Lamentablemente muchas mujeres viven en violencia en sus hogares, trabajo o relaciones sentimentales pero sin saberlo, porque creen erróneamente que es algo natural, porque así recuerdan su infancia o porque siempre ha sido así su vida.
También hay quienes justifican a su agresor en sus acciones al decir que sólo ocurre un acto violento cuando toma bebidas embriagantes, cuando le va mal en el trabajo, cuando no le gusta la comida, cuando su ropa no está en orden y mil pretextos más.
Son 4 formas de violencia las que todos los días marcan la vida de mujeres de diferentes edades, clases sociales o religiones. Todas son vulnerables a la violencia física, sexual, psicológica-emocional y económica-patrimonial que si no las detectamos a tiempo o frenamos, dejan a la mujer con alguna discapacidad o la llevan a la muerte.
La violencia física pareciera una de las más comunes de detectar por el uso de la fuerza, pero hoy muchos noviazgos ven tan natural empujarse, golpearse en los brazos, jalar el cabello, a modo de “así nos llevamos”; pero estas actitudes llevan a un círculo de violencia donde estas actitudes incrementan de intensidad y por ende de daño.
Existen otros casos donde el objetivo principal es causar daño a través de los puños, patadas, cachetadas, lanzar objetos, usar armas, tratar de asfixiar y cualquier acción que atente contra su integridad; y muchas veces al agresor se le pasa la mano porque no mide su violencia y por eso, hoy, contamos con muchas historias de feminicidios en nuestro país.
En tanto, la violencia sexual se manifiesta desde el abuso de una mujer para obligarla a tener relaciones sexuales sin consentimiento, no permitir el uso de preservativos aun cuando la mujer lo pida. Obligar a la mujer a realizar o recibir tocamientos sexuales no deseados, así como obligarla a prostituirse. Este caso se da en muchas parejas, porque piensan que al estar en una relación te obliga a acceder a prácticas no deseadas.
La violencia psicológica-emocional una de las más comunes y silenciosas, daña la estabilidad psicológica y emocional de la mujer y se da en amenazas verbales, insultos, ofensas, gritos, humillaciones, indiferencia, falta de atención, difamación, rechazo, privación de la libertad, enojo por incumplir tareas consideradas de la mujer y llevan a las mujeres en estados críticos de depresión que, si no son tratados, pueden terminar en muerte.
La violencia económica-patrimonial se da en el ingreso o pertenencias de las mujeres y se da cuando el hombre controla el dinero y su destino de gasto; se da por la destrucción de los bienes personales y materiales de la mujer, por negar el derecho a las mujeres a trabajar, y no tomarlas en cuenta sobre el destino de los bienes.
Son muchas las formas de violentar a una mujer, pero somos más quienes queremos una vida sin violencia. Ayudemos a salir a quienes viven presas de un círculo violento, porque la factura siempre se cobrará con la vida o con nuevas generaciones que repliquen la violencia aprendida y la sociedad nos lo seguirá cobrando con más historias de dolor de mujeres asesinadas, violadas, secuestradas. Ayudemos a otras a no ser parte de las estadísticas; ayudemos a más mujeres no vivir en silencio una vida violenta, porque la violencia no es una forma de vida.
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