Por razones comprensibles, dado que la comunicación como disciplina científica data de los años treinta, hablando del pasado siglo XX, se sabe poco acerca de cómo actuar, en caso riesgo ante una pandemia. Podríamos hacer referencia a los tratados de Aristóteles, donde se ocupa de la comunicación, pero él no trató fenómenos relacionados con el riesgo o las catástrofes.
En general, el planeta se comporta de manera afable con nosotros, a pesar de todo el daño que le hacemos, como imberbe y desagradecido humus que somos. Para sobrevivir, necesitamos: oxígeno, agua y nutrientes alimentarios. Quizá ahora sobrevendrá en mi contra, ideas como la de la activista sueca Greta Thunberg, para escupirme en la cara que el coronavirus es el merecido castigo, por al cambio climático que seguimos provocando. ¿Por qué no nos inmolamos de una vez por todas, para que todo comience de nuevo, propondría el filósofo Albert Caraco? No pienso caminar por tal sendero.
Frente a esta nueva epidemia del Coronavirus (COVID-19) mostramos parte de nuestra arcaica actitud de denuedo, de desconsideración, de posición machista –hombres y mujeres—desafiantes ante algo que aparentemente sentimos lejos; fuera de una amenaza que puede afectarnos como especie humana.
Me viene a la cabeza el comentario de un entrañable amigo que, hace unas semanas, me decía que todo era una tomada de pelo; que solamente era una distracción político-económica; que nuestras actividades seguirían su curso y que todo pasaría como una mera distracción geopolítica. Que era un inexperto; que no entendía del quehacer de los medios de comunicación. Me dijo: “Esto es un asunto de la Agenda Setting; lo que pasa es que te falta olfato político; yo sí sé leer políticamente lo que sucederá; en quince días o menos, nada sucederá”. Es decir, los medios de comunicación habrían propuesto como asunto de interés que la epidemia era inexistente. Vamos, que el coronavirus era una patraña.
Al margen de ello, frente a una pandemia que nos amenaza segundo a segundo, la pregunta es: ¿Cómo comunicar a las distintas capas de la población, acerca del riesgo que implica el COVID-19?
¿Existen protocolos probados, efectivos y eficientes, si en los próximos días o semanas nos alcanza la pandemia aquí en el territorio nacional? ¿Con los pasamontañas, lentes, aerosoles o cubre-bocas, nos alcanzará para defendernos de este virus?
La Secretaría de Salud, en realidad operada por la Subsecretaría, en manos del huidizo pero inquebrantable Dr. Hugo López-Gatell Ramírez, no acaba de entender que hay que es urgente tomar acciones, antes de que se manifieste el avance descomunal de la declarada pandemia.
Si bien el pueblo de México “siempre ha sido sabio y, feliz, feliz”, eso no será el antídoto ante la pandemia del COVID-19. Nada de ello se puede convertir en un escudo, a menos que la 4T proteja exclusivamente a la población mexicana, pero no a los demás países.
A finales de 2019, surgió la epidemia en China, luego se pasó a otros países, entre ellos a Italia, España, EEUU; aunque inicialmente se asumieron inmunes. Menospreciaron el impacto a escala trasnacional. Pese a las tímidas y paulatinas medidas de prevención, ahora está claro que se trata de una afectación global.
Oraciones en cadena, marchas públicas o digitales, expresiones, plegarias desde el Estado Vaticano, declaraciones de líderes sudamericanos en forma de pajaritos, mañaneras dormilonas o contemplativas, austeridad y mega-ahorros de quién sabe dónde, ventas de cachitos a 500 pesos, lucha contra la corrupción, combate al huachicoleo, más Cuatro Tes, así como un peso fortachón, no harán frente a una contingencia que requiere de la capacidad para hacer una verdadera comunicación del riesgo frente al Coronavirus.
Son pocas las experiencias documentadas a escala internacional, pero es cierto que existen estrategias para emprender compañas de Comunicación del Riesgo.
Nosotros, desde nuestro campo de acción, llevaremos a cabo lo que nos corresponde. Por ahora, sin ningún orden de prelación, a manera de decálogo, van las ideas centrales, desde la Comunicación del Riesgo:
1. Capacitar personal del sector salud para que aplique protocolos de control sanitario. Es una medida eficaz, frente a cualquier epidemia. Desde luego, destinar presupuesto para que ello sea posible, porque este tipo de medidas, sin fondos públicos, es pura y dura demagogia.
2. El control o la erradicación de prácticas sociales que favorezcan la transmisión del CODIV-19 debe ser la prioridad, por encima de cualquier asunto público, económico, cultural o social.
3. Aplicar medidas extremas, como suspender viajes, clases, sesiones de trabajo, reuniones masivas, entre otras, para aniquilar el riesgo de contagio. Los efectos de ello, deben ser encarados con las consecuencias respectivas.
4. Cancelar viajes a lugares donde la epidemia esté declarada con uno o más casos, es una medida que reducirá la pandemia. Ninguna otra actividad la detendrá.
5. Generar productos comunicativos convencionales y digitales, para informar a la población qué debe hacer en caso de riesgo, se torna una tarea fundamental.
6. Identificar a los medios de comunicación, sitios oficiales e instancias de salud que proporcionarán información válida, confiable y actualizada, constituye una tarea central, en caso de una pandemia como la que nos afecta. Otra vez, exige recursos públicos y no solamente pedir ayudas a las empresas.
7. Poner en marcha una red interinstitucional pública y privada, capaz de compartir, reproducir, circular y propagar información válida y confiable acerca de lo que sucede, minuto a minuto con la pandemia. Sin pedirlo como piadoso favor a la concurrencia.
8. Privilegiar, por encima de cualquier conflicto social, institucional, partidista o cultural, la sobrevivencia y protección de la población, a través de las medidas anteriores.
9. Simplificar las medidas preventivas y de control para evitar la transmisión de la epidemia, con el propósito de que la mayoría de la población pueda auto protegerse. Desde luego, dándole una mordida al presupuesto original de salud pública, en tanto se trata de una contingencia.
10. Como país que entiende esta nueva pandemia, asignar recursos públicos, talento humano, capacidad y experiencia, para contribuir a hallar el tratamiento o la vacuna para erradicar esta nueva epidemia el COVID-19.
* Red Internacional FAMECOM