La ¨horrenda violencia¨ existe desde siempre. El primer derramamiento de sangre humana simbólicamente lo podemos ubicar en la tradición bíblica por la muerte del pastor Abel por su hermano Caín el labrador.
En la Biblia no se dice nada del arma, pero sí del motivo, la envidia: ¨A Yavé le agradó Abel y su ofrenda (sacrificó los primeros nacidos de sus rebaños y quemó sus grasas), mientras que le desagradó Caín y la suya (frutos de la tierra). Caín entonces se enojó mucho...Caín dijo después a su hermano: vamos al campo y cuando estuvieron ahí, Caín se lanzó contra Abel y lo mató¨ (Génesis, 4).
Desde entonces se registran las atrocidades de la Humanidad. Así es que no es novedad la cuestión de la violencia en el capitalismo actual que vamos a comentar aquí hoy, desde la perspectiva de la ficción en un tipo específico de cine de horror que ha cobrado gran popularidad en décadas recientes -en sincronía con el surgimiento del llamado neoliberalismo-, simbólicamente representado por las películas de zombis.
Antes del capitalismo hubo también gran violencia, y continuó desde los inicios del modo de producción capitalista caracterizado por la pesadilla de la acumulación y sus crisis recurrentes. Desde el siglo 19 se empezó a asociar el capitalismo con monstruos individuales como Frankenstein, pero sobre todo con el mito del Vampiro, se le asociaba metafóricamente con el Banquero (lujosamente ataviado, dueño de grandes propiedades, habitando en mansiones), que extraía la sangre (el dinero) solo para su propio provecho (utilidades), secando el sistema (paro del crédito) y provocando la muerte (crisis, quiebras) de sus víctimas (sus clientes).
Desde los inicios del cine mudo, las películas de horror se nutrieron con estos personajes monstruosos que, a diferencia de los mudos zombis, eran muy articulados y hasta elocuentes, lo que pudo mostrarse con la aparición del cine hablado que aprovechó para producir innumerables secuelas hasta la fecha, sin olvidar el intento fallido de actualizar el mito del Hombre Lobo que, después de los greñudos hippies ya no asustan a nadie, con la película Lobo de 1994 de Jack Nichols, que los críticos llamaron ¨El Hombre Bobo¨). Más asustaban los rapados neonazis skinheads y el legado de políticas conservadoras-neoliberales que dejó la Primer Ministro del Reino Unido, la ¨Bruja Maggie¨ Thatcher, como le apodaban sus adversarios.
Del socialismo ¨real¨ y su absurda violencia, que superó cualquier ficción, ni hablemos ya que prácticamente desapareció (la excepción, un horrendo régimen que queda todavía por ahí amenazando con bombas atómicas), para ser sustituido por una violencia capitalista supuestamente más ¨racional¨.
Como no se vislumbra ya una drástica alternativa al capitalismo mundial, veamos la forma específica que cobra en la actualidad el capitalismo reciente en su configuración global, cuya estructura propicia una sobreproducción de bienes (aunque muy mal repartida), pero igualmente una superabundancia de violencia, tanto en la ficción como en la realidad.
Este capitalismo ha sido inventado por el ser humano, tan violento como siempre, donde se mezclan la ficción y la realidad en no tan extrañas correspondencias.
Concretamente, veamos esto en un libro reciente que nos ha guiado por este espinoso sendero del mal, sin afán de ser exhaustivos en esta materia sino solamente intentar abrir brecha para que el lector lo agregue a sus reflexiones sobre este tema de primordial importancia para el mundo. En especial para la Norteamérica que cohabitamos hoy en día, destacadamente en nuestro país asolado por la creciente violencia real que en múltiples ocasiones supera las ficciones más horrorosas y terroríficas inventadas por el cine hollywoodense y sus sucedáneos en la TV, Netflix y similares.
Ese libro es la obra de Mark Steven, Splatter Capital: The Political Economy Of Gore Films, A Guide for Surviving the Horror Movie We Collectively Inhabit, Editorial Watkins Media, 2017 (hasta donde sé no hay todavía traducción, pero en español sería algo así como El Capital Salpicado: La Economía Política de las Películas Gore, Una Guía para Sobrevivir la Película de Horror que Habitamos Colectivamente).
En español hay algunos libros interesantes sobre el horror en la ficción, por supuesto, el clásico de H.P. Lovecraft, El horror sobrenatural en la literatura (y el libro sobre él, de Michel Houellebecq, 1998), pero ya incluyendo el cine está el de Norma Lazo (El horror en el cine y en la literatura, Ed. Paidós, 2004), y Los Cambia forma y el Mito del Vampiro, que incluye un ensayo de Economía Política, por Alberto Oliver publicado en 2011.
