18 segundos y más, de erotismo

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18 segundos y más, de erotismo

Viernes, 04 Enero 2019 00:06 Escrito por 
18 segundos y más, de erotismo Iliemilada

Las expresiones acerca de nuestra conducta erótico-amorosa han pasado por distintas fases. Hoy nos resulta común ver que la mayoría de las parejas heterosexuales hagamos pública una parte de nuestras cálidas interacciones. Tomarnos de la mano, abrazarnos, besarnos, exhibir el intercambio de determinados arrumacos es parte de nuestra vida cotidiana. Pero en tanto parte de la esfera de la intimidad, tiene sus alcances y límites, según el escenario donde nos hallemos para manifestar dicha expresión humana.

El beso en la boca, expuesto a la mirada pública, ha librado batallas y continúa su férrea lucha pues todavía está prohibido en países como Nigeria, Pakistán, Dubái, Malasia o la India y, en algunas ciudades de rancio conservadurismo como en Guanajuato, México; en estados de la unión americana como Maryland o Iowa, así como en centros comerciales de Valdivia, en Chile. Actualmente la monarquía británica se autoprescribe que el contacto labios a labios de la pareja real, no debe pasar de uno o dos segundos. Gajes de su vetusto oficio.

En abril del año 1896, en los EEUU fue exhibida la película denominada «The Kiss» (todavía como parte del cine mudo). A este cortísimo filme, de menos de un minuto de duración, se le considera el ícono de esta caricia en la pantalla grande; por ende, a los ojos del inquieto y pasmado público estadounidense que a oscuras contemplaba lo que para la época estaba censurado, debió resultar sobrecogedor, valga la atinada expresión. Se puede apreciar esta joya cinematográfica en la siguiente liga: https://youtu.be/64T-mAA8DFU

Como usted puede constatar, la duración de aquel besuqueo preliminar y, al final, del anhelado contacto que coronaba la conquista bucal del bigotón seductor John C. Rice, se mantuvo apenas 18 segundos en los labios de la actriz Mary Irwin. La crítica no se hizo esperar y hubo quien consideró que mediante ese tipo de escenas «se corrompía a la juventud». No faltaron voces más alarmistas como las del pintor socialista y caricaturista John French Sloan, quien al referirse al cortometraje espetó: «Con las proporciones de Gargantúa, y repetido tres veces, es absolutamente desagradable». Dicho sea de paso, Sloan vivió un amor volcánico con Dolly Wall, quien previamente había trabajado en un burdel; ella murió afectada por su adicción al alcohol. Algunos de nuestros rechazos sociales, tan vehementes, se interconectan misteriosa y cándidamente con nuestra vida personalísima.

Ese inaugural beso expuesto en público fue, digamos, de clase heterosexual. Subsiste otro antecedente, un poco más longevo, en torno a esa inquieta y connotada caricia. Se trató de una serie de fotografías, armadas secuencialmente (cronofotografía) hasta que su autor consiguió un pequeño cuasi-filme. Fue obra del británico Eadweard Muybridge, quien en realidad se llamaba Edward James Muggeridge (1830-1904). A este investigador le interesaba estudiar el movimiento del cuerpo humano. Como en aquella época se prescribía que, al desnudo, no podían estar juntos un cuerpo masculino con uno femenino, él realizó varias tomas en las que básicamente dos mujeres totalmente desvestidas se aproximaban una a otra y, se besan en la boca. De ahí que el artista británico se dispute con gran mérito haber sido el pionero del besuqueo, aunque sin carga erótica, por lo que usted puede apreciar en aquella inusitada producción mediática que ahora le dejo, justo aquí: https://youtu.be/fAXgVZVhxh0

En la filmografía del gran Alfred Hitchcock, en 1946 dirigió el largometraje, conocido en hispanoramérica como: Encadenados. Fue protagonizada por Ingrid Bergman y Cary Grant. En la época estaba vigente el supraconservador código Hays (1930-1968), mismo que marcó una serie de prohibiciones, supresiones y cortes de escenas inimaginables en muchos contenidos mediáticos durante la pre y post II Guerra Mundial. En esta película había la prescripción de que los besos no podían pasar de los tres segundos seguidos.

El audaz Hitchcock, en complicidad con la sueca Ingrid Bergman y el británico Cary Grant, logró que el interjuego pasional boca a boca, perdurara por cálidos y eróticos 90 segundos ¿Lo quiere degustar? Aquí lo tiene en el siguiente sitio en internet: https://youtu.be/yjy5WWgoyEE .

Simple y llanamente una delicia e inteligencia erótica. El director siempre vigiló no transgredir los tres segundos continuos señalados por el santo Grial del republicano William H. Hays. Ante los censores y ante quienes piensan que lo ven todo, que tienen el don de la omnipresencia, siempre serán burlados por la inteligencia y la creatividad neuronal de los otros.

En México, el primer homo-beso que generó polémica en el cine fue el que en 1977 protagonizaron Gonzalo Vega y Roberto Cobo, en la afamada película: El lugar sin límites. Un largometraje basado en la novela, del mismo nombre, del escritor chileno José Donoso. En la película, dirigida por Arturo Ripstein, Gonzalo Vega interpreta a Pancho (un supramachista) que se encuentra con La Manuela, personificada por Roberto Cobo, quien trabaja como travestido en un decadente prostíbulo, cerca de una estación del tren. En la escena cúspide que marcará ese primer homo-trans-beso closetero, Pancho –mientras de frente mantiene abrazada por la cintura a La Manuela, le dice: «Un hombre tiene que ser capaz de probar de todo… ¿no cree?» –Ella/Él responderá: «Pues… Cuando usted disponga…» Y sobreviene el arremolinado encuentro de bocas que perdurará por espacio de 10 candentes segundos frente a la pantalla grande. Musicalmente, lo que enmarca a dicha escena es un selecto trocito de la canción titulada: El beso, una pieza interpretada por el grupo Los Churumbeles de España y, ello se debió a que el personaje de La Manuela, en distintas escenas, porta un vestido de sevillana.

Mucho se ha tejido y destejido en materia de expresión pública en torno a nuestros afectos erótico-amorosos. Hay avances y retrocesos, luchas y resistencias en materia de derechos humanos y del ejercicio de nuestras libertades amatorias. El pensamiento democrático tiene ante sí el reto perenne de evitar que el juicio o la escala axiológica exudada por las heteromayorías se conviertan en un salvaje imperio que socave los derechos de quienes se expresan y aman fuera de nuestros preceptos sexistas y heteronormativos.

Red Internacional FAMECOM

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Luis Alfonso Guadarrama

Iliemilada

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