De acuerdo con datos del Instituto Nacional de Geografía y Estadística (INEGI), la frontera sur de México alcanza 1,149 km de extensión total y divide el país de las Repúblicas de Guatemala (longitud de 956 km) y Belice (193 km). Existen 8 puntos de paso internacionales entre México y Guatemala (7 en el estado de Chiapas y uno en Tabasco), reconocidos por ambos países; y 2 entre Belice y México en el Estado de Quintana Roo, además de los cientos de pasos peatonales, al margen de los puntos oficiales de internación, y más de 50 cruces vehiculares informales a lo largo de la frontera. La imprecisión de los linderos, lo agreste del terreno y la escasez de recursos hacen que el gobierno de Chiapas no pueda ejercer un control efectivo sobre la frontera lo que la convertía hasta hoy en “tierra de nadie”.
A pesar de las disputas y problemas que pudiera haber, existe una intensa movilidad transfronteriza: migrantes en tránsito, los jornaleros guatemaltecos (que trabajan temporalmente en Chiapas, principalmente durante la cosecha del café), turistas y una población móvil de residentes fronterizos que se desplaza en forma recurrente entre ambos países. Las llamadas “comunidades transnacionales”, es decir redes de relaciones sociales, culturales y económicas que superan la división político-administrativa.
Dichas poblaciones comparten no sólo raíces sociales y culturales, sino también un cierto perfil socioeconómico.
Los municipios del sur de México y del norte de Guatemala presentan similitudes en cuanto a la situación socioeconómica, sobre todo si los comparamos con los respectivos promedios nacionales; son regiones periféricas, en los confines de los Estados, que presentan un rezago económico; «este es el signo que caracteriza a esta región, la mayor pobreza, precariedad y vulnerabilidad social de su población. Si los datos indican una convergencia entre ambos lados de la frontera, ello no se debe a un proceso de desarrollo social y económico, sino más bien a su ausencia».
Sin embargo, a pesar de su precariedad y sus ausencias o derivado de lo mismo, los pobladores de la frontera han llegado a desarrollar un sistema comercial que les permite un medio de subsistencia a balseros, comerciantes, bicicleteros, taxistas, autobuses y comunidades enteras que dependen de este sistema que, aunque informal y en algunos casos ilegal, está bien establecido y que hoy está a punto de desaparecer por la llegada de la Guardia Nacional a la frontera.
A raíz de la amenaza de Donald Trump, sobre aplicar aranceles a mercancías mexicanas como una forma de 'castigar' el fallido control migratorio, el Gobierno de México ordenó a la Guardia Nacional resguardar la frontera sur del país y entre las disposiciones tomadas estuvo la de eliminar el tránsito de las balsas en el Río Suchiate.
Las consecuencias que podemos prever son, entre muchas: mayor falta de empleo, desmoronamiento de una economía establecida, tráfico ilegal de personas y de mercancías, como hasta hoy pero quizá violento.
Muchas personas dependen de la economía de Suchiate, enfatizó, por lo que podría haber un "baño de sangre" si el cruce del río estuviera realmente cerrado” señaló Paulo de León, director económico de Business Intelligence de América Central, una firma de análisis en la ciudad de Guatemala. Si las balsas se quedan en tierra, "habrá consecuencias", enfatizó.
i)https://journals.openedition.org/diacronie/740
ii)Castillo, Manuel Angel, Toussaint Ribot, Mónica, Vázquez Olivera Mario, Espacios diversos, historia
iii)Canales, Alejandro I., Martínez Pizarro, Jorge, Reboiras Finardi, Leandro, Rivera Polo, Felipe, Migración y salud en zonas fronterizas: informe comparativo sobre cinco fronteras seleccionadas, Santiago de Chile, Naciones Unidas, 2010, p. 37.
iv)https://www.elfinanciero.com.mx/economia/asi-es-la-tormenta-que-amenaza-el-comercio-del-rio-suchiate-por-acuerdo-migratorio-con-eu