Volviendo al tema del libro que nos ocupa, el cine de horror, splatter (salpicar) o gore (sangre), que analiza Mark Steven es específicamente un tipo de película de terror que se centra en lo visceral y la violencia gráfica extrema. Estas películas, mediante el uso de efectos especiales y exceso de sangre artificial, intentan demostrar la vulnerabilidad, fragilidad y debilidad del cuerpo humano y teatralizar su mutilación.
El autor se enfoca sobre todo en el cine splatter que distingue de las películas de horror psicológico o slasher films (películas en que el criminal individual corta a sus víctimas) en que en éstas se trata de la malsana emoción de la cacería criminal mientras que las películas de horror splatter se regodean en la igualmente patólogica alegría de matar.
También hace una diferenciación de las películas de extremo horror y/o snuff (que filma asesinatos reales) que aparecen en la ilegal internet profunda.
El término «cine splatter» fue adoptado por George Romero para describir su película original El Amanecer de los Muertos Vivientes (1968), aunque algunos críticos consideran que contiene un mensaje más profundo, basado en una crítica social.
Varias películas de George Romero muestran una crítica hacia distintos ámbitos de la sociedad contemporánea. Según palabras del director:
¨La fantasía es un medio para las metáforas [...] y dado que estoy atascado en este género, intento buscar nuevas formas de utilizarlo. Para al menos expresar alguna opinión o satirizar cosas y divertirme¨.
Muchas veces, los protagonistas no luchan contra los zombis, sino entre ellos, debido principalmente a la presión del ambiente en el que se encuentran. Para Romero, los villanos en sus películas "son siempre los vivos, no los muertos". En una entrevista de 2007, el director sostuvo que veía a los zombis como un desastre natural, o un cambio global, similar a los terremotos y huracanes, agregando que sus historias "se refieren a cómo las personas responden o no responden a estos y eso es realmente todo lo que han representado para mí".
La crítica social de La noche de los muertos vivientes veía en la cinta un mensaje contra la Guerra de Vietnam, el racismo y la Guerra Fría. En las secuelas que hizo Romero, como El Amanecer de los Muertos (1978) critica al consumismo. En una escena de la película, los sobrevivientes, que se refugiaban en un centro comercial, olvidan lo que está ocurriendo en el resto de la ciudad mientras recorren las tiendas. En otra escena, se ve cómo los zombis se dirigen al centro comercial, guiados por una especie de instinto o recuerdo (recuerda al pasado viernes 23 de noviembre, conocido en Estados Unidos como Black Friday, día de súper consumismo si hay uno).
Una de las críticas que realiza la película de 2008, Diary of the Dead, es hacia los medios y las tecnologías, pero principalmente a la sociedad que está obsesionada con ellos. Con 'El diario de los muertos', Romero puso a caminar de nuevo a su ejército de zombis lentos para retratar un mundo sobrecargado de cámaras, pantallas en el que los virus o las epidemias de zombis hambrientos de carne humana no son, necesariamente, la peor de las pesadillas. Porque lo que Romero retrata es una sociedad enferma, obsesionada con las imágenes, y además critica la facilidad con que se puede informar utilizando la tecnología, "muchas veces esa información proviene desde una sola perspectiva o es simplemente una opinión. No se puede controlar".
Cualquier semejanza con la realidad actual NO es mera coincidencia...
Así, con la noción de “gore” o ¨splatter¨, proveniente del género cinematográfico, califica Steven al capitalismo más reciente, que se caracteriza por un singular derramamiento de sangre. Señala que el actual capitalismo gore o splatter hace uso de la violencia como perversa estrategia de necroempoderamiento logrado por medio de la violencia y la muerte, aunque ¨rentables¨ dentro de la (i)lógica acumulación del capital en el necroneoliberalismo de principios del siglo 21.
El libro de Mark Steven, Splatter Capital, muestra cómo un subgénero popular ha desarrollado una singular y sensible perspectiva sobre los ciclos del capitalismo: la acumulación capitalista que impulsa el progreso siempre ha sido acompañada del horror, una sistemática pesadilla de derramamiento de sangre.
Igualmente, el autor argumenta que la tremenda forma de horror que se enfatiza en este tipo de películas gore responde totalmente a las contradicciones internas que amenazan recurrentemente la acumulación capitalista.
Este libro provee un recuento de esa pesadilla narrada en una combinación de historia económica y análisis fílmico. Y concluye esperando que sirva como fuente tanto de conocimiento teórico como práctico para sobrevivir a la película de horror en que colectivamente vivimos.
Porque de eso se trata hoy, de examinar las ficciones para enfrentar la violencia real actual, bajo la guía del poeta Holderlin: ¨Allí donde crece el peligro, crece también la salvación¨.