Hoy hablaremos de un referente en la fotografía en nuestra Toluca, aunque no originario de ella, toluco de corazón, don Rosendo Robles, así como de su heredero en la profesión, el estimado Antonio Robles Iniestra (Toño):
Trabajar en lo que nos gusta es una de las bendiciones más grandes de los seres humanos, convertir las penurias en oportunidades y las carencias en la coyuntura perfecta para nunca dejar de aprender y echar a volar la imaginación como cuando niños.
Así era don Rosendo Robles, empleado del Banco Nacional de México por mucho tiempo y cuyo trabajo lo hizo trasladarse a tierras michoacanas para después regresar a Toluca con la idea de rentar una de las alacenas ubicadas en el Portal Reforma de Toluca para vender artesanías de madera como las guitarras de Paracho.
Nacido en 1916, originario de Tlaltenango, Zacatecas, don Rosendo de 1952 a 1957, dejó la alacena de los portales para rentar un local en el que se dedicaría a vender ropa de caballero como camisas y corbatas con el nombre de Camisería Reforma justo donde hoy se encuentra el negocio de corte similar llamado Gaytán.
A pesar de haberse desempeñado en diferentes empleos, no dejó su inquietud por el arte que más le llamo la atención desde siempre, “la fotografía”, por lo que de forma rudimentaria y sin saber mucho de la técnica, en la camisería se dedicaba a revelar en blanco y negro los rollos fotográficos de los amigos que sabían de su gusto.
A mediados del siglo pasado, en el portal 20 de noviembre se encontraba el negocio llamado "Foto Luna", del afamado señor Roberto Luna, reconocido como uno de los mejores fotógrafos de la ciudad, a quien don Rosendo visitaba constantemente con la finalidad de que le diera consejos y en su caso algunos trucos para poder realizar una buena fotografía, ya que Foto Luna se dedicaba al retrato artístico, después de un tiempo, ante la necesidad de establecerse en la Ciudad de México, el señor Luna le cambio el negocio a Don Rosendo por un coche Plymouth modelo 52, con el compromiso de enseñarle a manejar al hijo mayor de don Roberto, y en un principio sin cambiar el nombre del negocio y con el préstamo de los aparatos para arrancar el mismo.
De esta manera comenzaría en 1957 el sueño de Foto Robles, que en un par de años más tarde ya seria referencia obligada en la fotografía de Toluca, realizando además de la artística, la foto de identificación. Así mismo, con la ayuda de una empleada que lo acompañó en la camisería, empezaron sin saber casi nada, a prueba y error, pero con tesón y ganas de salir adelante, lo primero que hizo fue sacar en la calle las vitrinas con los óvalos como muestra de su trabajo, y como en ese momento no había tanta competencia, el negocio comenzó a florecer.
Don Rosendo se casó con María Antonieta Iniestra Jiménez, originaria de Toluca, hija de don Vicente Iniestra y doña Felicitas, dueños de la famosa tienda “La Provedora”, ubicada por la calle de Quintana Roo a unas cuadras del Estadio de Futbol donde se vendían tortas y pulque, quienes al ser padres de diez mujeres, lidiaron con los galanes que se tenían que turnar para poder estar ante el balcón de su amada; en esa época era clásico que la novia saliera al balcón a ver al novio.
Don Rosendo y doña María Antonieta tuvieron nueve hijos, siete hombres y dos mujeres, por lo que al ir creciendo la familia se veían en la necesidad de buscar casa más grande hasta llegar a vivir al interior de Los Portales donde se rentaba el negocio. Distribuidor de Kodac vendiendo la cámara y el rollo, fue pionero y visionario de la tecnología, ya que utilizaba las primeras máquinas para hacer copias fotostáticas que consistían en unas cajas con luz, siendo las primeras copias fotostáticas, porque se tenía que retratar el documento en la noche, en una prensa con un vidrio se metía el documento y lo retrataba, se revela el negativo y después la impresión del documento, posteriormente llegó el revelado para hacer la impresión en papel sensible a la luz, se imprimía y se revelaba, pero con su ingenio adaptó rodillos de lavadora para que pasara el papel positivo y negativo, se revelara la imagen y una vez que se mojaban en el revelador se exprimían de mejor manera evitando la formación de burbujas en la imagen; utilizó los primeros flashes para congelar la imagen a través del destello electrónico y vivió la época trascendental del inicio del revelado de color.
Así lo recuerda Toño Robles (su hijo) heredero de la prosapia y uno de los mejores fotógrafos de todo Toluca de esta época actual; y fue el primero en establecer una sucursal de su papá, ubicándola en Avenida Independencia por el rumbo de La Violeta y El Venado (negocios referentes también en la antigua Toluca); donde para complementar el negocio y darle más vida al local, decidió ofertar los productos de su otra pasión: los automóviles, por lo que empezó a vender coches de colección, primero por afición porque hacia los propios para su colección y poniéndolos de muestra, pero al darse cuenta que llamaban mucho la atención comenzó a vender coches para armar, incluso, fue el primero en Toluca en vender coches Burago, marca italiana de reconocido prestigio.
Posteriormente vendió coches de la marca AMT, así como pegamento, autos, barcos y aviones de la marca Revell Lodella. En la época de los sesentas, los autos llegaban a costar hasta sesenta pesos.
