El termino victimología fue utilizado por primera vez en el año 1949 por el psiquiatra Norteamericano F. Werthman; sin embargo, fue hasta 1956 cuando Benjamín Mendelsohn puntualizó la necesidad de incluir y estudiar a la víctima tanto de delitos como de catástrofes naturales.
A la víctima en el ámbito jurídico no se le consideraba un ente independiente sino una mancuerna perfecta en el propio delito.
Pero, ¿qué se entiende por víctima? Víctima es la persona física o moral, en quien recae el daño, ya sea de manera directa (la mujer golpeada) o indirecta (sus hijos).
Cabe señalar que en algún momento de nuestra vida hemos sido víctimas, y no hablo de catástrofes naturales como la recién vivida en diferentes partes de la república mexicana, sino de algún delito en particular, y enuncio el delito de violación o de desaparición de personas o un homicidio, aclarando que éste no se sufre en el núcleo familiar; sin embargo, el hecho de que este tipo de violencia se presente al interior de nuestra sociedad, nos convierte a todos en víctimas. Nos afecta de alguna manera pues no pasamos por alto de ningún modo un hecho tan reprobable, a tal grado que altera nuestro ser, sentimos miedo, tristeza, angustia, desesperación y nuestro estado emocional se altera. Esto, sin duda, nos lleva a ser víctimas indirectas.
Algunos autores han establecido tres escalones respecto a la victimización desde la consecuencia que produce el hecho realizado (delito):
Victimización primaria: no se queda en el daño sufrido sino en las consecuencias que creo el mismo;
Victimización secundaria: aquella que surge, y que es muy frecuente, en la relación víctima-sistema de justicia, la victima acude con sed de justicia, de ser escuchada, de encontrar respuestas a lo que le sucedió, a darse cuenta de manera directa de la aplicación de la justicia y en cambio se encuentra en un estado de re-victimización, pues no es escuchada y en realidad, es ignorada.
La victimización terciaria: ésta surge como consecuencia de la primera y segunda y aquí la víctima se queda con esa creencia de serlo y aprovecha la situación para obtener algo a cambio.
Las víctimas pueden presentar pensamientos y sentimientos normales a pesar del daño sufrido; en algunas ocasiones la víctima se siente culpable. Hay quien presenta inseguridad, desconfianza, desesperanza e impotencia. Sea cual sea la situación de la víctima, a todas luces se ve que esta requiere apoyo psicológico a efecto de disminuir el síndrome postraumático.
Ahora bien, el sujeto activo, el que cometió el delito, no se tiene que preocupar únicamente por su defensa, sino que también tiene la oportunidad de reflexión sobre el hecho cometido, ver el resultado de su actuar, responsabilizarse y resarcir el daño. Resulta importante la parte emocional de este sujeto pues, en la mayoría de las ocasiones, no es tomada en cuenta y basta con que medie el pago de la reparación del daño a la víctima directa, olvidando que la víctima indirecta, en donde toda la sociedad es protagonista, corre el riesgo de ser víctima nuevamente por el mismo sujeto, al no ser tratado en el área específica.
Es por todo ello que Investigar en la actualidad a las víctimas se ha hecho una tarea de interés. Hoy por hoy, la víctima tiene voz y la hace valer, pues ésta tiene una participación activa, con excepción de la que perdió la vida o su situación de salud no le permita participar en el procedimiento penal para exigir un derecho que le corresponde de acuerdo a las leyes. Si bien es cierto que la víctima surge después del daño causado, también lo es que los problemas de la sociedad no permitirán la disminución de la victimización, a menos que todos contribuyamos a modificar el orden social imperante.
Urge erradicar la impunidad para que la justicia se reconcilie con una sociedad que sufre de victimización colectiva.
Y, ¿por qué no decirlo?.. la obligación de cuidarnos, es de todos.
¡Los abrazo de corazón!