Sin duda, el acoso en las instituciones educativas es el tema de interés en la sociedad de nuestro país y sobre todo de nuestro estado.
A partir de la denuncia realizada por alumnas y alumnos de la Universidad Autónoma del Estado de México, el enojo y sentimiento de repudio ha crecido en todo el sector educativo y las denuncias han auemntado en gran porcentaje.
El motivo de tales acontecimientos es claro, en muchas ocasiones el poder de los docentes sobre las alumnas era de tal magnitud que, a pesar de recibir trato que las vejaba, tenían que callar por miedo o por pena, sin denunciar tales actitudes. Sin embargo, es momento también de pensar con la cabeza fría, se debe tener mucho cuidado con la intervención de quienes, aprovechando la efervescencia social, pretenden desestabilizar a las instituciones educativas y en general del Estado.
Hace algunos años, en un curso de inteligencia, un instructor nos preguntaba: ¿de qué manera terminarías con los grupos que pretenden desestabilizar al Estado (subversión)? Contestamos con muchas teorías y acciones que no convencieron al ponente y nos dijo que la manera más fácil de terminar con la subversión es evitar el descontento social, los que pretenden terminar con las instituciones o beneficiarse de sus cambios, buscan el descontento para lograr sus objetivos.
Una cosa es que afirme que las acusaciones son por motivos de interés, estoy seguro que gran parte de ellas tienen su razón de ser, pero debemos tener mucho cuidado con la ingerencia de manos extrañas que pretendan desestabilizar un sector tan noble como es el educativo.
También es cierto que todos aquellos que aprovechen su estatus como docentes, líderes o jefes de dependencia u oficina, para denigrar a una persona obligándola a realizar actos en contra de su voluntad, debe ser sancionado con todo el rigor de la ley. Todo servidor público relacionado con la educación debe mostrar rectitud, ética profesional y respeto a las y los alumnos para lograr verdaderamente el proceso enseñanza-aprendizaje, pero también es importante que toda sanción se imponga en el marco de la legalidad, fundada y motivada conforme a derecho, respetando así las garantías individuales de quien denuncia y de quien es señalado, no olvidemos que en los tratados internacionales sobre derechos humanos y en nuestra constitución se establece la inocencia como parte fundamental en todo proceso. Todo individuo es inocente hasta que se demuestre lo contrario.
Es un tema que daría para muchos comentarios; sin embargo, creo, estimados lectores, que el respeto mutuo entre docentes y alumnos es básico para lograr un ambiente de seguridad y paz que se requiere en el sector educativo; no olvidemos ese cariño al maestro por el agradecimiento a sus conocimientos, a su paciencia y a su amor por enseñar y esa visión del docente en la que consideraba a sus alumnos como sus hijos y eso, queridos lectores, también es cuestión de Educación.
Por cierto: ya inicia el calor y fuerte viento, no olvidemos tomar precauciones para evitar los incendios forestales, en nosotros está la responsabilidad de cuidar nuestros bosques.
