Feminicidas: estrellatos efímeros o cómo hacerle un bien al mal

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Feminicidas: estrellatos efímeros o cómo hacerle un bien al mal

Lunes, 22 Octubre 2018 04:13 Escrito por 
Feminicidas: estrellatos efímeros o cómo hacerle un bien al mal Sin Titubeos

Nuestro país tiene una historia nada edificante en materia de asesinos seriales y, en muchos casos, el tratamiento de los medios de información ha ido igual o peor de impresentable.

Si se trata de antropófagos, ciertos o presuntos, la cosa es todavía mejor para cierto perfil que, como los imputados, parecen solazarse de narrar las hazañas, perdiendo de vista que el tema va más allá de huesos y carnes mutiladas chorreando sangre, sino de personas, seres humanos que son nuevamente víctimas.

Se puede recurrir al fantasma de “El Chalequero”, aquél asesino de mujeres –antes no eran feminicidas–, de finales del Siglo XIX y recrear sus 20 crímenes contra prostitutas, a las cuales primero violaba, luego degollaba y al último tiraba sus restos en las inmediaciones del Río Consulado.

También, y más recientemente, en el año 2007, se dio el caso del “Poeta Caníbal” o “El Caníbal de la Guerrero”, José Luis Calva Zepeda, supuesto guionista y escritor que, con un solo crimen probado, alcanzó el rango de “serial killer”, a pesar de que instancias como el FBI (Estados Unidos) dan esa denominación al sujeto que acumula de tres asesinatos para arriba.

Para decirlo rápido, este tipo de seres violentos, encarnación de todo lo malo que puede ser un individuo, no nacieron con el feminicida Juan Carlos “N” y su pareja, Martha Patricia, los asesinos de Jardines de Morelos, en el muy castigado municipio de Ecatepec.

Pero el caso ha permitido la exaltación, por parte de algunos medios de información (TV, Radio, prensa, portales, etc.), del detalle asesino, del “fileteo”, todo a partir de filtraciones de una instancia que por ley está obligada a guardar secrecía: la Fiscalía General de Justicia del Estado de México.

Ni esa, ni las instancias preventivas en ese municipio, lograron, como parte de un sistema de seguridad y de justicia, evitar que las víctimas conocieran el horror final, ese que terminó con sus vidas. Tampoco, y eso es lo condenable, han logrado ahora que sus deudos lo sean, igual ciertos medios informativos.

Coincido con aquellos que han sido autocríticos con la profesión que han ejercido durante muchos años: Se le hace más bien al mal al no observar que el tema central son seres humanos, es decir, las víctimas y sus familias, no el promovido estrellato de un sujeto que, gracias a las autoridades judiciales y a la prensa, puede expresar su frustración por no haber alcanzado los 100 asesinatos (!paren prensas!), además de hacer las delicias del morbo mediante un video filtrado por los fiscales como para remarcar que, en efecto, estamos en presencia de un multihomicida de lo peor, no más que su pareja, ambos en solitaria actuación.

Sin duda, es un asunto que no se puede dejar pasar. Como hemos visto, desde el Siglo XIX casos así han ocupado cierta atención y periodísticamente sería un error garrafal ignorarlo.

El problema está en su tratamiento, pues se ha llevado a grados delirantes por parte, principalmente, de dueños de medios, directores, editores y productores, incluso presuntos escritores y comentócratas.

Porque la consigga no ha sido ya la atención de los hechos, sino hacer noticia con deseos fallidos, con planes frustrados y, peor, revictimizando a las familias con el detalle grotesco, a ver si así se consiguen clics.

Como en la prensa roja de los peores años de la misma: entre más sangre, mejor. Más nota, más ventas, más auditorio, más publicidad y, en suma, el lucro con cargo a los muertos y los intereses con cargo a sus parientes vivos, a sus madres, a sus padres, a sus hermanos, a sus hijos, a sus amigos y vecinos.

Ellos tendrían que ser los actores centrales de toda esta trama y recibir un trato humano al tamaño de la desgracia que les ha tocado vivir.

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