Desde pequeño, recuerda, los coches fueron lo máximo, le gustaban las carreras y llegó a competir en Toluca. En gokarts a los 18 años, señala, la primer pista se ubicó donde hoy es el Parque Bicentenario, y más tarde se construiría una segunda pista en los extintos campos de beisbol del equipo Cachorros en la calle de Josefa Ortiz de Domínguez esquina con Juan Álvarez.
Nacido en 1944 en Zitácuaro, Michoacán por cuestiones laborales de su padre (don Rosendo), Toño recuerda haber pasado parte de su infancia en una casa en Bravo casi esquina con Morelos, centro de Toluca, donde su padre convertía por las noches el baño de su casa en laboratorio fotográfico, revelaba sus rollos y los dejaba secar para imprimir en forma rudimentaria, nada profesional pero si con la obstinación y fascinación de hacer lo que le gustaba.
De niño, Toño entraba al cuarto obscuro, lugar lúgubre, con una luz roja de seguridad, para maravillarse, en una charola que parecía contener agua pero que en verdad tenia químicos, ver brotar una imagen, como por arte de magia acompañada por el intenso olor a químicos.
Estudiante de la escuela Claret ubicada en la calle de Aldama y cuyo horario era de nueve de la mañana a una de la tarde y de tres a cinco de la tarde, recuerda el camino a su escuela por el pasaje que existía en la zona que hoy ocupa Salinas y Rocha, por donde pasaban los coches particulares y posteriormente los turismos México-Toluca.
De regreso de la escuela, rememora los juegos con la palomilla, principalmente el futbol en el patio rompiendo vidrios y haciendo enojar al vecino, o en los terrenos de Paseo Colón hasta donde tenían que abordar un autobús ya que en ese entonces era una zona alejada de casa.
Alumno de la escuela secundaria N° 1 Miguel Hidalgo y Costilla (paréntesis: secundaria donde estudié y gran recuerdo, teniendo aún a mis grandes amigos de hoy en día, María Moreno Ortiz, Elisa Maldonado Pérez, Mercedes Rojas Moreno, Pera Martínez Orta, Emma Reyes Salgado, Hilda Estrada Portilla, Geny Juárez D´Oporto Tere Chiquillo Barrios, Chela Gasca Domínguez, Ángeles Villaverde Gasca, Alex Naime Libien, Alejandro Rodríguez Azueta, Jesús Muños Palacios, Alberto Barbabosa Salgado, Enrique García Hernández, Virgilio Esquivel Garduño (qepd), entre otros) bajo las instrucciones del famoso director y maestro Fernando Aguilar (el famoso "Torito") por el tipo de preguntas que solía hacer al alumnado.
Por otro lado, Toño menciona que en vacaciones, su papá (Rosendo) lo llevaba a caminar cerros porque en su juventud don Rosendo fue alpinista, jugaba frontenis, e iban al club Rotario por el rumbo de la Bombonera, donde los 12 de octubre se hacía kermes por el Día de la Raza.
Después de la secundaria entendió que su vocación era la fotografía, por lo que dejó sus estudios y se dedicó totalmente al negocio, a los 15 años ya era ayudante y empezó a retratar, se tenía que poner un banco para alcanzar la altura de la cámara, su padre le dio las primeras clases de revelado, y menciona que cuando vivían en el portal, su papá revelaba en las noches en unas placas rígidas, a plena obscuridad se encerraba para llevar a cabo el proceso, agitando de vez en cuando la placa para que no le quedaran burbujas mientras se divertía tocando la armónica.
Al celebrarse en Toluca las bodas en día domingo, el buen Toño comenta que no había descanso, solo por la tarde cuando solían dar la vuelta en coche alrededor de la Alameda y en su juventud, hacer el mismo recorrido para mirar a las chicas que caminaban por la banqueta de la Alameda.
Con nostalgia nos señala que la ciudad de Toluca ha crecido mucho, se han perdido el cine Rex, el Florida, Justo Cierra (hoy flamante sala Felipe Villanueva) a donde por cuatro pesos iba acompañado de sus hermanos a ver los episodios de Flash Gordon; las tardeadas en casa de los amigos donde se divertían de cinco de la tarde hasta las diez de la noche como máximo, sobre todo los hombres, pero siempre con diversión sana y respetuosa.
Después de muchos viajes, cursos y congresos nacionales y extranjeros, a los 37 años Toño se casa con Dolores Guadarrama (hermana de los famosos "Pollos" Guadarrama) tuvieron dos hijas, hoy destacadas profesionistas que sin dedicarse a la fotografía, aman y apoyan la afición convertida en trabajo de su padre, quien se congratula con los avances tecnológicos, que permiten a cualquier persona tomar fotografías, aunque no con la misma sensibilidad que con una cámara profesional.
Desde el estudio que construyó con su padre hace mas de 33 años, se emociona al decir que lo mejor de una foto es que se puede hacer que la gente vuelva a vivir el momento y con el paso de los años adquiere un valor incalculable para las familias y es su máximo orgullo seguir siendo parte de los momentos más importantes de su vida.
Artista de la fotografía, enamorado de jugar con las luces, no tomar fotos planas, darle vida con claroscuros e imaginarse fotos como si fueran pinturas, Toño aún tiene mucho que dar a la gente de Toluca y entre sus sueños, igual que con una fotografía, se ve estableciendo un museo de la fotografía donde pueda exponer trabajos, equipos, y la vida misma que lleva cada fotografía que ha tomado a prácticamente tres generaciones.
Un regalo para mis grandes amigos y ex compañeros Arturo (Choco) y José Luis (Leche) Robles Iniestra.