Panorama. Era el amanecer de este siglo XXI, cuando los Países Bajos daban la noticia al mundo que, después de seis años de lucha, el Parlamento había aprobado en 2001 la Ley sobre la Apertura del Matrimonio. Ello hizo posible que personas del mismo sexo pudiesen casarse. Wim Kok, primer ministro de esa desarrollada región llegaba al final de su mandato y, junto con sus correligionarios del Partido Laborista, hacía valer que toda persona tenía derecho a contraer matrimonio, independientemente de su orientación sexual o identidad sexo-genérica.
Hasta la fecha se han sumado a esa visión incluyente, democrática, laica, humanista y respetuosa de los Derechos Humanos, un total de 25 países (ver siguiente mapa). La mayoría de ellos comenzaron a ocupar la escena después del año 2010. Pese a los recientes progresos, las 25 naciones apenas representan el 13 %, si hemos de contabilizar a los 192 estados-miembro ante la ONU. Poblacionalmente, los gobiernos donde las minorías sexuales tienen acceso al matrimonio suman el 16 % de habitantes del orbe.
Mapa 1. Países cuya legislación incluye la figura jurídica del Matrimonio Igualitario,
según año de aprobación. Julio, 2018
En los 24 países (no considero a México por razones que comento enseguida) cuya legislación dispone del acceso al matrimonio igualitario, únicamente Irlanda realizó un referéndum para tomar la decisión. En dicha consulta, en un territorio de casi cinco millones de habitantes, con 78 % de irlandeses adscritos a la religión católica-romana, el sí al matrimonio igualitario obtuvo 62 % de los votos. En los 23 países restantes, fueron los respectivos poderes legislativos, basados en estudios y en deliberaciones, los que votaron mayoritariamente por incluir a las minorías sexuales dentro de la figura del matrimonio civil.
El caso de México. En 2006, el país fue pionero en América Latina al haber legislado en este asunto a través de las Sociedades de Convivencia; aunque tal adelanto estuvo circunscrito al Distrito Federal. Las homoparejas que contraían nupcias mediante esta opción, no tenían todos los derechos conferidos (la adopción, por ejemplo) como en el matrimonio civil tradicional, pero entre ellos y ellas, se podían casar civilmente. La capital del país fue secundada en 2007 por el estado de Coahuila, mediante la aprobación del Pacto Civil de Solidaridad.
Aunque fueron dos antecedentes valiosos, en 2009 la Asamblea Legislativa del Distrito Federal aprobó la modificación al artículo 146 del Código Civil en el que se estipuló que el matrimonio consistía en la unión libre de dos personas, cambiando la expresión, «la unión libre de un hombre y una mujer». Tal avance provocó que, a partir de 2010, el INEGI incluyera por vez primera en sus instrumentos para levantar el Censo General de Población y Vivienda, a los hogares homosexuales. Por ello, son recientes los registros y las estadísticas que tenemos y, la visibilidad de estas neo-parejas y neo-familias están en el amanecer. Lo que de ninguna manera significa que el fenómeno de las homo-familias sea tan reciente. Existieron y perviven diversidad de sistemas familiares, a las que comenzamos a percibir o bien a estudiar.
Como resultado de una serie de amparos y de proceso de inconformidad interpuestos por parejas del mismo sexo, a las que se les había negado el matrimonio civil, en el año 2010 la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) determinó la inconstitucionalidad de tales negativas. Consecuentemente, instó a todas las entidades federativas a homologar sus constituciones locales y códigos civiles. Con ello, se respetaría lo que estipula la Carta Magna, tanto en su artículo 1º, como en el 4º constitucional.
Como se puede ver en la siguiente imagen, actualmente sólo en ocho entidades del país los homo-novios u homo-novias disponen de la figura jurídica para acceder al matrimonio igualitario. El sistema patriarcal y la inconstitucionalidad, por lo que toca a este asunto, gozan de cabal salud en el resto del país.
