Hace algunos años leí un libro sobre la toma de decisiones, no recuerdo ahora el título, ni el autor, aunque sí su esencia: La importancia de tener presente que la vida nos implica una constante toma de decisiones, desde las más simples hasta las más complicadas. Parece sencillo ¿cierto?
Todos los días tomamos decisiones, algunas de manera consciente y otras de forma casi automática –por no decir inconsciente. Tener la posibilidad de optar por una u otra decisión, implica la posibilidad de contar con alternativas. Si no hay alternativas, no hay decisiones posibles.
Cada mañana –antes de salir de casa– tomamos decisiones que pueden parecer de lo más inocuas: tomar un té, un café, un vaso con leche, un vaso con agua o nada, o todo. Ello implica una decisión, sí; pero esa decisión depende de la disposición o no de los recursos que tengamos a la mano.
Hay otras decisiones que son, por decirlo de alguna forma, irreversibles. Por ejemplo, saltar de un Bungee implica lanzarse al vacío varios metros en caída libre. Ya arriba, con todo el equipo listo, podemos reflexionar y decidir lanzarnos o no al vacío pero, una vez que nos lanzamos, no hay forma de retroceder. Una vez iniciado el recorrido en caída libre, es imposible cambiar de decisión. La ley de la gravedad nos lo impide.
Decidir implica un acto de voluntad, frente a la existencia de alternativas, sin ambos componentes no hay decisión posible.
Pienso en otro ejemplo: En toda ceremonia para contraer matrimonio el juez (o su equivalente) pregunta –¿Es su libre voluntad tomar por esposa (o esposo) a la (o al) aquí presente? –Y pese a que quienes hemos asistido ceremonias de esta naturaleza sabemos cuál sera la respuesta en el 99% de los casos, la pregunta siempre se hace porque la posibilidad de decidir siempre está presente. Me refiero a la posibilidad de decidir que no… o inlcuso decidir que sí.
Me parece importante destacar que, además de la voluntad y de la existencia de alternativas, existe también el proceso; es decir, la secuencia de acciones, inmersas en otro tipo de decisiones, que definen el contenido de cada decisión.
Pero ¿qué sucede cuando las decisiones que tomamos no sólo impactan el ámbito de lo personal-individual, sino lo social-colectivo, e incluso determinan la vida de generaciones futuras? Sí, me refiero a las decisiones en torno a la huella ecológica que dejamos en lo individual y que, de individuo en individuo constituyen un colectivo ¿Son nuestras decisiones individuales, también decisiones colectivas?
Hoy existe un llamado urgente para salvar al planeta del cambio climático. Las recciones de los gobiernos no han estado a la altura de las circunstancias, aunque toca reconocer que tampoco el común de los ciudadanos nos hemos comprometido con acciones que contribuyan a detener el calentamiento globlal. ¿Hemos decido no hacerlo porque consideramos que es una decisión que no nos correponde en lo indidividual?
Hemos escuchado de manera reiterada la necesidad de salvaguardar los ecosistemas naturales: bosques, selvas, pastizales, etcétera; activar políticas que detengan el uso indiscriminado del autómovil, la extinción de especies animales; favorecer la transición hacia energias limpias.
Pero también de manera reiterada hemos escuchado campañas para activar pequeñas acciones que cada uno podemos emprender: separar la basura, evitar desperdiciar alimentos; modificar nuestras dietas potenciando el consumo de productos más naturales; reducir la ingesta de carne; no desperdiciar agua; desconectar aparatos eléctricos; decidir usar menos plásticos; ser conscientes de nuestra huella ecológica en el nivel de la micropolítica. ¿Por qué nos cuesta tanto asumir esas pequeñas acciones en el día a día?
Si decidimos emprender esas pequeñas acciones, estamos decidiendo comprometernos y ser solidarios con las futuras generaciones. Debemos decidir no reproducir los mismos patrones de consumo, de vida, de huella ecológica. Debemos de estar conscientes de lo que implica a corto y mediano plazo… y que, si no lo hacemos quizá no haya un largo plazo. Hasta ahora hemos sido testigos de acciones aisladas, por lo que no se ha logrado frenar el calentamiento global. El llamado hoy es a realizar una acción colectiva. Es un llamado ético. Es un llamado a la sobrevivencia…