A la mayor parte de la sociedad le encanta imaginar que los encuentros sexuales solamente deberían ocurrir en un mundo quimérico denominado heterolandia. Lo supe por ese: “A favor del diseño original”, que escribieron algunas personas que acudieron ayer a la manifestación que se dio frente a la Cámara de Diputados del Estado de México, en principio a cargo del Frente Nacional por la Familia y de la pederasta ejemplar Iglesia Católica.
En el Génesis, a quienes así piensan, les seduce –y obnubila fervorozamente su masa neuronal, a pesar de los grados académicos-- el relato bíblico que, sin ninguna base científica más que el dogma, les cuenta que Dios creó a Adán y, luego, a Eva.
Ahí despuntó una parte de la ideología heterosexista imperante y, se les olvida que tal masculino y fémina desobedecieron el mandato divino de no comer del fruto del árbol prohibido (en realidad, la ciencia, que era una higuera). Pero, una vez probado (el sexo) le entraron con singular alegría al umbrío placer, hasta que nacieron, en principio: Caín y Abel.
Luego, como escribió José Saramago en una de sus magníficas novelas, el celoso fratricida Caín, mató a su hermano Abel, porque el primero fue despreciado por Dios, cuando le ofreció el producto de su trabajo y, Abel fue aceptado por el Señor. ¡Gran ejemplo de familia! Un hermano asesina a otro ¿Hacemos fiesta porque existe una gran familia original?
Lejos de toda duda, un episodio bíblico ejemplar, pues Caín recibió buena educación emocional; acudió a clases de yoga, de glándula pineal, de Theta healing e incluso escuchó al predecesor de Deepak Chopra y de aromaterapia, pero eso no le bastó. Aunque su madre y padre (nada menos que Adán y Eva) lo formaron para aguantar cualquier frustración, por mínima o grandiosa que fuese, pero no logró controlar su ira. Y, nada más mató a su hermano Abel. ¡Un tipazo, venido de una sacrosanta familia heterosexual!
Es decir, la primera familia heterosexual (diseñada originalmente) entró por la puerta grande en materia de “buena educación hacia los hijos, pues el mayor asesinó a su hermano y Abel murió, nada más porque, sin esperarlo, Dios le aceptó su ofrenda” ¡Vaya ejemplo, cuando apenas despuntaba el Génesis! ¿Ese diseño original es del que hablaban ayer las y los manifestantes que están en las fotografías?
Fuente: Lorena Padilla y Guillermo Hernández. Red Internacional FAMECOM, A.C. Manifestación frente al Poder Legislativo mexiquense contra el matrimonio igualitario y la Interrupción Legal del Embarazo en el Estado de México. | Fuente: Lorena Padilla y Guillermo Hernández. Red Internacional FAMECOM, A.C. Manifestación frente al Poder Legislativo mexiquense contra el matrimonio igualitario y la Interrupción Legal del Embarazo en el Estado de México. |
Regresemos al tema: Lo sepan o no, la cuestión es que hay una parte de la especie humana cuyo deseo erótico sexual no se enrumbará por los tersos, amorosos y “nunca violentos” deseos heterosexuales. Según las estadísticas más conservadoras, al menos 10 % de la población (en todos los países del orbe) les dará por lo homosexual, punto (con ene). Los seres humanos no elegimos por dónde y hacia qué persona u objeto viajará esa bestia angélica e incontrolable que nos habitará gran parte de nuestra vida y que se llama Eros.
Si tal tendencia se cumpliera en el Estado de México (Dios guarde la hora, en nombre de tanta familia heterosexista, espantada y católica) al considerar poco más de 17 millones de habitantes que viven en el virginal e impoluto suelo mexiquense, cuando menos tendríamos en nuestro haber poco menos de dos millones de seres humanos a los que –más temprano que tarde, quizá desde la adolescencia-- les va a patinar por el rumbo del pecado nefando, de lo abominable, de lo presuntamente antinatura, aunque lo vayan a gozar, la mar de bien, como quienes disfrutamos del sexo hetero.
¿Qué nos debería importar en torno a estos enredos de la sexualidad adolescente que existen? Que ellos y ellas, estando en la flor de su vida, gozaran de la plenitud de su existencia, de su erotismo y que, no por tocar o atragantarse con las mieles de su tentación arborescente y desfogue de placer, padecieran Infecciones de Transmisión Sexual (ITS).
Poco después de la segunda mitad del pasado siglo XX, quedó demostrado que la homosexualidad, que el deseo homoerótico es tan natural, tan biológico y erótico como el deseo heterosexual.
Ese dios Eros ha sido siempre caprichoso, voluptuoso, infantil, irredento e incontrolable; más si se le confina en la festividad dionisiáca. Nunca le importarán las cadenas heteronormativas. Puede acatarlas en la formalidad socio-cultural, familiar y en el secreto de las alcobas o de los hoteles de paso, pero actuará en la transgresión o guardando las formas, jamás en el fondo ¿Se comprende? ¡Qué van a entender, si todo pasa por el verdadero enemigo, como diría Monique Wittig: El pesamiento heterosexual!
Se ondea la bandera de: La Familia, como palabra-poder, pero se esconde lo milenario-patriarcal, la cultura machista, la imposición reproductiva, el trato desigual de los hombres hacia las mujeres, la explotación y la subyugación femenina, convertida en misógina. Encima de toda, las familias heteronormativas nos erigimos como “ejemplo” de lo que debe ser, cuando más bien nuestra vida cotidiana hiede a desigualdad, violencia simbólica y micromachismos por todos los rincones. ¿Cómo nos atrevemos a cuestionar, si por la casa estamos peor?
Nada más hay que ver estadísticas de los feminicidios, para constatar que la mayoría de las mujeres han sido asesinadas a manos de masculinos y que, muchos de ellos habían tenido relaciones erótico-amorosas con sus víctimas.
Así está de saludable nuestro mundo heterosexual, diseñado originalmente. Ayudaría mucho verificar las cifras de la violencia intrafamiliar, el abuso y la violación sexual propinada por parte de tíos, padrastros, primos a niñas, adolescentes y jóvenes, para colocarlos en la palastra pública de la familia heteronormativa.
Seguiré…