El pasado miércoles, durante la sesión del Congreso Local del estado de Oaxaca, en lo general, se aprobó la Interrupción Legal del Embarazo (ILE) siempre que la gestación esté entre la primera y, hasta la doceava semana. Veremos, en los días o semanas por venir, qué sucede con aquellos artículos o incisos que fueron separados para su posterior análisis y discusión. Todavía no se puede cantar victoria, a pesar de que la “Ola verde” oaxaqueña dio muestras de un entusiasmo atronador.
A veces los retrocesos sobrevienen enseguida de triunfos generados por el costado del ala liberal. Ojalá que esta ocasión no sea así. Pero los guardianes de los grandes e inamovibles valores, así como de los mandatos celestiales (Iglesia católica, Provida, el PAN, Encuentro Social, algunos(as) priistas y diversos medios persignados, acompasados por la “Ola Celeste” y el Frente Nacional por la Familia) no se rinden fácilmente y tampoco entienden de razones ni se han enterado todavía que viven en un Estado Laico. Pasaron de noche el estudio de las “Leyes de Reforma”.
Con 24 votos a favor y 10 en contra, una causa más para interrumpir la gestación queda despenalizada en el Código Penal. Es un tema que provoca polémica y que anuncia pérdida de votantes conservadores –que no son pocos-- para las próximas elecciones estatales y quizá nacionales. Creo que es un asunto que está calculando con mucho cuidado la 4T en el resto de las entidades federativas. Con Oaxaca, parece que ha decidido tomarle el pulso a este tema.
La arena se llena con voces antagónicas que únicamente entienden de valores absolutos y bipolares: 1) Los que pugnan por la vida sin cortapisas y en las que no hay “pero” que valga, sea cual sea, puesto que la existencia del ser humano –a su entender—inicia desde el primer milisegundo de la fecundación, hasta la muerte natural. Hay de aquel que ose corregirle la plana el Creador.
2) Quienes defienden a capa y espada la libérrima decisión de la mujer sobre su propio cuerpo y su derecho a decidir cuándo y en qué circunstancias ser madre de alguien. Dicen con claridad: “Los derechos de las mujeres no se consultan, se garantizan”.
En asuntos como la ILE, lo que prima es, de un lado, una ceguera religiosa que se agiganta en el fundamentalismo y con la negación a revisar todo cuanto se ha avanzado en conocimientos biogenéticos. A la otra orilla, prima una defensa radical en torno al legítimo derecho que tiene toda mujer a decidir sobre su cuerpo, así como a garantizar su arbitrio.
Como lo escribió hace varios años el especialista en derecho constitucional de la Universidad de Harvard, Laurence H. Tribe, aunque se trata de una guerra de absolutos, tales posiciones ayudan poco al debate laico. Vida frente a la muerte; continuación de cara a la interrupción; nacimiento contra aborto; vida contra “asesinato”. El impedimento para continuar con el debate sereno y argumentativo está impuesto desde el inicio, de una parte y de la otra.
La interrupción legal del embarazo existe en México desde el siglo pasado. El asunto, actualmente, es que se está tratando de despenalizar una causa más a las ya existentes. Ahora se busca que el embarazo se pueda interrumpir, no solamente porque haya sido producto de violación (que no siempre se aplica) o por malformación del feto (que tampoco se administra siempre) o, porque la vida de la mujer gestante corre peligro (que a veces no se diagnostica a tiempo), sino que ahora se le permite a la mujer oaxaqueña que no quiera continuar con su embarazo –dentro de las primeras doce semanas
—interrumpirlo pero recibiendo atención médica apropiada sin que su vida corra peligro.
Como en la Ciudad de México, desde hace varios años, ahora en el Oaxaca, se acaba de proponer despenalizar la ILE si la mujer gestante no desea ser madre, al menos en ese momento. Si la aprobación prospera íntegramente, muchas mujeres del sureste de México ya no tendrán que viajar hasta la Ciudad de México para recibir la atención requerida, dada una gestación a la que no desean darle cauce. Podrán acudir a la tierra del Benemérito de las Américas a ejercer su derecho a decidir sobre salud reproductiva.
Se trata de algo más profundo que quizá no se alcanza a mirar con claridad. La Salud reproductiva implica decidir si la mujer quiere procrear o, no desea ser madre de nadie ni ahora ni nunca y, no por ello dejar de ser de sexo femenino, ser mujer (en el sentido heterosexual) ni perder ninguna cualidad como persona valiosa. A contraluz, con la ILE se pretende que los hijos(as) sean deseados, anhelados y no un accidente o una imposición en nombre de valores ajenos que gritonean por vidas que jamás mirarán de cerca.
Se pretende que la maternidad no sea impuesta a nadie, nunca. Se busca reducir el secreto e inaccesible número de madres agobiadas existencialmente que por distintas circunstancias fueron o se vieron obligadas a ser madres, sin que lo pretendieran en lo más mínimo.
Como lo ilustró recientemente en su estudio Orna Donath, una socióloga israelí, el arrepentimiento maternal existe y pesa excesivamente a propias y extrañas. Un asunto que muchas mujeres han callado por años y que quizá en la mayoría de los casos se lo llevarán hasta el fin de sus días. Con la ILE, muchas mujeres no tendrán por qué correr riesgos, si deciden posponer su maternidad o si, en definitiva, no quieren ser madres de nadie. Felicitaciones al Congreso de Oaxaca. A ver cuándo se anima la Cámara de Diputados del Estado de México, que también vive el Estado Mexicano Laico.
*Red Internacional FAMECOM