Mapa 2. Entidades federativas en México cuya legislación local cuentan con la figura jurídica
del Matrimonio Igualitario, según año de aprobación. Julio, 2018
¿Qué pasa en las demás entidades? En los restantes 24 estados de la República Mexicana, las constituciones locales y sus códigos civiles, no están armonizados con lo que establece la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos. Los contrayentes del mismo sexo que reciben la negativa de acceso al matrimonio, recurren al amparo, e inician un dilatado y sinuoso juicio que, reproduce y hace visible la histórica discriminación que han experimentado las minorías sexuales en el país. Un dato reciente: En la entidad mexiquense --en lo que va de este 2018-- solamente han contraído nupcias civiles en sacro suelo estatal, dos homoparejas. Habrá que imaginar los inhóspitos procesos que habrán librado ambas parejas, hasta hacer valer uno de sus derechos humanos.
Iniciativa trunca. Pasaron poco más de seis años desde que la SCJN estableciera que era inconstitucional negar el matrimonio civil a las homoparejas. En mayo de 2016 el presidente de México Enrique Peña Nieto, envió a la Cámara de Diputados una Iniciativa de Ley sobre Matrimonios Igualitarios. Era una propuesta integral, actual o posmoderna. El documento fue gratamente recibido por activistas de las comunidades LGBTTTI y por grupos progresistas, pero espantó a grupos conservadores; por extensión a la jerarquía católica, así como a las visiones de derecha que nutren tanto a los partidos políticos como a determinados medios de comunicación. Cada uno de ellos hicieron su labor para obstaculizar la iniciativa enviada al Congreso.
Aunque se llevaron a cabo foros (buenos, por cierto) el 8 de noviembre del mismo año, a la hora de votar, los legisladores federales de la Comisión de Puntos Constitucionales de la Cámara de Diputados, rechazaron la iniciativa por considerarla «improcedente». De los 28 integrantes de esa Comisión, ocho votaron a favor del matrimonio igualitario (decisiones procedentes del PRD, de Morena y una más del PRI); 19 en contra y, se registró una abstención. Legisladores del PVEM, del PAN, del PRI, Nueva Alianza y Encuentro Social, se manifestaron en contra. En los meses por venir, habrá que ver qué sucede, cuando ampliamente teñido de guinda, el poder legislativo en el país y en otras cámaras locales de varias entidades, inicien labores a partir del próximo septiembre de este año.
¿El matrimonio entre personas del mismo sexo está en ascenso? Como lo he anotado, en este país desde 2009 se llevan a cabo matrimonios entre personas del mismo sexo, aunque como se ha visto no sucede en todo el territorio. Desde 2010 hasta el pasado 2016, se han efectuado 9,515 homo-nupcias civiles. Lo que está claro es que, durante este primero periodo (2010-2016), la cifra apenas representa el 0.2 % del total de matrimonios civiles en México ¿Son pocos? ¡Poquísimos!
Perfil de los matrimonios (Des) igualitarios. ¿Quiénes se están casando civilmente a través de esta posmoderna figura jurídica? Hasta ahora, lo que se observa es que el 85 % de las homobodas se han efectuado en la Ciudad de México; le sigue Coahuila, con casi el 5 % de los casos. Hay una pasmosa desigualdad territorial en este renglón. En el periodo, de los casi diez mil casos, prácticamente a partes iguales fueron bodas civiles gay (52 %) y bodas lésbicas (48 %). Como se documenta en algunas investigaciones, parece que ellos tienen menos qué perder, que cuando se trata de matrimonios entre parejas femeninas.
En este periodo inicial que ahora tenemos a la vista, la mayoría de los homo-matrimonios varones (56 %) firmaron contrato cuando tenían entre 25 y 39 años de edad. Las lesbianas, con mayor frecuencia, optaron por casarse dentro del mismo rango etario, alcanzando 62 % de los casos. Parece que son ellas las que más apuestan –a esa altura de sus vidas-- a la fantasía: «Juntos, hasta que la muerte nos separe».
