Recetas porfirianas, AMLO y la “Lanza del Destino”

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Recetas porfirianas, AMLO y la “Lanza del Destino”

Domingo, 05 Abril 2020 10:19 Escrito por 
Recetas porfirianas, AMLO y la “Lanza del Destino” Los Sonámbulos

Medidas de “disciplina autoritaria” aplicadas en el pasado en nuestro país son protagonistas de un triunfal retorno, no tanto como amenaza para la oligocracia y su democracia de fachada como por atención a la emergencia epidemiológica que ha generado, una vez más, la cínica y cíclica histeria financiera.

Cosas de envoltura quizás, el exhorto “Quédate en tu casa” es la versión amable del amago de vena porfiriana de hace más de un siglo: es “encierro o… ¡entierro!”. Punto.

En otras circunstancias la esquizofrenia cibernética ya estaría anunciando la “venezolización” de la República y convocando a la despatrialización demográfica (un éxodo o capítulo de “balseros millennials” en honor de barbas castristas, muy a la cubana).

Pero en estos momentos el “destierro” voluntario no es alternativa para nadie, habida cuenta la propagación del bicho a escala global, así como por el despido casi masivo de pilotos y azafatas y la consecuente inmovilización de aeronaves.

Pero para millones que viven al día sólo queda mostrarse desobedientes, incluso desafiantes y esperar acaso la ayuda del heroico y fallidamente subrogado sistema de salud. Y elevar instancias, para lo cual se cuenta no sólo con los amuletos presidenciales que tanto horrorizaron a golpistas (de pecho) y a feligreses de otras religiones, sino con un amplio catálogo de intercesores en casos de pestes y epidemias: desde San Roque (el peregrino de la Tercera Orden de San Francisco, protector de peregrinos, médicos y enfermeras, igual de perros), pasando por San Matías, San Quirino, San Edmundo Mártir, hasta pedir el auxilio de Santa Teresa de Jesús, patrona de los escritores, sí, pero agente también para combatir plagas de piojos y chinches.

Por su lado, financieros, casabolseros y banqueros hace mucho que le dieron la espalda a San Carlos Borromeo (su santo patrón, según el santoral), aunque no dejan de pedirle a San Mateo (patrón de recaudadores de impuestos y contables) a ver si logran conmover al personal de las catedrales hacendarías locales para que, nuevamente, se diseñe un plan agresivo de rescate, tipo Estados Unidos y otros, que los incluya, en una suerte de “Fobaproa-2” con cargo al presente y futuro de los ciudadanos.

Como se sabe en asuntos de finanzas, en el país los siempre solidarios ahorradores locales y extranjeros han optado por apegarse a su evangelio (el lucro a cualquier costo, mediante la especulación), y aquí el “destierro” no ha sido otra cosa que la cínica estampida (unos 4 mil millones de dólares en lo que va del año) de un ciclo que se ha repetido permanentemente al menor estornudo.

En tanto, en medio del caos las llamadas “calificadoras de riesgo” extienden notas negativas, con todo el hedor de extorsión, contra las deudas soberanas del país, de Pemex y de la Comisión Federal de Electricidad (CFE), en un vil intento de hacer “manita de puerco” para sugerir la contratación de más deuda y continuar con la entrega del sector energético a inversionistas, casabolseros, financieros y todos esos que están en plena fiebre irracional y acumulativa.

Como en muchas otras cosas, esto sólo confirma las posturas de antiguos pensadores: las bolsas de valores y otros templos de altas y bajas finanzas siguen siendo “un pobre sustituto del Santo Grial” (la ilusión de la autorregulación, reconfirmada decenas de veces por sucesivos estallidos espumosos, con o sin virus).

En esa forma, nadie entiende cómo se podrían inyectar recursos a lo bestia para paliar los agujeros provocados por la recompra de activos y fomentar la abierta especulación (¿por qué no hacerlo para la investigación y desarrollo de la vacuna contra el virus). En varias partes del mundo se aplican recetas conocidas que sólo han servido para acentuar la acumulación de la riqueza en unos pocos, los integrantes del célebre “1 por ciento”.

Nuestro país, se afirma, no está en esa ruta. Y según una arbitraria interpretación de la Cuarta Transformación y su estrategia para enfrentar la emergencia, lo que se pretende es una especie de “Lanza del Destino” de la que, primero, se cree que hará fluir los elementos necesarios para edificar una nueva iglesia, como se dice que sucedió después de que el soldado Longinos atravesó el costado de Cristo, y, segundo, de lo que se trata es de hacer sentir el poder del poder (público), sometiendo todo intento de resistencia, utilizando para ello toda la pedacería de fideicomisos, fondos y otros, pero sin recurrir a nuevos créditos, medicina clásica en las últimas décadas para continuar alimentando al “Ogro Salvaje”.

Con todo y lo trágico de los acontecimientos, es cierto que a la vista se presenta la oportunidad para transformar. Ya se verá si la apuesta es realmente por el “máximo bienestar” o si se prolongan las décadas de la doctrina de los “beneficios máximos”, esto porque se han hecho excepciones (el caso de la devolución de tiempos oficiales a las televisoras, por ejemplo) y, como sugeriría el olfato sabueso de Holmes, cualquier excepción refuta transformaciones.

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Jesús Delgado

Los sonámbulos