México resulta ser el vecino incómodo para los Estados Unidos, de acuerdo a la óptica de su presidente Donald Trump, quien no oculta la animadversión que siente por los migrantes que llegan por el sur de su frontera, precisamente la que colinda con nuestro país, lo que le ha causado muchos enojos al güero, y los que aún le faltan.
La vecindad referida le genera a nuestra nación cosas positivas como negativas, que se dividen a razón de la política que se emplee con el coloso del norte, desde luego es el tema económico, el de los negocios legales, el mayor atractivo, no sólo para México, sino también para Estados Unidos, desafortunadamente la dependencia de ese mercado, es demasiada como para hacerse los dingos con los gringos y evitar las bondades que representa el acuerdo comercial que involucra también a Canadá.
La generación de riqueza que representa para los empresarios mexicanos, productores, y obviamente de la mano de obra, son el principal atractivo por el que no se puede permitir la idea de menospreciar ese mercado. Aunque de la misma suerte, esas mismas condiciones le genera fuertes ganancias al otro tipo de comercio, el ilegal, ese por el que se nos ha estigmatizado y lo que ha provocado que Donald Trump tome como bandera para negar el acceso de cualquiera a su territorio.
Así mismo, como resultado de esas condiciones y de la libertad del mercado de armas de fuego que se dan en aquél país, es por lo que ingresan miles al territorio nacional, en beneficio del crimen organizado y de la delincuencia común, lo que desafortunadamente pone en una clara desventaja a la policía municipal, estatal o federal, ya que los grupos criminales se encuentran mejor armados que nuestras fuerzas de seguridad.
El comercio de la droga es el motor de enriquecimiento de esos grupos, y si no fuera tan consumida en la tierra del Tío Sam, no generaría una ganancia de miles de millones de dólares, tal vez no tendríamos los problemas que representan los cárteles, que son de los problemas a resolver por nuestro país, y que insiste el vecino que únicamente nos compete, cuando de no darse tal consumo, no habría tanto interés por ese mercado ilegal.
Bajo estas condiciones, resulta complicada la convivencia en la franja que divide a ambos países, lo que se agudiza con la insistencia de construir un muro que tiene empecinado a Trump desde el inicio de su administración.
Sin embargo, en poco tiempo puede darse una crisis muy complicada para ambas naciones y en especial para México, la llegada de la caravana de migrantes centroamericanos que han transitado por suelo mexicano desde hace tiempo, y quienes decidieron casi como por arte de magia, ponerse de acuerdo para llegar a los Estados Unidos en busca de un mejor porvenir.
La caravana ha dividido a la sociedad, entre los que apoyan a los centro americanos y los que los ven como invasores, en consecuencia, se han generado enfrentamientos por el desacuerdo que existe entre ambas posiciones, aunque los visitantes han dejado mucho que desear.
Y así vemos que mientras unos defienden el paso de la caravana e incluso se desviven por apoyarlos dándoles de comer, de beber, refugio, dinero, o hasta ofreciéndoles trabajo, otros reclaman el desdén de éstos por los alimentos que resultan desperdiciados, del apoyo económico y del traslado que se les ofrece, más parece que creen que es obligación del gobierno y de los mexicanos dárselos.
Ahora bien, es importante señalar que las caravanas cuando ingresaron a México no lo hicieron de forma pacífica, incluso, llegaron a golpear a policías encargados de resguardar la frontera sur, pero, aún falta lo peor, los abusos de los centroamericanos hacia los mexicanos encienden las luces de alerta en el norte, en Tijuana, en donde se han visto en imágenes que circulan por internet, de connatos de bronca con los vecinos, y peor aún, la amenaza de los migrantes de que vienen más de ellos.
Con el deseo de que no llegue la sangre al río, es de esperarse que las condiciones con el país meta de los centroamericanos sea más severa, impidiendo el ingreso a su territorio, cuya seguridad es conocida por ser implacable, en especial para quienes pretenden ingresar ilegalmente, no es, ni por asomo, parecida a la de México.
Pero y entonces ¿qué sucederá?. Es precisamente lo que se teme, deviene de todo esto una crisis en la frontera, tanto para el gobierno de Estados Unidos como para el de México, los ingredientes se están reuniendo para generar un problema aún inimaginable, los migrantes no van a poder entrar al país que ha sido su objetivo, como lo hicieron con el nuestro, sólo unos cuantos podrán cruzar, no muchos, otros serán deportados, pero, quedará el grueso de ellos que parece estar decidido a todo.
Estados Unidos cerró por horas las garitas internacionales de San Ysidro y Otay para reforzar la seguridad de los cruces fronterizos, precisamente para evitar un ingreso desordenado a su territorio, por lo tanto, puede ser que los miles de migrantes desistan de su intento de llegar a la unión americana, y no les quede de otra que intentar instalarse en esa parte del país, en donde otros en otro tiempo, ya lo hicieron.
Con esto, se evitaría por lo menos, un enfrentamiento entre migrantes y guardias fronterizos con los peores resultados para los primeros, que llevan todas las de perder, así que ojalá se acostumbren a los frijoles, aunque los desprecien.
