Si algo ha quedado claro en tiempos de Covid-19, es que éste no conoce fronteras y mucho menos distinciones. Es decir, arrasa parejo. Para la enfermedad no existen clases sociales, edad, ocupación, sexo, religión, definitivamente la discriminación no es tema. El problema estriba en quién lo contrae y su entorno. Porque para esa persona no basta con luchar contra la enfermedad, sino que también habrá que combatir los actos discriminatorios por ser portador.
Uno de los sectores que recientemente ha sufrido, no sólo discriminación sino violencia también, es el personal médico y de enfermería debido a que desafortunadamente el temor de la gente por el riesgo de contagiarse es mayor, lo que los lleva a cometer agresiones físicas y verbales a dicho grupo. O en su defecto la falta de información y comunicación, así como las precarias medidas de seguridad, la inaplicabilidad debida de protocolos y la carencia de prevención al interior de hospitales y centros habilitados para la atención del coronavirus, hacen que los familiares entren en pánico, incertidumbre y miedo ante la falta de atención, tratamiento y eventual pérdida de sus seres queridos, al grado de utilizar la violencia sin importar los resultados de ello. Uno de los casos más recientes fue lo ocurrido en el Hospital de la Américas en Ecatepec, donde familiares de un paciente con Covid-19 entraron por la fuerza y agredieron al personal médico, acusando a los doctores de provocar la muerte de sus familiares.
Por otra parte, se sitúan las personas que por motivos económicos no pueden permanecer en casa y por ello son objeto de señalamientos sociales. Quienes al no adoptar las medidas y recomendaciones ante la Pandemia, son sujetos de diversos actos discriminatorios e incluso intimidaciones hacia su persona.
A estos casos se suma el rechazo, violencia y discriminación a grupos de diversidad sexual a quienes se les relaciona con el origen del Covid-19; casos de rascismo y xenofobia, contra extranjeros principalmente con rasgos asiáticos, quienes también tienen que cargar con el estigma del Coronavirus.
El Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (CONAPRED) ha recibido 140 quejas por discriminación relacionada con el coronavirus en un mes (marzo-abril), un promedio de 5 quejas por día. De las cuales, 25% de los casos fueron presentados por personal médico. El mayor número de quejas está concentrado en la Ciudad de México con 47 casos y el Estado de México con 19. Sin embargo, a estas cifras habría que añadir aquellas que no se presentan.
Desafortunadamente no hay mucho qué esperar ante esta situación, ya que, tanto el CONAPRED como el gobierno federal, sólo se limitan a realizar gestiones y “según” dictar sanciones a las autoridades o instancias públicas involucradas, así como exhortar a la población a la no agresión, es decir, todo queda nuevamente a discreción, principios y ética de las personas.
¿Hasta cuándo vamos a ver medidas que realmente defiendan, procuren y difundan los derechos humanos, que nos garanticen el derecho a la salud, a la seguridad y erradicar cualquier tipo de discriminación? Las consecuencias ya se están haciendo presentes: índices de violencia en aumento, desempleo a la alza y descontrol social, sólo por mencionar algunas.
Mientras el gobierno federal no proporcione información cierta, veraz y fidedigna sobre el estatus de la pandemia en México, ni exista una coordinación adecuada con los gobiernos locales al respecto, nuestro problema no será la pandemia, sino todo lo que se origina alrededor de ella.
En memoria del reciente deceso del gran canta-autor Oscar Chávez, les comparto un fragmento de su canción “Que ruede la bola: ….hablan sólo por hablar, son chismes de vecindad, y al país y a la ciudad no la saben gobernar”.
Cuídense mucho y cuiden de los suyos, porque así nos cuidamos todos.
Construyamos #CuentasClaras
* Mtra. en Administración de Negocios, Especialista en Prevención de Lavado de Dinero y Financiamiento al Terrorismo por la Comisión Nacional Bancaria y de Valores
