Los números, logros y estadísticas no están solo para rellenar un libro de historia o para presumirlos en la charla con los amigos; son reflejo del trabajo, del esfuerzo, de los avances y de las áreas de oportunidad pero, sobre todo, la justificación de la llamada lógica en el fútbol.
Esta semana se han dado varios movimientos en el balompie mexicano e internacional, sobre todo en las direcciones técnicas, continuidades, altas y bajas que no siempre son precisamente consecuencia de esa lógica estadística.
El primer ejemplo sí. Hernán Cristante sigue en los Diablos Rojos del Toluca como consecutiva de su buen torneo, del liderato general con este club y su llegada a dos finales, en liga y copa. La directiva del chamuco lo tomó con “lógica” y le extendió el contrato, además de prometerle refuerzos que apuntalen la plantilla para que esta vez no haya pretextos para levantar nuevos trofeos.
Después está la otra “lógica”, esa que pocos entienden.
Primero un caso internacional. Zinedine Zidane dijo adiós al Real Madrid después de haber ganado el triplete con el conjunto merengue, una baja que a su lógica fue adecuada, en el momento preciso, en la cúspide, justo cuando había ganado todo, pero también justo cuando pensó que no podía dar más por el club.
Luego está la salida de Matías Almeyda del Guadalajara, en una “lógica” que nadie entiende por parte de la directiva de Chivas, que parecía haber aprendido de sus errrores pero regresaron a su adn, a esa añeja costumbre de cortar procesos de manera visceral, unilateral y en contra, incluso, del propio beneficio de su club.
Almeyda se va justo de haber ganado la Liga de Campeones de Concacaf, en el semestre donde debería llevar al equipo a un Mundial de Clubes y después de haber ganado también liga y copa. Rompió esa sequía de títulos que en Chivas se tenia desde 2006.
Sorprende su forzada salida. La directiva, en su lógica, cree que puede formar un equipo competitivo para el mundial de clubes cambiando de timonel, sin inversión, con jugadores de la cantera y sin refuerzos de experiencia, un proyecto que, desde la “lógica” de cualquier aficionado, parece estar destinado al fracaso.