Cansados de la inseguridad que se vive todos los días al interior de los campus de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), el lunes tres de septiembre un grupo de estudiantes del Colegio de Ciencias y Humanidades (CCH) de Naucalpan, Vallejo Atzcapotzalco y Oriente, llevaron a cabo un mitin en la explanada de la Torre de Rectoría, para demandar a las autoridades universitarias el cumplimiento de diversas exigencias, entre ellas, la de la seguridad, cuando un grupo de presuntos porros los atacó a golpes y con bombas molotov. De los hechos resultaron cuatro estudiantes con heridas graves y mas de 20 lesionados.
Los estudiantes, ese día, marcharon desde el Parque de la Bombilla, sobre la avenida Insurgentes, con la intención de instalarse frente a la torre de rectoría, cuando fueron agredidos por unas 40 personas que portaban palos, petardos y bombas molotov, mientras que aquellos respondieron con piedras y botellas.
Según un video que difundió la Secretaría de Seguridad Pública, captado en el C5, se detectó a un grupo de sujetos disfrazados con jerseys de futbol americano de la Universidad, que de acuerdo al seguimiento que se aprecia en las cámaras, las autoridades presumen que su actuar fue planificado, y que en ello tendrían que ver quienes estén interesados en desestabilizar a la UNAM.
Por lo que no faltan quien atribuya esto a grupos políticos interesados en crear un conflicto en una de las áreas más sensibles de la sociedad, que resulta ser la UNAM y por ende, los estudiantes, y para colmo, el recuerdo de que hace 50 años ocurrió uno de los pasajes más vergonzosos de la historia reciente de nuestro país, la masacre de Tlatelolco, que empezó cuando estudiantes de la secundaria y preparatoria de la UNAM, Isaac Ochotorona, se liaron a golpes contra los de la vocacional 2 del Instituto Politécnico Nacional (IPN), y después juntos atacaron a pedradas a los granaderos que llegaron al lugar.
Pero, pese a que muchos quieren comparar lo sucedido en esta semana en Ciudad Universitaria, a lo acontecido aquel año de 1968, las condiciones actuales no se parecen en nada a aquellas, pues en la cabeza del ejecutivo y en la Secretaría General de Gobierno no había tolerancia, y se debe aceptar que el recuerdo es muy doloroso, pero vivimos otros tiempos, por lo menos ahora, quién sabe si las cosas sean diferentes más adelante.
Aunque también se tiene la sospecha que sean grupos relacionados con el negocio del narcomenudeo que se encuentren detrás de todo esto, hay que recordar que no son pocas las demandas que sobre este tema se han hecho a las autoridades universitarias, que en eso sí, dejan mucho que desear.
Ahora bien, la UNAM encabeza la lista de universidades latinoamericanas mejor calificadas en 48 áreas de estudio, de acuerdo con la octava edición del QS Rankings de las Mejores Universidades del Mundo por Materias 2018, publicado por QS Quacquarelli Symonds, empresa mundial líder en el análisis de educación internacional y es por consiguiente, uno de los orgullos de todos los mexicanos, y puede ser precisamente por ello, que el movimiento estudiantil es visto con buenos ojos por grupos políticos de izquierda que siempre están a la espera de apoderarse de ellos.
Es importante señalar que es la máxima casa de estudios del país, en donde todo tipo de ideologías se encuentran conviviendo y está lejos de aquél fatídico día dos de octubre cuando desembocó en la matanza en la Plaza de las Tres Culturas, en Tlaltelolco, no se confundan y no confundan a la opinión pública, porque también es y puede ser contagioso.
Este miércoles 5 de septiembre, las actividades académicas fueron suspendidas en las escuelas y facultades, pues entre lunes y martes en distintas asambleas se acordó realizar un paro de labores en demanda de seguridad y de la erradicación de grupos porriles de la UNAM, y en una muestra clara de fortaleza y dignidad universitaria, marcharon alrededor de 30 mil estudiantes procedentes de las diversas escuelas y facultades, de la facultad de Ciencias Políticas hasta la torre de Rectoría
Sin embargo, también apareció un grupo de “anarquistas” para agredir a los estudiantes, sin lograr dispersar al contingente, pero imágenes del evento reflejan el miedo de los agredidos cuando intentan ponerse a salvo de aquellos.
Algunos de los grupos de estudiantes exigían la renuncia del rector Enrique Graue, pero esto no fue incluido en el pliego petitorio. Por su parte, la autoridad universitaria se deslindó de cualquier vínculo con los grupos porriles, declarando agraviada a la Universidad y culpó a un “grupo político” interesado en desestabilizar a la comunidad universitaria, sin decir cuál.
Ahora es conveniente que las exigencias de los estudiantes, que además son justas, sean atendidas a la brevedad y se garantice un ambiente de paz y seguridad al interior de las instalaciones universitarias, porque de lo contrario, esto sí puede crecer.
