados.
Este pequeño abogado debe estar muy preocupado porque hay periodistas que tienen en su poder documentos de depósitos bancarios de supuestas cuentas de Navarrete Prida en Estados Unidos, así como bitácoras de vuelo y matrículas que según ese mentiroso hombre, Alfonso utilizó para uso personal y de placer familiar.
Se exhibió solo como lo que es: un ruin y mediocre abogado y perverso y despreciable ser humano.