Ser deportista en México no es sencillo; se requiere, además de disciplina y constancia, tener una disposición y mentalidad a prueba de todo; sí, incluso para superar los obstáculos extra deporte que suelen presentarse en la misma burocracia de la administración de la activación física en todos los niveles, así como el nulo apoyo qué hay de otros sectores.
Por eso, el que una atleta mexicana como Guadalupe González Romero haya ganado competencias internacionales en años consecutivos sólo habla del amplio compromiso con su disciplina, de un esfuerzo constante que no lo detiene nada, mucho menos la distraen esos elogios, que aunque muy merecidos, la mayoría son para colgarse de un éxito que es solo de ella, su familia y entrenadores.
Esta misma semana la marchista Guadalupe González Romero fue anunciada como ganadora del Premio Estatal del Deporte 2017, reconocimiento merecido y trabajado, sudado, pero sobre todo enfatizado con la disciplina que se necesita para ser la mejor del mundo en la marcha de los 20 kilómetros.
Los logros de la andarina mexiquense en 2016 y 2017 fueron dos medallas de plata, primero en los Juegos Olímpicos de Brasil; después, en agosto pasado en el Campeonato Mundial de Atletismo, pero el mejor logró es ser el referente de la marcha femenil en el mundo, pues a diferencia de sus rivales en menos años, incluidas quienes le arrebataron el oro, ninguna de ellas repitió podio en estos, los dos eventos más importantes de la marcha a nivel internacional.
No es de extrañarse entonces que sigan llegando reconocimientos a la mejor atleta que hoy en día tiene el país, a una mexiquense que en breve comenzará con la preparación de la temporada 2018; otra vez los entrenamientos diarios, esa rutina llena de buena alimentación, largas concentraciones lejos de la familia; otra vez, navidades y fiestas de fin de año sólo con su equipo de trabajo, sin celebraciones, todo en la búsqueda de más éxitos, de exigirle mejores tiempos a sus piernas, de forjar desde ahora un oro olímpico que es ya la obsesión de Guadalupe y por el que no descansará hasta luchar por él, en Tokio 2020.