Los matrimonios gays en México están formados, en el 57 % de los casos, por profesionistas. En el caso de las lesbianas, 50 % de las que contraen nupcias tienen estudios de licenciatura. Por ende, podemos comentar que se casan las personas homosexuales (masculinas y femeninas) que están empoderadas y que, comparativamente con el resto del país, mayoritariamente han alcanzado altos niveles educativos. Las demás personas homoeróticas, con bajos niveles de escolaridad, parece que no optan o bien, con poca frecuencia deciden casarse.
A manera de contraste, tres cifras nacionales. Entre 2010-2016 se llevaron a cabo 3.9 millones de matrimonios civiles tradicionales (heterosexuales). De todos ellos y ellas, el 68 % tenían estudios de primaria, secundaria o nivel medio superior. Solamente el 20 % de los contrayentes eran profesionistas; rasgos que guardan correspondencia con el perfil general de la nación. Compárense con los datos del párrafo anterior.
Reflexiones finales. Más allá de los derechos humanos, de su legítimo sentido de realización y de la protección jurídica que conlleva, las homoparejas que han ingresado al matrimonio (des)igualitario tienen en alto valor a una institución (la matrimonial) de sobra conservadora, inequitativa y heredera del milenario patriarcado.
Con su connotada lucha y avances, este movimiento por el matrimonio civil, emanado de las minorías sexuales, se ha adherido a un esquema sociocultural que sostiene que una familia es tal, si está precedida o escoltada por el matrimonio y si, además, tiene fines reproductivos.
El matrimonio civil y religioso es heredero del sistema patriarcal, del pensamiento heterosexual, así como de un heterosexismo que asusta. En la médula de la institución matrimonial yace un sistema de valores, de creencias y de formas de existencia que continúa relegando a las mujeres en general, y que estigmatiza, desprecia y excluye tanto a gays, lesbianas, hombres y mujeres trans, intersexuales, como a las personas bisexuales.
¿Para qué imitar o refugiarse en una institución (el matrimonio) que está en vertiginoso descenso y cuyas tasas de divorcio aumentan sistemáticamente? ¿Por qué las minorías sexuales no continuaron fortaleciendo una figura jurídica propia, actual, posmoderna? ¿Por qué no edificaron una nueva figura cuyo contenido se hubiese nutrido de todos los derechos humanos y civiles, articulados con sus propias formas de vida? Paradójicamente, esa lucha por el matrimonio igualitario no logró escapar del pensamiento heterosexual y de su correlato, del conservadurismo familiar.
Desde otra visión, algunos especialistas han señalado que este asunto del “matrimonio igualitario”, en realidad forma parte de este mundo global que va montado en el corcel del neoliberalismo, del mercado y de la necesidad del mantener el frenético consumo. Que, por ello, desde inicios del presente siglo, con la figura de este neo-matrimonio se ha configurado otro segmento de consumidores. Si una parte de ellas y ellos (con orientación homoerótica) tienen estudios, empleo y capacidad económica diferenciada, con respecto al resto de la población ¿por qué no crearles condiciones (jurídicas también) a fin crear rentables nichos rosas o bien minas arcoíris para dar cauce al anchuroso consumo; hasta llegar a las ciudades o sitios gay friendly? ¡Suena bien! ¡Y mejor todavía, si los consumos se registran en cada terminal de sendas tarjetas de crédito!
Así, restaurantes, hoteles, viajes, zonas habitacionales, centros comerciales y librerías, entre muchos otros espacios, pueden florecer teniendo cautivas a determinadas clientelas, con capacidad adquisitiva, procedentes de las neo-familias, en tanto ellos y ellas, pujan para sostener a la milenaria institución matrimonial, misma que les da acceso, si portan credenciales escolares altas, buen empleo y si tienen dinero para pagar.
Red Internacional FAMECOM