En la primera columna de este 2020 no podían faltar las felicitaciones: la primera a todos aquellos que se dan un tiempo para leer mis comentarios y, aunque ya pasaron quince días de enero, no es infructuoso desear a todos ustedes mucho éxito en este año que inicia pero, sobre todo, mucha salud, que de lo demás cada uno se encarga, como diría un gran amigo.
Por otro lado, no menos importante, una felicitación muy afectuosa a mi querida Diana Mancilla, por haber sido designada Consejera Ciudadana de la Comisión de Derechos Humanos del Estado de México, sé que con su gran capacidad y experiencia aportará mucho en la defensa de los derechos fundamentales de los mexiquenses.
Y hablando de derechos humanos, gran polémica ha desatado la serie de opiniones que diversas instancias y grupos de la sociedad civil han pronunciado respecto al operativo, mochila segura, que se pretende implementar o se ha realizado en diversas escuelas del ámbito oficial y particular. Se discute si estos operativos vulnera, precisamente, los Derechos de los niños y jóvenes y si es indispensable para otorgar a estos la seguridad y tranquilidad a la que también tienen derecho.
Déjenme contarles, apreciables lectores, mi experiencia: en los años en que he prestado servicio en Conalep Estado de México, como responsable del área Jurídica, de Seguridad y Protección Civil, se han tomado determinaciones con base en un programa de seguridad integral que fue creado por su servidor y un grupo de expertos en la materia, en el cual siempre se ha considerado una revisión, sorpresiva, metódica y, sobre todo, apegada a derecho; de las mochilas de nuestros alumnos, lógicamente se tiene un protocolo establecido acorde al documento que para tales efectos emitió la Comisión de Derechos Humanos del Estado de México y en dicha revisión participan activamente los padres de familia, los alumnos, representantes de altos organismos de Derechos Humanos y la autoridad policial del estado.
Debo comentar, que estas acciones nos han llevado a una disminución satisfactoria del consumo de estupefacientes y, afortunadamente, hasta el momento no se han detectado armas de fuego o explosivos; recordemos que el uso de petardos de fabricación casera es también un peligro para el alumnado.
Es cierto que es nuestra obligación, en el ámbito educativo, respetar el derecho a las intimidad de nuestros alumnos, pero también lo es procurar su seguridad y tranquilidad que también es un derecho fundamental de todos y cada uno de los educandos.
Es cierto que esta sola acción aislada no resuelve un problema, solo es parte de un conjunto de medidas que podrán solucionarlo, pero que si no se realizan dejarían en estado de indefensión a personal administrativo, docentes y alumnos, ante un ataque como el que desafortunadamente se dio hace unos días en una escuela de la ciudad de Torreón.
En relación a las medidas, para prevenir estos hechos, no podemos olvidar nuestra responsabilidad como padres de familia, la supervisión, la comprensión, y sobre todo la comunicación, son elementos indispensables para entender la problemática de los niños y jóvenes y con ellos, podremos apoyar a las autoridades escolares en darle a nuestros hijos la posibilidad de una escuela segura y cumpliremos, así, como ciudadanos, en nuestra obligación con la seguridad de todos.
Por cierto: nuestros hijos son un reflejo de nuestra actitud diaria, con el ejemplo los haremos buenos ciudadanos, la violencia por lo regular se aprende en casa.
