En la actualidad hay una multiplicidad de maneras de estar al tanto de las noticias. En realidad, para muchos hoy padecemos una sobresaturación de contenidos, incluyendo datos, noticias e información de temas tan diversos como la publicidad (privada) y la propaganda (oficial), y la vasta oferta de entretenimientos privados y públicos de todo tipo que compiten por nuestra atención día con día.
De hecho, cada día resulta más difícil diferenciar entre una y otra clase de contenidos, en gran parte porque todos tienden a adoptar un formato mezclado que han ido adquiriendo por la competencia de los medios entre sí, a medida que avanzan tecnológicamente, y que reflejan el fragmentado mercado de los usuarios.
En los años 60 y 70 del siglo pasado la polémica sobre la naturaleza y función de la prensa se desarrollaba sobre estos dos temas: 1) diferencia entre noticia y comentario y, por tanto, una llamada a la objetividad; 2) los medios como instrumentos de poder, fomentados por partidos políticos o por grupos económicos, que utilizan un lenguaje intencionalmente críptico en cuanto a que su verdadera función no es dar noticias a los ciudadanos sino enviar mensajes cifrados a otro grupo de poder, sin importarles tanto los demás lectores-televidentes.
Estos dos temas hoy en día, en la era digital, se están volviendo obsoletos. Por un lado, hay una amplia polémica sobre la objetividad y muchos sostienen que (quizás con excepción de los boletines de las precipitaciones atmosféricas) no existe jamás una noticia verdaderamente objetiva. Aun separando cuidadosamente comentario y noticia, la misma elección de la noticia y su compaginación constituyen un elemento de juicio implícito.
Los medios noticiosos tradicionales (prensa, radio, televisión) siguen siendo instrumentos de poder, pero su influencia sobre la comunicación se ve cada vez más disminuida por los nuevos medios digitales que transmiten una enorme cantidad de datos y opiniones que ya no pueden controlar totalmente los políticos (que prefieren el barato Twitter) ni los económicamente poderosos, aunque lo intenten (ni el hombre más rico del planeta, Jeff Bezos, dueño de Amazon y que compró e intenta rescatar al tradicional periódico Washington Post, pudo evitar recientemente que proliferaran sus textos y fotos íntimas de su affaire con la millonaria periodista latina Lauren Sanchez en los medios).
Además, para subsistir los viejos medios se han visto en necesidad de inundarse de publicidad (privada) y propaganda (pública), aunque éstas recurren en forma creciente al uso de las nuevas tecnologías digitales, que abaratan su costo y hacen más ardua la competencia.
En la última década se ha perdido el estilo periodístico de la así llamada tematización, entendida como la misma página que incluía noticias de algún modo relacionadas.
Al mismo tiempo, el usuario -ya no pasivo, sino interactivo- forma digitalmente su opinión mediante su propio mundo noticioso, suscribiéndose a diferentes medios donde no sólo recibe noticias, opiniones, etc, sino que hace sus propios comentarios y expresa sus opiniones sin censura.
Eso es parte de la nueva Economía de Renta, en que el usuario se suscribe a diferentes compañías que le proporcionan regularmente bienes y servicios, en renta, no en propiedad. Pero esa es otra historia de cómo el viejo capitalismo busca renovarse y subsistir como capitalismo financiero en la postmoderna era digital. Ya hablaremos de ello en el futuro, si es que le queda algo después de la próxima crisis mundial que se avecina y que suscita ya noticias, datos, opiniones y comentarios de todo tipo en los viejos y nuevos medios de comunicación.
¿Cómo la ves?
