Sobre la miseria ante la emergencia y los perros del Hospital de la Resurrección

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Sobre la miseria ante la emergencia y los perros del Hospital de la Resurrección

Domingo, 03 Mayo 2020 10:17 Escrito por 
Sobre la miseria ante la emergencia y los perros del Hospital de la Resurrección Los Sonámbulos

Tal vez como consecuencia del encierro derivado del bicho pandémico o debido quizás a la angustia y el terror por pasar a formar parte de la estadística (así sea con el cuestionado ábaco estocástico de las autoridades federales en materia de salud), todo ha dado lugar a varios episodios dignos de un sondeo de espíritus en pena, de auténticos campeones del sufrimiento, cuando no de neuróticos en espera de la muerte y el fin del mundo… en la piel de otros.

La esencia de la miseria en su esplendor, lo mismo en política que en economía, sin excluir momentos estelares de representantes de la sociedad y de los medios de información, el goce de la regresión, ese del que hablan los científicos al hurgar las deformidades del alma, se ha metamorfoseado en un insano placer por demoler cualquier cosa con las mismas “armas” que la “civilización” ha engendrado: la política y las finanzas.

Ante la pandemia, en poco tiempo se ha desarrollado una especie de exigencia compulsiva por la muerte (con el cráneo de otros en las bolsas, por supuesto), cubriendo con el manto de la amnesia la epidemia asesina desatada tras la declaración de guerra al crimen organizado hace más de trece años. Entre más numeroso se estime el desfile de embolsados o de catafalcos, mayor el placer político y económico pues de lo que se trata es de acumular un arsenal, no de apoyos ni palabras de consuelo para los sufrientes, sino de proyectiles políticamente envenenados para lanzarlos a la menor oportunidad.

A Freud siempre se le visto más por el lado académico entre los aspirantes a “científicos del alma” (cuando no como un charlatán que quizo adornarse con pinceladas de literatura y filosofía y motejarla como “psicoanálisis”, según el filósofo Michael Onfray) pero su perfil profético-burlesco salva esa pretendida arrogancia:

“Los hombres de hoy han llevado tan lejos el dominio de las fuerzas de la naturaleza que, con su ayuda, les resulta fácil exterminarse mutuamente”, sostuvo hace casi ya un siglo, en 1930 (“El malestar en la civilización”).

Así, la necesidad de sobrevivir, la ausencia de cordura y el perfil perverso del poder, ya económico, político o mediático, hace que la denunciante narrativa cotidiana de los contrarios sea al mismo tiempo proyección de la corrupción en todos los frentes posibles.

Cipión y Berganza, los célebres perros cervantinos que describieron la maldad e idiotez humanas en el Hospital de la Resurrección, con episodios tan hilarantes como cínicos, serían cronistas de una nueva historia de la sevicia moderna y del fanatismo donde, por ejemplo, ante una crisis como la actual los agentes económicos y financieros (antes llamados “arbitristas”, figura del financiero neoliberal actual, igual de disparatado), no podrían dejar de preconizar los “fundamentos” que han llevado a la devastación: los suyos, con ese pesado pasado y presente bastante espesos y bastante sucios.

Por eso, como buenos exaltados, apelan al Estado de Derecho (neoliberal) y “nada de que los remanentes del Banco de México (que suman más de un billón de pesos con corte a marzo pasado) sean para rescatar a los “pobres” afectados por la pandemia; no, la ley dice que el 70 por ciento debe ser para amortizar la deuda pública, es decir, los recursos son para los “pobrecitos” inversionistas” que, hay que decir, cada año se llevan la gran tajada del presupuesto ¿ya vieron que por la especulación y la baja de precios del petróleo los pasivos del sector público federal alcanzaron en marzo pasado un nuevo récord: 12 billones 125 mil 380.3 millones de pesos, aumento de 9.9 por ciento respecto de diciembre de 2019 y que implicó un aumento de 1 billón 97 mil 985 millones en tres meses?, según reportes de Hacienda?).

Ir en contra es no sólo ilegal, sino un manotazo autoritario que hay que atajar con coraje cívico para no dañar el prestigio y reputación nacionales, menos las carteras de los prestamistas, a los cuales hay que acudir como último refugio del infortunio, estirando la mano con rostro casi apanicado.

Eso, mientras en los mismos templos del Ogro Salvaje (Financial Times) se reconoce (así sea en forma tibia y como para tratar de maquillar la fachada), la necesidad de profundizar en la evaluación de los riesgos de todo el sistema financiero, su modificación, esto para evitar la alta dependencia del aniquilador “apalancamiento” (contratación de deuda), origen de la crisis presente, igual que como sucedió en otros momentos de triste recuerdo.

Esto es principalmente para los capitales privados pues como se sabe, esto ha llevado al pernicioso círculo de las últimas décadas de “derrumbe“ del sistema financiero y luego el “rescate” por parte de los gobiernos, cancelando una mejor vida para millones de personas mientras otros acumulan por acumular.

Si lo que evidenciaron los perros de Cervantes en el nosocomio de los “resurrectos" fue la estupidez humana y su esencia corrupta, la pandemia está haciendo otro tanto, mostrando además, por enésima ocasión, la íntima asociación del sector financiero con el poder público, una de las combinaciones más letales y perversas que es necesario romper.

De mientras, sólo queda reunir reservas frente a las fórmulas de aquellos que se prodigan “placer extraordinario” en la suerte de los otros.

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Jesús Delgado

Los sonámbulos