Es época de festejos, de reuniones con familiares, amigos, compañeros de trabajo, incluso, con aquellos que hace mucho no se ven. La mayoría, como pasa en otras partes del mundo, busca el acogimiento de personas entrañables con motivo de las celebraciones de fin de año.
Gran parte de la población aprovecha para disfrutar de un merecido descanso, desafortunadamente no todos lo tendrán, las condiciones y las actividades no son las mismas, unos tendrán que continuar trabajando, otros más continuarán buscando empleo.
Los que si disfrutarán de un “muy merecido descanso” son nuestros legisladores, faltaba más, ya cumplieron con su tarea, en especial sacar reformas que le interesan al ejecutivo en fast track, como las modificaciones al T-MEC, por gran mayoría, con 107 votos a favor y uno en contra.
Lo que se dio, con la idea de que de la misma forma y con la misma prisa, calculando que antes de terminar el año, el tratado comercial con Canada y Estados Unidos fuera avalado por los Congresos de los socios mexicanos, Ingenuo pensar que la urgencia era compartida, lo que quedó más que claro.
Pero en cuanto a la cámara alta, una vez que la presidente del Senado, Mónica Fernández Balboa anunció el resultado de la votación registrada en el tablero electrónico, los legisladores festejaron “merecidamente”, y se remitió al ejecutivo federal el Protocolo Modificatorio, y con ello, concluyó su participación en el proceso, que fue calificado como histórico por haberse integrado un frente parlamentario común.
Lo malo es que las prisas nunca serán buenas consejeras, en especial, cuando se trata de una negociación de los más altos niveles, y saltan varias preguntas a vote pronto, entre ellas, ¿por qué se prescindió del grupo de empresarios que habían acompañado al equipo mexicano? ¿Era suficiente con un único negociador, Jesús Seade Kuri? ¿No será que les ganó la soberbia? Entre muchas otras.
Lo cierto es que el único muerto para el gobierno federal, no fue el Neoliberalismo como lo gritó el presidente Andrés Manuel López Obrador, sino el crecimiento económico, y así, sin reconocer su fracaso, apresuran los trabajos para un tratado que a todas luces deja ver la desesperación de la administración actual, y por ende, un acuerdo inequitativo.
La impericia para hacer crecer la economía, la gran cantidad de empleados del gobierno lanzados a la calle, muchos de ellos sin recibir lo mínimo a lo que tienen derecho en cuanto a prestaciones, engrosarán las filas de desempleo, que eso sí, fortalece una pésima política en esta materia. En resumen, las esperanzas del gobierno lopezobradorista están basadas únicamente en el acuerdo comercial, por cierto, neoliberal por donde se le vea.
A lo anterior, hay que sumarle las malas decisiones en el combate inexistente al crimen organizado que mantiene con el alma en un hilo a la mayoría de ciudadanos, en especial, a los comerciantes, todos, porque actualmente no sólo los grandes empresarios son víctimas del “pago de derecho de piso”, ahora hasta los pequeños, incluso los informales, pero, ¿qué es lo que hace el gobierno federal al respecto? Ahora, culpar a los gobernadores por la absurda idea de considerar que al no reunirse todas las mañanas con sus respectivos gabinetes de seguridad, no se atiende el problema.
Por otra parte, la necesidad casi desesperada por sacar dinero de donde sea, ha ocasionado que las diferentes dependencias queden materialmente en los huesos, lo que generará escasez, que se resentirá en varios frentes, y con ello se augura un 2020 con más incendios, más problemas de contingencias, más enfermedades, entre muchos otros.
Así como no se necesita de mucha ciencia para sacar petróleo, tampoco se necesita para gobernar, según López Obrador, y es precisamente por lo que las ocurrencias tienen a la nación azteca con un futuro poco promisorio.
Partiendo de la experiencia que se vivió este primer año de administración lopezobradorista, el proyecto de nación se basa, en principio, en captar la mayor cantidad posible de beneficiarios de programas sociales, como sembrando vida, jóvenes construyendo el futuro, adultos mayores.
El objetivo es claro, las elecciones del 2021, y para lograr la captación de los recursos para los programas sociales, que por si mismos representan un tremendo gasto a la economía del país, sin reglas claras de operación, y menos de resultados, se manifiesta evidente que lo que persigue López Obrador, es hacer cuentas que le aseguren un triunfo en las urnas al precio que sea.
Mientras tanto, las obras importantes se centran en proyectos sin los estudios indispensables, pasando por la confirmación de consultas “patito” para presumir legitimidad con la participación del pueblo bueno y sabio, como sucedió con el sí al Tren Maya, a cuya consulta acudió el 2.86 % del padrón electoral de la zona.
La verdad es que la consulta fue pura simulación, con el 2.86 por ciento se demuestra una cosa, la gente pierde interés cuando se da cuenta que la decisión fue tomada de antemano, así sucedió con la consulta al aeropuerto de la Ciudad de México, que curiosamente las encuestas inclinaban el apoyo a su construcción en Texcoco, pero la decisión ya la había tomado el presidente.
Ahora, a pesar del presumido 20 por ciento de aumento al salario mínimo, un logro de empresarios y trabajadores, el poder adquisitivo aún no es, por mucho, el deseado, hay que recordar que la moneda mexicana hace tiempo perdió tres ceros, así que la distancia aún es mayúscula, resultaría mejor si la paridad del peso con el dólar mejorara sustancialmente para el primero.
Con todo lo anterior, la cruda de Año Nuevo y la resaca que ocasionará la actividad de terror del SAT, mantendrá ahorcados a los sufridos contribuyentes, los de siempre, porque por el momento no habrá nuevos. Y la inseguridad y economía no se ve para cuándo puedan mejorar, así que, a ver cómo nos va a los mexicanos el próximo año.
