Desde hace tiempo, prácticamente desde que se supo que su esposa había recibido una notaría pública, el ex senador y ex presidente municipal de Tlalnepantla, Ulises Ramírez Núñez, no se asoma ni por equivocación públicamente. Pero no dudemos que tome decisiones desde donde esté.
El líder estatal, Víctor Hugo Sondón, debe estar feliz porque se quitará la sombra de Ulises Ramírez, o eso parece, pero dirige un PAN muy desgastado, sin fuerza y sin aspiraciones, más que tratar de que a través del Frente Amplio con el PRD, pudiera no perder su registro en el Estado de México.
Sondón ha sido un dirigente gris, que sólo ha llevado a Acción Nacional a hundirse porque no ha sabido lograr acuerdos con las corrientes panistas. No pudo evitar una nueva debacle, ni que la militancia blanquiazul apoyara Morena. Un presidente sin liderazgo y sin capacidad para sacar adelante a su "partido"... en mil pedazos.
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Por el contrario, en el PRI, aunque no hay comparación con la altura política de los dirigentes de ambos partidos, Ernesto Nemer Álvarez ha comenzado una operación cicatriz. Sabe que el proceso electoral de 2018 es complicado y no puede llegar con un tricolor dividido. Dará espacios políticos a cada uno de los grupos, todos seguramente quedarán contentos.
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En el PRD, Omar Ortega ha sacado provecho a la votación alcanzada en la elección de gobernador con Juan Zepeda como abanderado. No les preocupa la desbandada –incluso Alejandra Barrales pidió a los que se quieren ir que lo hagan rápido–. Quizá el sol azteca pueda darle un respiro al PAN, algo que Sondón ha sido incapaz de lograr por méritos propios.